El barrio Olímpico de la ciudad colombiana de Mocoa cuenta con un polideportivo, calles embarradas, una gran estación de Policía y, desde hace unos días, un refugio lleno de voluntarios que reciben, dan tratamiento y cuidan a los animales que sobrevivieron a la avalancha que asoló la localidad.
Cerca de 20 voluntarios se unieron para rescatar de los escombros y recoger de la calle a los perros y gatos damnificados por la avalancha en Mocoa, Colombia. Piden adecuar un albergue para estos animales y donaciones de medicamentos.
"Tenemos unos 80 animales entre perros y gatos, pero el listado de animales (va creciendo) porque (todavía) van ingresando y la idea es tenerlos por un tiempo para garantizar su calidad de vida, así como brindar seguridad médica veterinaria", comenta a Efe Rosa Guerrero, responsable logística del lugar y miembro de la Fundación Arca.
La mayoría de ellos son perros, entre ellos una camada completa que se alimenta de una hembra que dio a luz recientemente. La madre perdió a todos sus hijos menos a uno y un vecino encontró a otros cuatro cachorros.
Además advierte que es importante "tenerlos en cuenta por las enfermedades de transmisión zoonóticas", aquellas que pueden transmitirse de animales a humanos.
Entre quienes tratan de ayudar en el albergue está Óscar Flores, un hombre que ha llegado desde la ciudad de Pasto, separada de Mocoa por una carretera precaria que se recorre en no menos de cinco horas, y que ha recorrido las zonas afectadas para rescatar a los animales afectados.
En total ya ha rescatado a quince perros en la zona del desastre, alguno de los cuales no podía caminar y se lo tuvo que llevar a hombros.
Entre ellos está un can negro, uno de cuyos dueños falleció y ahora no le quita el ojo de encima a su salvador.
"Estaba amarrado y ahora siente que estoy acá y está inquieto, cariñoso, agradecido de que está bien", dice Flores antes de fundirse en abrazos con el perro que le devuelve el afecto con sonoros lametazos y aullidos.
En el espacio habilitado en la estación también hay lugar para las historias heroicas, como la de un pastor alemán que apareció de la nada y salvó la vida de Yolanda Chidoi, una mujer de 38 años afectada por un cáncer de huesos y que vivía en el barrio de San Miguel, el más afectado por la avalancha.
Muchos de ellos viven ahora en refugios temporales, donde por razones de higiene, seguridad y logística no pueden estar sus mascotas que las esperan pacientemente y saltan de alegría cuando vienen a visitarlos.
Fuente: EFE
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