Un grupo de oficiales ataca un cuartel en exigencia de mejores condiciones laborales y las autoridades hablan de “una situación de guerra”. La izquierda estimula los grupos disidentes, mientras la ayuda de las naciones democráticas luce muy lenta.
El Político
La tensión vuelve a reinar en Haití tras un enfrentamiento el domingo entre policías y militares después de que un grupo de oficiales de la policía local intentara asaltar un cuartel del ejército en el centro de Puerto Príncipe, cerca del Palacio de la Presidencia, en demanda de mejoras laborales.
El tiroteo entre las dos fuerzas de seguridad ha dejado al menos dos muertos y una docena de heridos. La tensión se mantiene en la capital con barricadas levantadas en las principales arterias y la actividad comercial paralizada, por lo que el gobierno calificó los hechos como “una situación de guerra” y decidió suspender el carnaval local, cuyo inicio estaba previsto para el martes, “para evitar un baño de sangre”.
El ejecutivo que encabeza el polémico presidente Jovenel Moïse acusó a los oficiales rebeldes de rechazar el diálogo para encontrar una solución a la crisis.
“Estamos bajo asalto. Estamos bajo fuego de todo tipo de armas, rifles automáticos, cócteles molotov, gases lacrimógenos. Debido a que somos atacados, ha habido respuesta”, justificó Jodel Lessage, general de las Fuerzas Armadas. El cuartel atacado está cerca de la céntrica Place du Champs de Mars, localizada a pocos metros del Palacio Nacional.
“A pesar de los ataques, las autoridades militares mantuvieron una postura defensiva para evitar un baño de sangre”, agregó el Ministerio de Defensa en un comunicado. La tarde del domingo también fue atacada la sede de Radio Television Caraibes, en lo que el ejecutivo ha tildado de ataques “contrarios a los ideales democráticos”.
Exige mejoras laborales
Los policías han encabezado varias protestas desde inicio del año exigiendo mejoras laborales y la creación de un sindicato para garantizar sus derechos frente a la jerarquía policial.
Hasta ahora el gobierno no ha hecho caso a estas demandas, lo que ha llevado a los oficiales a tomar medidas drásticas, como quemar los escenarios en los que se realizarían las fiestas del Carnaval, que finalmente fue suspendido por el gobierno.
El sábado Moïse anunció una serie de medidas, para evitar una escalada de la crisis, que incluyen nuevos beneficios como préstamos hipotecarios a tasas bajas, seguros de vida y la creación de un fondo para beneficiar a las familias de policías muertos en el ejercicio de sus funciones, informó la prensa local.
Los policías, sin embargo, consideraron estas medidas insuficientes y convocaron a una protesta que terminó el domingo con el ataque al cuartel del ejército.
El gobierno de Moïse estalló en cólera. “¿Por qué rechazar el diálogo y la mano tendida para resolver los problemas difíciles que enfrenta la patria, preferir el camino de la anarquía y ofrecer a la población más dolor y lágrimas que tal situación no dejará de causar?”, afirmó en un comunicado difundido por EFE.
Hay más policías que soldados
La policía de Haití cuenta con al menos 15.000 oficiales, frente a los 500 soldados del ejército formado en 2017, después de que el expresidente Jean-Bertrand Aristide decidiera disolver las Fuerzas Armadas en 1995, aduciendo que estas organizaban golpes de Estado, controlaban el 40% del miserable presupuesto del país y violentaban los derechos humanos.
Haití es un país en perpetua crisis.
El lastre de la pobreza, la degradación de todos los derechos, la incertidumbre y el desgobierno llevaron el hartazgo de los haitianos a un nuevo nivel de desesperación en 2019. En las calles, exigen cambios profundos luego de resistir el embate de la corrupción y hasta de la naturaleza. El país con más ONG por persona, y víctima de ellas, clama por un alta médica urgente.
Haití se nombra poco en las reuniones internacionales
Si Haití fuera un paciente sería uno de los más doloridos, uno de los más antiguos del hospital. A sus pies, el historial clínico remontaría a décadas y décadas atrás, mientras que en sus síntomas figurarían, entre otros, un 60% de células sobreviviendo con menos de dos dólares al día, un 24% sufriendo pobreza extrema y más de una de cada tres requiriendo asistencia alimentaria urgente.
Desde el terremoto que devastó a la nación caribeña hace 10 años y dejó 300.000 muertos, la economía del país es de miseria, con 3,6 millones de personas de sus once millones de habitantes viviendo en situación de emergencia alimentaria, afirma Dominique Burgeon, director de Emergencia y Resiliencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). "Esto significa que el 40% de los haitianos necesitarán asistencia", ha dicho.
A esto se unen tragedias como el incendio ocurrido el pasado 14 de febrero en un orfanato en Kenscoff, al sur de la capital, que dejó 15 niños muertos. El año pasado estallaron nuevas propuestas contra el gobierno, que ha sido señalado de corrupción. Los haitianos han demostrado su hartazgo ante la incapacidad de su mandatario de atajar la fuerte crisis económica, crear empleos y mejores condiciones de vida.
Las protestas, reprimidas con violencia, dejaron al menos 77 muertos y decenas de heridos, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Acorralado por el descontento social, el mandatario ha sido incapaz de nombrar un primer ministro y las elecciones legislativas previstas para octubre no se han podido celebrar debido a la inestabilidad política. La semana pasada la ONU instó al gobierno y la oposición a resolver este callejón sin aparente salida y evitar un mayor deterioro político en el país caribeño.
Situación de guerra
Una manifestación recorrió avenidas del centro de la capital, congregando a decenas de policías y de civiles, en apoyo a las demandas laborales de los uniformados. En casi todo Puerto Príncipe las calles están vacías, los comercios están cerrados y el transporte colectivo está paralizado después de los graves incidentes del domingo, cuando un grupo de policías vestidos de paisano y encapuchados atacó el cuartel general de las Fuerzas Armadas.
El asalto duró más de seis horas y causó al menos dos muertos, entre ellos un policía y un soldado, así como diez heridos, incluyendo tres civiles, según balances del ejército y de hospitales.
(Con información de Deutsche Welle, El País)