La activista Thunberg no ha decidido cómo llegar a Madrid. El dilema de Greta es desplazarse a la capital en un coche eléctrico con batería de litio o en un tren con un tramo no electrificado. La adolescente activista sueca arriba a Lisboa en catamarán y dice que su larga travesía "es el mensaje"
El Politico
Tras más de 20 días de viaje a bordo del catamarán La Vagabonde, a Greta Thunberg, la joven activista sueca le queda el último suspiro para llegar a la Cumbre del Clima: el trayecto desde Lisboa hasta Madrid. Aunque en principio iba a viajar a la capital española durante la noche del martes, la adolescente anunció ayer que se quedará durante unos días en Portugal antes de participar en la COP25.
Es casi seguro, aunque con Greta nunca se sabe, que estará presente en la gran marcha por el planeta tierra que se efectuará el viernes. Las opciones que Thunberg tiene para llegar hasta Madrid son el tren o el coche eléctrico. La Junta de Extremadura ofreció esta segunda opción hace unos días a la adolescente de casi 17 años, pero ni la activista ni su entorno se habían puesto en contacto hasta ayer con el ejecutivo regional para dar una respuesta. Los medios portugueses, sin embargo, hablaban de que la joven se iba a decantar por el tren para atravesar la península.
Ninguna de las opciones planteadas parecen cumplir estrictamente los patrones que Greta sigue a la hora de desplazarse. Tras el ofrecimiento de la Junta extremeña, la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres, que se opone a la construcción de una mina de litio en la zona, pidió a la joven que rechazara la propuesta por tratarse de un vehículo contaminante, con batería de litio. “Nos pareció una provocación muy grande, una aberración”, afirmaba Montaña Chaves, portavoz de la plataforma, que aseguró que, aunque no han recibido una respuesta por parte de la joven ni de su entorno, al no haber aceptado el vehículo, creen que “ha captado el mensaje”.
La alternativa del tren tampoco parece ser del agrado total de la joven activista. Thunberg viajaría en el Tren Hotel Lusitania, que une las capitales lusa y española. Se trata de un trayecto nocturno con una duración superior a diez horas y que para en 15 lugares. El problema reside en que, pese a que la mayor parte del recorrido está electrificado, hay un tramo de 100 kilómetros que no lo está: el del trayecto entre Fuentes de Oñoro (en la frontera con Portugal) y Salamanca.
Aunque la electrificación de este tramo está prevista desde hace años, mientras no llega, el tren utiliza una locomotora diésel, de manera que las emisiones están garantizadas. Aun así, según el cálculo de los especialistas, éstas son bastante inferiores a las que provocaría un vehículo convencional o un avión.
En base a esta estimación, el recorrido de los 100 kilómetros en tren emitiría 23,9 kilogramos de dióxido de carbono, frente a los 66,1 kg que se emitiría con un coche convencional y a los 109,4 kg que se desprenderían si el desplazamiento fuera en avión.
A su llegada a Madrid, además, la joven tendrá que elegir cómo moverse por la capital española. Una marca de automóviles española ha puesto a su disposición un pequeño coche urbano eléctrico y un patinete para Greta, aunque la joven Thunberg tampoco ha confirmado si lo empleará.
Llegada a Lisboa
Greta Thunberg, la joven activista sueca preocupada por el cambio climático, cruzó un océano de 6.000 kilómetros de ancho en un pequeño barco de 15 metros de eslora. Tardó 21 días y sufrió privaciones y adversidades, pero estará a tiempo en la Cumbre del Clima de Madrid, como se había propuesto, sin usar un avión para evitar contribuir al deterioro del planeta.
La adolescente que ha inspirado a millones de jóvenes de todo el mundo fue recibida este martes en Lisboa como una heroína. Ella aclaró luego ante cientos de simpatizantes y decenas de periodistas que no espera que otros hagan el mismo sacrificio. Pero añadió que su viaje es un mensaje a los poderosos para que tomen medidas cuanto antes para desincentivar prácticas contaminantes.
“Es imposible vivir sosteniblemente hoy y eso tiene que cambiar”, dijo ella. Muchos de los 25.000 asistentes a la Cumbre del Clima de Madrid han llegado a la cita que comenzó este lunes en avión, un medio responsable del 2% de las emisiones globales de CO2.
Thunberg salió del barco a un muelle del puerto de Lisboa portando como siempre el cartel con el que inició su lucha hace 15 meses frente al Parlamento de Suecia en Estocolmo: Skolstrejk för Klimatet (huelga escolar por el clima). Dijo que pasará en Lisboa unos días sin precisar cuántos, pero seguro estará en Madrid para la manifestación del viernes para presionar a los dirigentes reunidos en un recinto ferial. Su anuncio fue una sorpresa para los activistas portugueses porque pensaban que viajaría a la capital española este martes en tren nocturno.
No agregó mucho más sobre sus planes porque, explicó, aún no ha programado nada. Es la segunda vez que Thunberg cruza el Atlántico en un pequeño barco. La primera fue en agosto, cuando viajó a Estados Unidos para la reunión sobre el clima en el seno de la Asamblea de la ONU, en Nueva York.
Esta vez el viaje era más complicado. Tuvo que prepararlo con urgencia a principio de noviembre, cuando la ONU anunció que la cumbre sería organizada en Madrid en lugar de en Chile, adonde ella pensaba asistir por vía terrestre. También se encontró con un tiempo mucho más adverso, como era previsible en esta época del año.
Organización de su viaje
Su travesía fue organizada gracias al poder de las redes sociales. Ella pidió auxilio en Twitter y Riley Whitelun y Elayne Carausu, una pareja de australianos que lleva años dando vueltas al mundo, ofrecieron su catamarán, La Vagabonde. Nikki Henderson, una británica navegante de competición, se prestó para pilotarlo.
"Entiendo que una señorita necesita ayuda para cruzar el océano", le escribió Whitelun a la agente de Thunberg, una vez que establecieron contacto. Contaban su historia alegres posando con su bebé de 11 meses, Lenny, en el camarote principal, desordenado aún con los restos del desayuno sobre la mesa, el bote del café, la leche de almendras…
Ya se habían despedido hasta quién sabe cuándo de Thunberg, su padre y Henderson. Los tres viajarán a Madrid. La familia australiana partirá hacia Lagos, Portugal. En esa pequeña sala compartieron buena parte de las últimas tres semanas, conversando sobre cómo cambiar el mundo, y jugando al yaztzy, un juego de dados popular en Suecia.
Whitelun quiso decirle algo a los innumerables críticos de Thunberg, que la descalifican como un títere de unos padres ávidos de lucro o del multimillonario George Soros. “Una de las cosas que la gente no sabe pero creo es interesante es cuánto de todo esto está liderado por Greta”, dijo Whitelun. “Ella es la que está interesada, la que está motivada, la que hace que su padre se mueva, ella es la que ha tenido estas ideas”, añadió, desmintiendo a los críticos y a quienes tienen dudas sobre la autenticidad de la menor. “No se puede esconder una farsa de tal magnitud las 24 horas”, les dijo.
Thunberg es especialmente admirada por menores y jóvenes. En la rueda de prensa hablaron dos jóvenes portugueses del grupo local de Fridays for Future, el movimiento global que sigue sus pasos. Se llaman así porque Greta comenzó su activismo haciendo huelga escolar ese día de la semana. Esperan que este viernes en Madrid sea uno de las mayores movilizaciones hasta ahora. La marcha transcurrirá entre la estación de Atocha y Nuevos Ministerios.
Greta no ha aclarado ni cuándo ni cómo llegará a Madrid, aunque gente cercana a ella dice que empleará el tren, medio en el que ha hecho buena parte de sus desplazamientos por Europa y Estados Unidos.
En el puerto de Lisboa, Thunberg pronunció unas breves palabras y respondió a preguntas de periodistas. Dijo que estar aislada tres semanas con tan poco espacio y pocas cosas que hacer le ha hecho desconectar de todo, y llegar a tierra es abrumador. "Creo que necesitamos tiempo para descansar, sobre todo yo, para pensarlo todo. Ahora me siento bien y quiero continuar ahora. Me siento con energía", dijo.
Pidió presionar a los poderosos para que en la cumbre "sea escuchada la voz del pueblo, especialmente la del sur global". "Todo el mundo tiene que hacer lo que pueda para estar en el lado correcto de la historia", añadió.
Travesía con dificultades
Como se sabe, la joven sueca rehúsa viajar en medios aéreos debido a la contaminación que producen, y por eso ha terminado por cruzar el océano dos veces este año: inicialmente en agosto, cuando viajó en velero ecológico a la cumbre medioambiental de Naciones Unidas en Nueva York, y nuevamente en noviembre, cuando el traslado de la Cumbre del Clima de Chile a Madrid la dejó en el lado equívoco del Atlántico.
Tras rondar el Cabo da Roca y flanquear las villas costeras de Cascáis y Estoril, La Vagabonde ha sufrido un considerable atraso al encontrarse con poco viento y una corriente contraria justo cuando se disponía a subir el Tajo. La nave ha pasado varias horas frente al suburbio lisboeta de Oeiras, pero finalmente ha conseguido ultrapasar la desembocadura del río y avanzar hacia su destino final.
Una decena de barcos han acompañado al catamarán de Thunberg hasta su llegada a a Doca de Santo Amaro, entre ellos un velero en el que viajaban activistas vestidos con batas rojas y con las caras pintadas de blanco, los cuales portaban una serie de carteles denunciando la emergencia climática.
En el muelle, entretanto, la esperaban unas 500 personas, entre ellas muchos jóvenes activistas de Fridays for Future -el movimiento estudiantil contra el cambio climático fundado por Thunberg- y otros tantos periodistas internacionales ansiosos por captar las primeras palabras de la joven al volver a pisar el suelo continental.
Además de carteles de bienvenida, abundan los que hacen referencia al polémico proyecto del segundo aeropuerto de Lisboa en Montijo, criticado por las asociaciones medioambientalistas, las cuales consideran que su construcción será devastador para las especies autóctonas del Tajo.
Aunque inicialmente se pensó que sería necesario utilizar un remolcador para facilitar la llegada del catamarán a la Doca, La Vagabonde finalmente ha conseguido atracar sin ayuda adicional, limitándose exclusivamente al uso de la fuerza del aire para entrar en la zona de desembarque.
El alcalde de Lisboa, Fernando Medina junto a una delegación de parlamentarios recibió a la activista. Entre los gritos de los manifestantes que clamaban en contra de la construcción del nuevo aeropuerto, el político socialista le dio la bienvenida a Thunberg y le dio las gracias por "traer tu voz de lucha contra el cambio climático a nuestra ciudad".
Riley Whielum, el capitán de La Vagabonde, confirmó la complejidad del viaje. "No es aconsejable cruzar el Atlántico en esta época del año, y no ha sido fácil, pero nos ha hecho ilusión contribuir de esta pequeña manera a la misión de Greta".
La activista dejó claro que no había emprendido la travesía para darle una lección a las personas comunes, sino a los líderes políticos. "No viajo así porque quiero que todo el mundo viaje de esta manera. Lo hago para dar un mensaje claro: es imposible vivir de manera sostenible hoy en día, y eso tiene que cambiar. Es absurdo esperar que la mayoría de la gente cruce el océano en un catamarán, y no pretendo decirle a la gente como debe vivir".
"Este viaje ha sido una gran aventura, pero yo y el resto de los activistas no pararemos. Seguiremos haciendo todo lo que podemos, seguiremos viajando y presionando a la gente que ocupa el poder para que ellos den prioridad a este asunto. Pronto iremos a Madrid, y continuaremos la lucha ahí".
Participación en la marcha de protesta
En cualquier caso, el viernes 6 de diciembre estará en la capital para dirigirse a los líderes reunidos en la Cumbre y participará en la marcha climática que se celebrará ese mismo día en Madrid. Una vez que termine la Cumbre, ha dicho que se irá a su casa "por Navidad".
Críticas por posar junto a un sillón de cuero
Pero el discurso ecologista de Thunberg está en entredicho después de publicarse una imagen en la cual la joven aparece sentada sobre las piernas de su madre en un sillón en su casa de Estocolmo.
El sillón en el cual se encuentran es una pieza del diseñador estadounidense Charles Eames, un arquitecto de interiores muy afamado fallecido en 1978. El sillón está elaborado en cuero animal y madera refinada y tiene un precio de más de 6.000 euros.
La fotografía ha sido muy criticada en redes sociales, donde muchos usuarios han puesto en entredicho el discurso de Greta al no ver coherente que, por un lado sea la líder global en la lucha contra el calentamiento global y, por otro, pose junto a un mueble para el que se han matado animales y talado árboles.
(Con información de El Mundo, El País y ABC)