Los precios relativos son la relación entre el precio de un bien con respecto a otro bien.
Por Gustavo Ammaturo
Por ejemplo, el precio del maíz en relación con el de la soja, o cuántos sueldos se necesitan para comprar una casa.
Los precios relativos de los alimentos según su contenido calórico varían entre los países. Esto explica, al menos de forma parcial, las diferencias internacionales en la prevalencia de desnutrición en niños y de sobrepeso en adultos.
Es por esta razón que orientar a la población a consumir alimentos saludables, ricos en proteínas, desde temprana edad evitarán retrasos madurativos en los niños y mayores inversiones en salud pública para paliar los efectos sanitarios que una mala alimentación produce.
En Argentina, durante los últimos 20 años, los precios de los alimentos formaron parte de diferentes programas de “orientación de precios”.
Con el cambio de gobierno, el giro hacia un modelo más liberal y con menor intervención del estado propició un cambio radical en la fijación de precios de los alimentos y bienes de primera necesidad, como lo son los rubros de limpieza y cuidado personal.
Solo en diciembre de 2023, el rubro de alimentos y bebidas subió 29,7%, cerrando para el año un aumento en los precios del 251,3% interanual, cuarenta puntos más que el promedio general. Del mismo modo, durante los meses de enero y febrero de este año los alimentos subieron en promedio un 20% mensual.
Si a este análisis consideramos que el tipo de cambio “libre” se mantuvo constante, fluctuando entre los 1050 y los 1100 pesos los aumentos en los precios significaron una brutal recomposición de precios en moneda dura.
En un mercado competitivo, los consumidores y los productores son quienes definen los precios, ya que el precio viene fijado principalmente por la oferta y la demanda.
En general, en competencia, los precios surgen de la sumatoria de costos, impuestos y márgenes de rentabilidad al que aspiran los proveedores. La productividad y la expectativa de ganancia son las variables que definen los precios.
En cambio, en circunstancias donde hay pocos oferentes, los precios se pueden fijar utilizando su poder de mercado. La falta de competencia y la ausencia de un regulador cambian la lógica en la fijación de precios.
En estos casos los precios se fijan en virtud a cuánto más puedan pagar los consumidores, tomando, en ocasiones, otros productos como referencia.
Tal es el caso de algunos alimentos.
Estados Unidos tal vez sea la plaza en la que más se defienda el libre mercado y la competencia, en particular sobre aquellos bienes y servicios de consumo masivo.
Es por esta razón que podemos inferir que en este mercado los precios relativos de los alimentos tendrán menos incidencia de las cuestiones monopólicas o irregularidades de mercado típicas de economías dirigidas, tanto del lado de los oferentes (monopolios) como del lado de los reguladores (controles de precios).
Si tomamos tres productos típicos de la mesa de los argentinos observamos las siguientes relaciones en precios relativos:
Claramente podemos observar que la relación entre los precios de la carne con los fideos y el arroz está totalmente distorsionada en nuestro mercado. El arroz y los fideos están a precios superiores a los internacionales, mientras que, la carne está muy por debajo influyendo geométricamente en su relación de precios relativos, 4.5 veces en el arroz y más de 6.5 en los fideos.
La calidad alimentaria de la carne por encima de las otras dos alternativas lejos está de ser discutida, los valores nutricionales y proteicos superan a la gran mayoría de los alimentos de consumo habitual.
Si consideramos que, a grandes rasgos, una familia necesita para satisfacer una comida tipo un kilo de carne, o un kilo de fideos o un kilo de arroz, estos productos entran en competencia a la hora de decidir qué se puede comer. Es a partir de este criterio que se definen los precios de los productos que compiten entre sí.
Como el mercado de producción de carne en nuestro país está mucho más atomizado, siendo miles de criadores, algo así como 230.000 y cientos de frigoríficos, más de 450, la carne representa un mercado que tiende a ser perfecto, en el que la oferta y la demanda determinan su precio.
En cambio, la concentración en la oferta de arroces, solo 170 productores y apenas tres marcas con presencia en los locales de consumo masivo, y de fideos secos, sólo 80 empresas en todo el país y dos con presencia mayoritaria en los supermercados, hacen que la fijación de precios surja en relación con los otros productos.
Es por eso que la carne pone un techo a los precios del resto de los alimentos con los que compite en cuanto a propuesta alimenticia a pesar de que en calidad es muy superior.
El futuro de los precios de los alimentos en nuestro país estará muy asociado al precio de la carne. En la medida en que esta componga su valor el resto de los productos, en competencia imperfecta, seguirán subiendo manteniendo una relación de precios distorsionada con la de los mercados más libres y competitivos.
Es por eso que la libertad sirve cuando se puede elegir libremente, valga la redundancia.