Los países europeos comenzaron hoy a definir las actividades de la Agencia Espacial Europea en los próximos años, que incluyen la segunda fase de la misión en Marte y la posibilidad de desviar de su trayectoria a asteroides peligrosos, pero que vienen acompañadas de una etiqueta de elevados precios.
El ministro español de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos, presidió hoy la primera jornada del consejo ministerial de la ESA, que se celebra cada dos o tres años y cuya próxima reunión tendrá lugar a finales de 2019 en España.
La ESA, a través de su director general, Jan Woerner, pidió a los países financiar proyectos que suman 11.000 millones de euros (11.690 millones de dólares) para los próximos años, aunque algunos se extienden hasta 2025.
El portavoz de la ESA, Franco Bonacina, afirmó hoy que "nadie llorará en la ESA si no alcanzamos del todo" ese presupuesto, que es destinado a áreas como la observación de la Tierra, telecomunicaciones, navegación por satélite, exploración, programas científicos, lanzaderas, la gestión del tráfico y la seguridad en el espacio, la tecnología y la ciencia, investigación y el desarrollo.
Entre otros muchos proyectos, la Agencia quiere fomentar los satélites "ligeros" -por debajo de 500 kilogramos- a través de las lanzaderas Arine 6 y Vega/Vega-C, desarrollar un sistema de transporte "reutilizable" para dotar a Europa de una capacidad independiente de acceder y volver regularmente desde la órbita baja o financiar la participación europea en el proyecto Luna 27.
Esta iniciativa de la agencia espacial rusa Roscosmos allanará el camino al retorno del ser humano a la Luna, pero de momento se tratará de enviar una nave no tripulada para analizar por primera vez el Polo Sur del satélite natural de la Tierra en busca de agua y materias primas para producir oxígeno y combustible.
Por otra parte, dos de las iniciativas más conocidas de la ESA tienen que ver con la segunda fase de la misión de exploración de Marte en 2020, ExoMars, y la idea de poder desviar en un futuro de su trayectoria a asteroides peligrosos a través de la misión AIDA.
Bonacina reiteró hoy que la ESA ha aprendido la lección acerca de la última accidentada misión de exploración de Marte en octubre pasado, cuando el módulo de aterrizaje Schiaparelli se estrelló debido a un error de cálculo.
No obstante, la ESA tiene el satélite ExoMars Orbitador de Gases Traza (OGT) alrededor de Marte, listo para realizar observaciones.
La ESA pide 400 millones (425 millones de dólares) para finalizar el desarrollo de la segunda fase de ExoMars, que incluye el vehículo que efectuará las primeras investigaciones de la superficie de Marte con muestras recogidas bajo tierra, a fin de poder responder a la pregunta de si puede haber vida o si la hubo en algún momento en el planeta rojo.
AIDA, por su parte, es un proyecto común de la ESA y la NASA, cuyo principal objetivo es estudiar si es posible desviar un asteroide que tenga una trayectoria de colisión con la Tierra.
La misión consta del programa europeo AIM de observación y del estadounidense DART.
AIM, cuyo sistema de guiado, control y navegación lo ha diseñado la empresa española GMV, se lanzará en 2020 para que llegue dos años después hasta Didymos, un sistema binario de asteroides, donde depositará tres pequeños satélites: uno en el asteroide más pequeño y los otros dos, junto a la sonda matriz, orbitarán a su alrededor.
La nave de la NASA impactará en 2022 sobre el asteroide más pequeño de los dos que conforman Didymos, mientras que AIM estudiará ambos cuerpos y los efectos del golpe.
Con información de EFE