No han sido años buenos para la industria automotriz en el mundo. Su crecimiento está amenazado y esta amenaza permea a los que dependen de ella, quienes generan dinero y empleos.
El Político
Primero la pandemia por el Virus Chino o Covid-19 que obligó al cierre de plantas; a eliminar, congelar y minimizar puestos de trabajo, lo que hizo que las agencias de ventas de autos también cerraran y despidiesen personal. ¡El caos había llegado!
La turbulencia continúa. Por cada auto o camión que no sale rodando de una línea de ensamblaje en Detroit, Stuttgart o Shanghái, hay empleos en peligro.
Tal vez haya mineros en Finlandia que buscan mena para el acero, trabajadores en Tailandia que moldean neumáticos o empleados de Volkswagen en Eslovaquia que instalan paneles de instrumentos en vehículos utilitarios deportivos.
¿Industria automotriz sin suministros?
La actual escasez de suministros y las restricciones de envíos están haciendo que las empresas automotrices, y otras en general, estén limitando la producción y esta industria que representa el 3% de la producción económica mundial no puede darse ese lujo.
En los países que fabrican autos como Alemania, México, Japón o Corea del Sur, o estados como Míchigan, el porcentaje es mucho mayor.
Una desaceleración en la fabricación de autos puede dejar cicatrices que tal vez tarden años en recuperarse, según detalla un reportaje publicado en la edición en español del New York Times.
La falta de semiconductores, que ha obligado a los fabricantes de automóviles a eliminar turnos o cerrar de forma temporal las líneas de ensamblaje, podrían tener la fuerza necesaria para sumir a algunos países en la recesión.
En Japón, el hogar de Toyota y Nissan, la escasez de autopartes provocó que las exportaciones cayeran un 46% en septiembre en comparación con el año anterior, una demostración poderosa de la importancia de la industria automotriz para la economía.
“Es una carga muy significativa para el crecimiento y el empleo”, comentó Ian Shepherdson, economista jefe en Pantheon Macroeconomics.
Casos reales de la "vida automotriz"
Paul Jacques es una de las personas que podría sufrir el impacto más profundo.
Él trabaja en Tecumseh, Ontario, en una división del proveedor de componentes Magna International que produce asientos para una fábrica cercana de minivanes marca Chrysler.
Jacques, de 57 años, estaba en la línea de ensamblaje cuando se enteró de que Stellantis, la empresa matriz de Chrysler, planeaba eliminar un turno en Windsor, Ontario, debido a la escasez de semiconductores, los chips de computadora esenciales para los sistemas de control de navegación, la gestión del motor y un montón de otras funciones.
Números en rojo
Los fabricantes de automóviles han podido mitigar algo del impacto que ha producido el aumento de los precios al pasarles parte del daño a los compradores de autos.
La semana pasada, Ford y General Motors reportaron grandes pérdidas en las ventas y las ganancias para el periodo veraniego, pero aumentaron sus pronósticos de ganancias para el año total.
Daimler, el fabricante de los autos Mercedes-Benz, anunció que su utilidad neta aumentó un 20% en el tercer trimestre, aunque la empresa haya vendido un 25% de vehículos.
Los precios más altos compensaron de sobra.
Las personas a las que más les está perjudicando la crisis son los trabajadores y cualquiera que necesite un auto asequible.
Las empresas de automóviles han asignado los escasos chips a los autos de gama alta y a otros vehículos que generan la mayor cantidad de ganancias, lo cual ha provocado una larga espera para los vehículos menos caros.
Los precios de los autos usados están por los cielos debido a la falta de vehículos nuevos.
“Pero los vehículos que tienen márgenes menores están recibiendo el impacto y por lo tanto la fuerza laboral que trabaja con ellos”.
La crisis comenzó el año pasado, cuando los precios de las materias primas clave, como el acero y el cobre, empezaron a subir, dijo Viren Popli, director ejecutivo de Mahindra Ag North America, una rama del gigantesco fabricante indio de vehículos que fabrica tractores para el mercado estadounidense.
La recuperación desigual de la pandemia de coronavirus en el mundo hizo que los lejanos eslabones de la cadena de suministro mundial estuvieran desincronizados y no pudieran conectarse.
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