J.K Rowling lidera una batalla épica, aunque suene trágico y exagerado, lo que está ocurriendo con la escritora es un aviso que muchos están pasando inadvertido, inclusive subestimándolo.
J.K Rowling, la autora del bestseller Harry Potter, se enfrenta a una nueva batalla, ésta vez legal, solo por decir la verdad.
Rowling lleva algún tiempo enfrentando sola lo que nos tocará eventualmente enfrentar a otros escritores, independientemente del género en el que hagamos vida, mucho peor si hacemos opinión desde nuestras letras.
Ella, siempre respetuosa, hace un buen tiempo literalmente se echó el mundo a sus hombros cuando dijo que los hombres hormonados y vestidos de mujer, no eran ni serán jamás mujeres. El colectivo trans, cada día más agresivo y violento, comenzó una serie de acciones a las que ningún escritor o autor ha salido al paso.
Llegaron las amenazas de muerte, posteriormente salieron activistas de la mafia arcoíris removiendo el nombre de Rowling de sus libros impulsando con macabra vehemencia la cultura de la cancelación hasta llegar al punto de que ella no pudo asistir a las celebraciones aniversario de Harry Potter, siendo su propia obra y las más insigne a la fecha.
Despojaron a una escritora de su trabajo, la violentaron y la vejaron, simplemente por decir la verdad.
La miseria humana vestida de arcoíris, ahora emprende su lobby de odio, descendiendo a un nuevo nivel. Pretenden que sea procesada legalmente por usar el pronombre correcto con un hombre, que no conforme a que se disfraza de mujer, pretende como muchos otros, enseñarnos a las mujeres a ser mujeres.
Ha sido demandada por el señor Jonathan Willoughby por haberle hecho "missgendering" (haberlo nombrado por el pronombre incorrecto según él).
Jonathan, quien ahora se hace llamar India y es conductor de un programa para mujeres en el Reino Unido, ofuscado por esto, ha emplazado acciones legales contra la escritora, que tiene un aluvión de temas con los que debe lidiar, de similar origen. Una de las voces más vocales no solo en el Reino Unido sino en el mundo contra el borrado de las mujeres en el mundo cabe destacar.
Estudiando el caso me encuentro con algo realmente aberrante.
En el Reino Unido, las comunidades conocidas como minorías por alguna característica física, están protegidas por la ley, se les conoce como “comunidades protegidas” y el equipo legal de Jonathan Willoughby apeló a esto para defender a su cliente. Dentro de las comunidades protegidas no están incluídos los transgénero, por ello este recurso legal del que pretendían echar mano, se les desarticuló antes de tiempo por suerte.
La batalla legal por este particular sigue en pie y ya el tiempo dirá si el tribunal y juez en manos de quien cae este caso tiene integridad o por el contrario se deja vencer por el lobby multicolor.
Ella no es la única que está en plena batalla por la decencia y el sentido común.
La artista plástica y escultora Victoria Culf mientras preparaba su reciente exhibición, conversaba con gente de su audiencia de forma casual, y mencionó que a los niños y adolescentes no se les debe someter a ninguna transición sexual. Por esa conversación, acaba de ser acusada ante las autoridades y está abierta una investigación por “delito de odio”, por supuesto, gestas hechas por el colectivo del “amor y la tolerancia”: la mafia arcoíris.
Hemos cometido un gran error, ceder nuestros espacios y bajar el tono.
Comprendo perfectamente que hay miedo, miedo que yo también sentí alguna vez y que me hizo ser en extremo cautelosa con mis expresiones. Lidiar con la mafia feminista es bien complejo, y de eso nadie me puede venir a dar lecciones o contar historias, conviví cerca de ese colectivo por 30 años.
Sin embargo, la mujer valiente que siempre he sido para todo y en todo en la vida, comprendió -por suerte con prontitud- que había que sacar coraje de donde fuera, puesto que los tiempos lo exigían.
Muchos erróneamente le están bajando el tono a su voz, cediendo espacios, bien porque no se quieren ver involucrados o interrelacionarse con estos colectivos o por simple miedo. Ambas posturas son comprensibles, pero el momento histórico que vivimos nos exige otra postura.
Debemos ser vocales y enfrentar abiertamente a quienes hoy atentan contra la familia, la naturaleza e identidad del hombre y de la mujer, la libertad de expresión, esos quienes ven a los niños como golosinas listos ser devorados, esos que dicen “luchar” por la tolerancia, pero siempre con pistola en mano, capaces de llevarte a un juicio y pedir prisión de por vida si los nombras por un pronombre diferente al que les corresponde, o si se te ocurre traer argumentos científicos para quebrar sus postulados absurdos.
La verdad, no estamos para juegos. No son estos tiempos para cobardes ni débiles.
Aunque jamás he sido partidaria de abandonar causas, afectos o espacios, ahora más que nunca recalco la necesidad de que comprendamos el momento tan álgido e histórico que vivimos y la imperiosa obligatoriedad de que más que nunca hagamos resistencia a esta agenda macabra que pretende asfixiar hasta silenciar todas las voces disidentes y que ejercemos el pensamiento crítico.
Creo que no hemos comprendido aún, que una vez el silencio impuesto sea la norma, no habrá forma alguna de echar marcha atrás.
¡Hasta la próxima!