Con una magnitud que hace rememorar la movilización de las tropas norteamericanas durante la Segunda Guerra Mundial, ha comenzado el despliegue de las tropas norteamericanas en el Caribe, en cumplimiento del mandato del presidente Donald Trump.
El Político
Apenas el miércoles Trump señaló que se iniciaba una operación para combatir la presencia de los narcotraficantes que inundan la zona para desplazar todo tipo de drogas hacia Estados Unidos; al mismo tiempo contrarrestas a los tiranos, tipo Nicolás Maduro, para quienes el narcotrçafico, según Trump, los enriquece igual que a las camarillas que los acompañan.
El Almirante Craig Faller dirige la operación
Bajo la conducción del Almirante Craig Faller, Jefe del Comando Sur, miles de soldados estadounidenses ya se encuentran en el Caribe, en una acción que participan la Armada, la Fuerza Aérea y la Guarda Costera.
En un complejo dispositivo para interrumpir tres rutas de la droga: de Venezuela a las islas del Caribe y a Centroamérica, y de Colombia a Centroamérica. El objetivo es reducir la llegada de cocaína, las metanfetaminas, el fentanilo y otros estupefacientes a Estados Unidos. Para ello hay ya buques de guerra desplegados ante las costas de Venezuela y en el Pacífico, según un mapa exhibido por Trump al efectuar su anuncio.
A pesar de que el Comando Sur indicó que por razones de seguridad no puede darse exactamente el número de soldados en la acción, el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de EE.UU, señaló que en la operación participan miles de guardacostas, soldados de infantería, marinos, así como miembros del cuerpo de Marines y de la Fuerza Aérea.
También se incluye a Fuerzas de Operaciones Especiales.
En las labores de coordinación con el Comando Sur, cuya sede está en Florida, se encuentran la Agencia Antidroga (Dea, por sus siglas en inglés), y los departamentos de Seguridad Nacional y Justicia. Algunas de esas rutas, sobre todo las que van por tierra, se vigilarán desde el aire, con avionetas de supervisión de la Fuerza Aérea.
Los recursos de las fuerzas armadas movilizados para esta misión son, según el presidente, destructores, buques de guerra, cazas y helicópteros de la Armada; diez buques tipo ‹cutter› de la Guarda Costera, y aviones de vigilancia de la Fuerza Aérea. La Armada ha movilizado sus Boeing P-8 Poseidon, preparados para guerra antisubmarina. Proceden de los comandos del Pacífico y Europa, y de la base naval de Norfolk, en Virginia.
En las labores de coordinación con el Comando Sur, cuya sede está en Florida, se encuentran la Agencia Antidroga (Dea, por sus siglas en inglés), y los departamentos de Seguridad Nacional y Justicia. Algunas de esas rutas, sobre todo las que van por tierra, se vigilarán desde el aire, con avionetas de supervisión de la Fuerza Aérea.
De acuerdo con el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de EE.UU., en la operación participan miles de guardacostas, soldados de infantería, marinos, así como miembros del cuerpo de Marines y de la Fuerza Aérea.
También se incluye a Fuerzas de Operaciones Especiales.
En la operación se encuentran asimismo la barcos de guerra adicionales procedentes de su Comando Europeo (EUCOM) y de su Comando del Pacífico (PACOM) a naves de la Flota Atlántica con sede en Norfolk (Virginia) que ya se encontraban navegando por el Caribe.
Categoría de los elementos bélicos
Como para que se entienda que se habla de una operación de enorme jerarquía, veáse simplemente algunos de los elementos en acción:
Destructores: se trata de barcos de guerra multifunción, con capacidades defensivas y ofensivas. Pueden realizar operaciones antiaéreas, antisubmarinos y antisuperficie. Entre sus sistemas de ataque cuentan con los temibles misiles Tomahawk. Los destructores USS Porter y USS Ross fueron los responsables de lanzar los más de medio centenar de misiles guiados que fueron empleados en el ataque de castigo que Estados Unidos lanzó en contra de instalaciones militares en Siria en abril de 2017.
Buques de combate litoral: son barcos de guerra de última generación, diseñados para operaciones cercanas a la costa. Son considerados rápidos y ágiles. Están dotados de sistemas que les permiten enfrentar amenazas "asimétricas" como minas y submarinos de diésel. Pueden servir como transporte de una pequeña fuerza de asalto, sirviendo de plataforma para lanchas de desembarco, vehículos acorazados o vehículos no tripulados. Cuentan con un hangar en el que pueden transportar hasta dos helicópteros MH-60 Seahhawk. Son consideradas naves adecuadas para perseguir y capturar a traficantes y piratas.
Barcos guardacostas: al menos 10 barcos guardacostas participan en la "operación ampliada antinarcóticos". Estados Unidos cuenta con una amplia variedad de buques de este tipo que cuentan con capacidades distintas, aunque en general se destinan a operaciones de seguridad marítima.
Aviones P8: los aviones de vigilancia P8 son una versión modificada y militar del Boeing 737. Cuentan con un avanzado sistema de radares y sensores, así como con una amplia capacidad ofensiva que les permite lanzar misiles, torpedos y minas. Están especialmente dotados para los combates aire-mar y aire-tierra.
Aviones E-3 Awacs: reconocibles a simple vista por el enorme radar rotatorio que llevan en su parte superior, estas naves son una herramienta avanzada para operaciones de vigilancia, comando, control y comunicaciones. Su producción se detuvo en 1992, cuando solamente había 68 unidades de su tipo. Ofrecen una lectura completa y en tiempo real del espacio aéreo sobre un área de más de 310.000 kilómetros cuadrados. Pueden detectar aviones que vuelan a baja altitud y seguir simultáneamente objetivos en el aire y en el mar. Jugaron un papel fundamental durante las guerras de Irak y Afganistán, así como en el combate contra el autodenominado Estado Islámico.
Aviones E-8 JStars: es una nave radar capacitada para detectar, hacer seguimiento y clasificar vehículos en tierra u otras aeronaves, proveyendo de imágenes y mapas tácticos en tiempo real. Ha sido utilizado extensamente en las guerras de Afganistán e Irak, así como en la operación internacional sobre Libia en 2011.
Sin límite de tiempo
El objetivo del despliegue en el Caribe lo dejó claro el miércoles el secretario de Defensa Mark Esper: «Actores corruptos, como el régimen ilegítimo de Maduro en Venezuela, dependen de las ganancias derivadas de la venta de narcóticos para mantener su poder represor. El pueblo venezolano continúa sufriendo enormemente debido al control criminal de Maduro sobre el país».
Respecto a plazos, la operación comenzó el 1 de abril, y, de forma extraordinaria, no tiene fecha límite. Según dijo el secretario Esper, jefe del Pentágono: «No voy a revelar cuánto tiempo durará. Lo iremos evaluando, y haremos ajustes. Podemos aumentar fuerzas. Podemos disminuirlas. Podemos mantenerlas como están. Pero será una evaluación que haremos de forma interministerial. Le informaremos al presidente. Y tomaremos su orientación a partir de ahí».