Meses más tarde del asesinato del Presidente de Haití, Jovenel Moïse, el caos en la nación ha seguido incrementando. La seguridad e integridad de los ciudadanos se ve perjudicada por los numerosos grupos armados y bandas delincuentes que azotan el país sin control.
El Político
La influencia y la capacidad de las pandillas haitianas están evolucionando, convirtiéndose en una amenaza cada vez mayor para la fuerza policial multinacional liderada por Kenia que se desplegará pronto en Haití, así como para el frágil consejo de transición que busca establecer un camino hacia las elecciones.
Expertos en seguridad advierten que los 2.500 policías que llegarán a la nación caribeña se enfrentarán a pandillas mejor equipadas, financiadas, entrenadas y unificadas que cualquier misión desplegada anteriormente en la región.
Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 y el subsiguiente colapso del Estado, algunas pandillas han encontrado fuentes de financiamiento independientes, volviéndolas más autónomas y peligrosas.
"Las pandillas han creado un Frankenstein que está más allá del control de cualquiera", señaló William O’Neill, experto en derechos humanos designado por las Naciones Unidas para Haití, según compartió el New York Times.
Las pandillas en Haití cada vez más poderosas
Las pandillas han adquirido armas automáticas desde febrero, lo que las hace más poderosas que nunca, según funcionarios del Departamento de Justicia que hablaron bajo condición de anonimato con el New York Times.
Además, las pandillas han cambiado su postura pública, compartiendo videos en redes sociales que las muestran actuando como milicias con ambiciones nacionales, en lugar de solo preocuparse por sus disputas históricas territoriales habituales.
En septiembre de 2023, algunas pandillas haitianas se unieron en una alianza llamada Vivre Ensemble, aparentemente para superar obstáculos en sus operaciones de contrabando de drogas debido al cierre de la frontera con República Dominicana.
Necesidad de control en Haití
En medio de esta evolución de las pandillas, la misión policial multinacional liderada por Kenia y el consejo de transición en Haití enfrentan un desafío cada vez mayor para restablecer la seguridad y estabilidad en el país.
Esta crisis sugiere en alto nivel preocupaciones sobre la capacidad de las instituciones locales de controlar a estos mercenarios. El control de las drogas, armas, asesinatos, secuestros parece estar fuera del alcance de las autoridades nacionales.
Las bandas delictivas que operan a su mercé en la nación y aumentan su poder con financiamientos corruptos además aumenta la necesidad de abordar la crisis de seguridad con urgencia y determinación.