La nieve y la lluvia invernal, que ejercen presión sobre las montañas de California (EE.UU.) pero desaparecen en verano provocando estrés en las fallas, son factores decisivos en el aumento de sismos pequeños, según un estudio publicado hoy por la Universidad de California Berkeley.
El peso de la nieve y de la corriente del agua hacen que las montañas de Sierra Nevada mengüen casi un centímetro, pero cuando esa carga desaparece en verano, la corteza terrestre se flexiona, ejerciendo presión sobre las principales fallas de California, incluida la más grande, la de San Andrés.
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Los investigadores pueden medir estos movimientos verticales empleando un sistema de posicionamiento global y regional para así calcular el estrés en la tierra debido a las cargas de agua.
En los resultados, encontraron que, de media, las fallas de California experimentaron un mayor número de terremotos pequeños cuando los cambios estacionales se encuentran en su punto más álgido.
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El estudiante Chris Johnson, uno de los encargados del estudio junto a su profesor, Roland Bürgmann, revelaron que la actividad sísmica en la cordillera de Sierra Nevada es hasta un 10 % mayor durante la recta final de la primavera y comienzos del verano.
En cambio, la falla central de San Andrés ve un aumento en los terremotos pequeños (mayores que de magnitud 2) a finales del verano y principios del otoño, ya que la carga de agua disminuye en las montañas.
Fuente: EFE