Para contener el agujero en las cuentas públicas, el presidente Michel Temer decidió poner fin a los beneficios fiscales otorgados a diversos sectores empresariales y bloquear R$ 32.000 millones (US$ 10.200 millones) del presupuesto de este año.
Una nueva evaluación de las proyecciones del presupuesto indicó que la lenta recuperación de la economía hará que los ingresos del Gobierno crezcan menos de lo esperado, elevando el déficit en R$ 58.000 millones (US$ 18.500 millones).
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La meta fijada tiene como objetivo reducir el saldo negativo a R$ 139.000 millones (US$ 44.300 millones) este año, lo que equivale al 2% del PIB (Producto Interno Bruto).
Para evitar un aumento todavía mayor del déficit, el Ejecutivo quiere obtener alrededor de R$ 26.000 millones (US$ 8.300 millones) en ingresos adicionales.
Para ello apelaría al fin de la reducción de impuestos de nóminas de los sectores que debe aportar hasta R$ 8.000 millones (US$ 2.500 millones), y al aumento de impuestos PIS / Cofins sobre las operaciones de crédito de las cooperativas que podría generar R$ 1.000 millones (US$ 320 millones).
En las últimas semanas, el equipo económico llegó a diseñar un congelamiento menor del presupuesto que ascendía a R$ 20.000 millones (US$ 6.400 millones), el problema es que esta medida obligaría al Gobierno a promover aumentos mayores de impuestos para cubrir la diferencia.
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Al final, Temer y el ministro de Finanzas, Henrique Meirelles, se resistieron a la idea por la presión del sector empresarial y el temor de que la medida impopular le pasase factura al presidente.
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