El Político.- La compra de una vivienda en Venezuela es historia. Más para una persona que percibe un salario mínimo integral de Bs. 250.531, pero alquilar también se ha convertido en una verdadera odisea.
Venezolanos sin vivienda propia se enfrentan a que ahora los dueños de apartamentos cobran alquileres en moneda extranjera. A José Mendoza, ingeniero, se le presentó la oportunidad de un mejor trabajo en Caracas hace siete años. Su plan era mudar a su familia desde Maracaibo a los pocos meses de estadía en la capital, porque tenía la expectativa de comprar una vivienda propia.
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“Ha pasado el tiempo y no he podido ni siquiera alquilar un apartamento por los altos precios de los alquileres y vivo en una habitación”, contó.
Esta es la situación que afrontan muchos profesionales y familias que viven en Caracas y que ven cada vez más lejos la posibilidad de alquilar una vivienda debido a que los precios suben constantemente impulsados por la inflación. Y es que su sueldo no puede destinarlo todo en un alquiler.
El profesional expuso que por la habitación de una casa ubicada en la urbanización La California, paga 65.000 bolívares al mes, cuando en enero destinaba 25.000 bolívares de su presupuesto, lo que significa un incremento de 160%.
Actualmente, el precio más barato de un apartamento ubicado en Sabana Grande es 1,5 millones de bolívares al mes, equivalente a 15,3 salarios mínimos de 97.531 bolívares mensuales. En el este de la región capital los alquileres se encuentran entre 2,2 millones y 15 millones de bolívares mensuales equivalentes a 22,5 y 153,7 salarios mínimos.
Roberto León Parilli, presidente de Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores, explicó que “en Venezuela el mercado inmobiliario se mueve con la inflación, ante la que los propietarios tratan de protegerse. Por eso, las condiciones de alquilar han variado mucho, empezando porque los contratos de arrendamiento son a seis meses de duración”.
Asimismo, recalcó que acceder a una vivienda digna, así sea alquilada, es un derecho establecido enla Constitución, pero para el venezolano esa opción es cada vez más reducida como consecuencia de la pérdida del poder adquisitivo del salario y la inflación.