El criterio que estableció Javier Fernández en sus consultas con el resto de líderes territoriales para elegir a los componentes de la gestora del PSOE fue que no podría contar con representantes de federaciones que estuvieran fuertemente divididas. El presidente de Asturias y de la gestora insistió durante las cinco horas de negociaciones en que los nueve vocales del órgano que dirigirá al PSOE hasta que celebre su congreso contarán con una aceptación mayoritaria.
Si la gestora tiene entre sus tareas conducir unido al partido hasta el próximo congreso en el que se elija el secretario general del PSOE no puede haber en su seno representantes de federaciones con un alto grado de conflictividad y que tienen pendiente su resolución en sus próximos congresos.
El razonamiento con el que Fernández condicionó la elección de los integrantes de la gestora evidenció la fractura en algunos de los territorios con más fama de convulsos como Madrid, o Galicia, dirigida desde el pasado mes de marzo por una gestora. Frente a esta tesis, los críticos con Fernández sostienen que el secretario general del PSOE asturiano tampoco cuenta con un respaldo unánime.
La primera consecuencia de las fricciones internas en las federaciones mencionadas y alguna otra es su pérdida de relevancia y capacidad de influencia y, por tanto, su ausencia de la comisión gestora encargada de llevar el timón del PSOE. En las negociaciones finales no se tuvo en cuenta a Murcia, cuyo secretario general, Rafael González Tovar, es padre de María González Veracruz, fiel a Sánchez en la dirección.
De esta forma, los problemas orgánicos en algunos territorios, pese a que la división entre los partidarios y críticos de Sánchez es palpable en todos, provocó una mayor representación de otros. Aunque no todos los casos son iguales ni el grado de división tiene la misma profundidad, las federaciones excluidas adolecen de algunas de las características que Fernández considera básicas.
Los casos más notorios fueron los de Andalucía y Extremadura, ambos con dos miembros en la gestora. La presencia de Mario Jiménez, portavoz del grupo socialista en el Parlamento andaluz, justo a continuación del nombre de Javier Fernández, constató el peso del PSOE andaluz, y por tanto de Susana Díaz, en el órgano, donde también se sienta María Jesús Serrano, diputada por Córdoba.
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El reconocimiento del bando vencedor en el comité federal a Guillermo Fernández Vara también es evidente. El presidente de Extremadura es el único de los seis críticos con Sánchez que llegó a plantear “una mínima abstención de última hora” en julio en el supuesto de que Mariano Rajoy no tuviera los apoyos necesarios para ser investido, como se comprobó en las votaciones del 31 de agosto y el 2 de septiembre. Ascensión Godoy, secretaria de Organización en Extremadura, y Soraya Vega, procedente de las Juventudes Socialistas, son dos de las elegidas para formar la gestora.
A otra escala, la Comunidad Valenciana y Canarias también contarán con un representante. Entre los 17 miembros de la ejecutiva federal que dimitieron el miércoles se encuentran Ximo Puig, el presidente valenciano, y José Miguel Pérez. Puig eligió para la gestora a José Enrique Muñoz Lladró, portavoz del PSPV en las Cortes valencianas y secretario general de las Juventudes autonómicas. El secretario general de Canarias se decidió por la presidenta del PSOE en las islas desde 2010, María Dolores Padrón.
Aragón y Castilla-La Mancha declinaron su presencia pese a que Javier Lambán y Emiliano García-Page forman parte del núcleo que se impuso a Sánchez.
El PSC, que afronta unas primarias a las que se presentan el primer secretario, Miquel Iceta, y Nuria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet, no estará representado en la gestora hasta después de su congreso de principios de noviembre. Por su parte, los socialistas vascos afirman que declinaron un puesto en el órgano que dirigirá el partido de forma circunstancial.
Con información de El País