Cassidy Hutchinson, que era entonces ayudante del jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, lanzó varias bombas durante la sexta sesión de las audiencias con las que el comité trata de demostrar la responsabilidad de Donald Trump y los suyos en la insurrección del seis de enero de 2021.
El Político
La sesión fue convocada de urgencia pese a que la semana pasada se había decretado un aplazamiento hasta mediados de julio.
Y Hutchinson dijo muchas cosas, pero sobre todo una: que ese día, cuando los servicios secretos alertaron a Trump de que había centenares de personas armadas con rifles, pistolas, cuchillos y puños americanos entre los simpatizantes que querían entrar en el recinto habilitado para su mitin en Washington, el aún presidente respondió, según la testigo: “Me importa una mierda que vayan armados, no están aquí para hacerme daño a mí”, reportó AP.
Luego pidió que quitaran “los putos arcos” de detección de metales y que los dejaran entrar. “Dejad que mi gente pase. Así podrán marchar hacia el Capitolio desde aquí cuando termine. Quitad los putos magnetómetros”, añadió.
Hutchinson ante la comisión
Después, Liz Cheney, una de los dos congresistas republicanos (junto a siete demócratas) que integran la comisión, puso esa grabación de Trump, repetida en este año y medio hasta la saciedad, en la que se le escucha instigar a la turba hasta tres veces a que marchen hasta la sede de la democracia estadounidense.
Ese día murieron cuatro personas en el ataque. Cinco más fallecieron en las jornadas siguientes.
Una de las principales argumentaciones de sus defensores es que Trump no podía saber que aquella invitación se convertiría en el acto de violencia extremo que fue retransmitido en directo a todo el mundo, también por la televisión por la que este siguió los acontecimientos desde el Despacho Oval sin hacer nada al respecto durante horas (lo que también quedó probado este martes). Tras el testimonio de Hutchinson, esas justificaciones son aún más difíciles de creer.
Declaración de Hutchinson
Otro punto sensacional de la declaración de la exfuncionaria, colaboradora de la máxima confianza de la Casa Blanca de Trump, como demuestran sus continuos ascensos, trató de los intentos del magnate de ir al Capitolio a acompañar a sus seguidores, pese a que todos a su alrededor se lo desaconsejaban.
“Soy el presidente de Estados Unidos, ¡llévenme allí!”, gritó. “Visiblemente encolerizado”, incluso peleó con un miembro del servicio secreto, al que, según los testigos, llegó a coger del cuello para arrebatarle el control del volante de The Beast (la bestia), la limusina presidencial que lo iba a llevar de vuelta a la Casa Blanca.
Pese a las advertencias sobre su seguridad, estaba decidido a ir al Congreso para sumarse a sus simpatizantes. Robert Engel, el agente encargado de su protección ese día, le cogió del brazo y le dijo: “Señor, tiene que soltar ese volante. Vamos al Ala Oeste, no iremos al Capitolio”.
Varias llamadas
La testigo también contó que el 6 de enero recibió una llamada de Kevin McCarthy, líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, quien, tras ver la arenga de Trump durante su mitin, le pidió a Hutchinson: “No vengáis aquí”.
Ese día, el presidente desoyó varias veces las peticiones de que interviniera para detener a los insurrectos, que pedían a gritos que colgaran a su vicepresidente, Mike Pence, que ese día estaba llamado a certificar el triunfo de Biden.
La funcionaria escuchó a Meadows decir: “Él no cree que estén haciendo nada malo”.