Estamos en presencia de circunstancias realmente alarmantes e imprevisibles con la invasión de Rusia a Ucrania.
Miguel Truzman / El Político
Cualquier error que trascienda de la frontera ucraniana, necesariamente va a involucrar a un tercer país europeo que esté inscrito en la OTAN o haya pedido formar parte de esta alianza estratégica. La que justamente esta misma semana tuvo una reunión de vital importancia en la ciudad de Madrid.
Las consecuencias de que la guerra se extienda a otros territorios, causaría de inmediato la alarma mundial. Con repercusiones en todos los ámbitos de la vida del planeta.
Ya de por sí, diferentes países han redireccionado gran parte de su PIB, para la adquisición o modernización de su equipamiento militar. Con lo cual recortan drásticamente recursos que estaban presupuestados para la inversión social. Entendiendo como tales las áreas de salud, alimentación, educación o infraestructura.
Privan intereses geoestratégicos
En el último año más de 200 millones de personas sufrieron hambre en niveles críticos en alrededor de 53 países, según agencias de la ONU dedicadas a identificar estos escenarios.
Nuestra región ha sido de las más vulnerables. Ya que según informe de la ONU, el hambre en América Latina y el Caribe, dio un salto exponencial en el 2021. Más de 14 millones de personas ingresaron a las estadísticas de hambruna.
Lo más grave es que muchos de estos estudios a esta fecha están desactualizados, por lo que no se ha tomado en cuenta el impacto de la guerra. Lo que evidentemente incrementaría los porcentajes previamente enunciados.
Es lamentable y desolador ver como los intereses geo-estratégicos son más importante que el valor de la vida misma de la gente.
En la dirección contraria
Invertir billones de dólares en la adquisición de material bélico, en la fabricación de misiles balísticos nucleares, capaces de destruir ciudades enteras que se encuentran a más de 10.000 kmts de distancia, es, por decir lo menos, demencial.
Una acción que, por supuesto, traería como consecuencia una respuesta similar a la agresión, lo que nos sumiría en un caos total y absoluto. Algo que puede llevar a toda la humanidad a la Edad de Piedra. Todo por la decisión de una sola persona.
Vemos con incredulidad que vamos en la dirección contraria a lo que demanda la humanidad y el sentido común, que como dicen, es el menos común de los sentidos.
Los polos de poder y sus aliados de encuentran cada vez más distantes. Deberán afrontar una disyuntiva histórica: o enfrentan a los desafíos de la humanidad o siguen jugando a la guerra, (como niños malcriados en los que ninguno quiere demostrar debilidad).
Hacia el fin del mundo
¿Cómo evitar que un individuo pueda poner en jaque a la humanidad?
Aún tenemos fresca la experiencia terrible de la Alemania Nazi en cabeza de Adolf Hitler como ejemplo de que el ser humano es capaz de llegar a los máximos niveles de criminalidad y abyección inimaginables.
Esa Alemania por momentos puso a parte del mundo de rodillas. Provocó la II Guerra Mundial y el Holocausto, lo que dejó un saldo de más de 60 millones de muertos.
La diferencia es que hoy en día, esos niveles de criminalidad son globales. Es decir, una decisión que se tome en un momento de ira o irracionalidad, puede producir el fin del mundo.
En este hipotético escenario, tendríamos que encomendarnos a la letra de aquella legendaria canción de Queen “D_ios salve a la Reina” pero en este caso, con una gran variante, "D_ios salve a la Humanidad”.
@migueltruzman