El exdirigente Jiang Zemin, el arquitecto de la apertura de China al libre mercado, falleció este miércoles a los 96 años.
El Político
"Jiang Zemin murió de leucemia y fallo multiorgánico en Shanghái", indicó la agencia de noticias china Xinhua, reportó DW.
¿Por qué es importante?
Jiang Zemin es una de las principales figuras de la historia china de las últimas décadas. Presidió China durante diez años desde 1993, una época en la que el país se abrió a gran escala y experimentó un gran crecimiento.
Jiang, quien tomó el poder luego de la represión de la plaza Tiananmén y lideró al país más poblado del mundo hacia su surgimiento como una potencia global, piloteó la transformación de China desde finales de la década de 1980 hasta el inicio del siglo XXI.
En 1989, cuando reemplazó a Deng Xiaoping como líder, China se encontraba aún en la primera etapa de su modernización económica.
Cuando abandonó su cargo como presidente en 2003, China era miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), había obtenido la organización de los Juegos Olímpicos de 2008 y avanzaba hacia su papel de superpotencia.
Los analistas afirman que Jiang y su grupo conocido como "Shanghái Gang" continuó influyendo en las políticas comunistas mucho tiempo después de dejar el poder.
Su muerte se produce en un momento en el que China vive algunas de sus protestas más graves desde Tiananmen, con muchas manifestaciones contra las restricciones de covid fijadas por el gobierno.
En contexto
Nativo de Yangzhou y tercero de cinco hermanos, su padre, un electricista con incursiones en la docencia, accedió a que el niño fuera adoptado por la familia de su hermano, un miembro del Partido Comunista de China (PCC) que había muerto combatiendo al invasor japonés, a fin de que tuviera un descendiente varón.
Sus tíos, exponentes del ambiente intelectual y cultural de la provincia costera de Jiangsu, le proporcionaron una educación esmerada, primero en una escuela regentada por misioneros estadounidenses y luego en la prestigiosa Universidad Jiaotong de la cercana Shanghai, por la que se licenció en Ingeniería eléctrica en 1947.
En reconocimiento de su experiencia tecnocrática, Jiang fue reclutado por el presidente del PCC y primer ministro, Hua Guofeng, considerado un dirigente de transición entre el régimen maoísta y la era de las reformas económicas auspiciada por Deng, para que le asesorara en asuntos de maquinaria industrial.
Entre 1980 y 1982 desempeñó los puestos de vicepresidente y secretario general, respectivamente, de las comisiones estatales de Importación-Exportación y de Inversión Exterior, con el rango de viceministro.
Durante su mandato, Jiang trató de estrechar los lazos con Estados Unidos, visitando el país en varias ocasiones y ofreciendo al entonces presidente George W. Bush cooperación en la "guerra contra el terrorismo" de Washington tras los atentados del 11-S.
En conclusión
Jiang se erigió en el actor principal de la política exterior china, con los objetivos de superar el aislamiento, vigorizar las inversiones y recuperar los intercambios comerciales.
Bajo su dirección se forjó una economía formidable, los comunistas reforzaron su control del poder y China ocupó su lugar en la mesa principal de las potencias mundiales.
Supervisó el traspaso pacífico de Hong Kong en 1997 y la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, que entrelazó la economía del país con la de la comunidad internacional. China se convirtió así en una gran potencia manufacturera y en un creciente rival económico del mundo desarrollado.
Los esfuerzos desplegados por Jiang a partir de 1991-1992 contaron desde el primer momento con un discurso receptivo en determinados ambientes políticos y económicos de Occidente, habitualmente ligados a intereses empresariales y, en algunos casos, formando verdaderos lobbies prochinos para influir en sus gobiernos.
Así, destacadas personalidades de Europa y Estados Unidos, a despecho del sentir mayoritario en sus respectivas opiniones públicas nacionales, sostenían que los embargos y otras medidas de fuerza no eran los medios más adecuados para inducir a los líderes chinos a que modificaran su mezquino concepto sobre los derechos de sus gobernados.
En sus pronósticos optimistas, estas personas expresaban su confianza en que la evolución lenta de la sociedad china, su progresiva absorción de la cultura y los estándares internacionales, producirían a la larga los cambios deseados en el sistema político.
Mientras tanto, concluían, no debían descuidarse las inmensas posibilidades comerciales que brindaba un mercado potencial de 1.200 millones de personas.