Frederick Forsyth es un conocido autor en materia de espías, mandatarios y climas políticos. En su novela El Zorro se dedica a incluir en una línea de tiempo a Rusia, Venezuela, Corea del Norte e Irán, recoge Al Navío.
El Político
Forsyth es un autor y periodista británico, que se desempeñó como corresponsal de guerra en medio del siglo pasado. Y es todavía un periodista activo, que recoge con precisión y de manera simple los hechos de la política.
En El Zorro, el autor retrata a los espías o los hackers de nuestra era. Y de allí va dándole sentido a las figuras políticas actuales. La novela se centra en Luke Jennings, pero le hace suficiente espacio a Putín, Chávez-Maduro, Kim Jong-Un y en menor medida a Irán.
A pesar de que no los nombra, la descripción de sus gobiernos y su personalidad hace que la persona inmediatamente lo entienda. Así, Forsyth resume estrategias de dominio político, es decir, del dominio público por parte de jefes de estado que actúan más como espías que otra cosa.
Las patas del zorro
Al Navío apunta tres factores, el gobierno, sus dirigentes y sus brazos ejecutores que no distan del análisis político. El primero es un gobierno intervencionista con policía secreta y fuerzas especiales, capaz de censurar, torcer y encubrir donde sea necesario.
El segundo son los nuevos dirigentes, más inclinados hacia la oportunidad, la cantidad de ceros, el fanatismo y el secuestro de los recursos. Si tienen o no alguna formación política no es relevante. Y si la tienen probablemente sea por militancia y no por formación académica o profesional.
El tercero son las fuerzas del crimen organizado. Son aquellos grupos delictivos que claramente siguen las directrices de los altos jefes, aunque estos intenten negarlo. Estos forman la verdadera fuerza y modelan nuestro comportamiento para evitar ser el objetivo.
El resultado
Cuando unimos todo esto, se da paso a un líder prácticamente omnipotente, hermético y atornillado al poder. Que trata al gobierno como un proyecto personal. Toda aparente división es sólo una extensión de la pirámide del poder, una cadena de subordinación basada en la violencia y la recompensa. Aunque no en partes iguales.
En este sentido, las personas que prosperan dentro de estos regímenes son seleccionados, tienen suficientes lazos para poder recibir parte del botín o suficiente miedo para no enfrentarlos.
De esta manera, esta nueva Guerra Fría estaría erosionando los cimientos de la política y devolviéndonos a un estado pretoriano, de vigilancia, sumisión. Y finalmente, un todos contra todos o la política por otros medios.
Fuente: Al Navío.