La ciudad de Beirut, capital del Líbano, fue sacudida por varias explosiones que dejaron un saldo de decenas de muertos, miles de heridos y un centenar de desaparecidos.
El Político
El gobernador de Beirut, Marwan Abboud, catalogó el estallido del pasado 4 de agosto de 2020 como "un desastre nacional parecido a Hiroshima".
Este es, sin duda alguna, uno de los sucesos más dramáticos e impactantes del 2020. La explosión dejó un cráter de unos 70 metros de radio y una estimación de daños económicos que oscila entre los 3.000 y los 5.000 millones de dólares,
Durante una rueda de prensa, Abboud, dijo lo siguiente: "Se parece a lo que sucedió en Japón, en Hiroshima y Nagasaki. Eso es lo que me recuerda. En mi vida no he visto destrucción a esta escala".
Para Abboud, el escenario posterior a la explosión fue similar al registrado en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki hace casi 75 años. Como se recordará, Estados Unidos arrojó dos bombas atómicas sobre esas localidades en el último año de la Segunda Guerra Mundial que se desarrolló entre 1939 y 1945.
Precisamente el que pareciera una explosión nuclear fue lo que desató las especulaciones en un primer momento, pero detrás de la deflagración no hubo una bomba atómica como la de Hiroshima —cuyo ataque, por cierto, cumple hoy 75 años—, sino una gran cantidad de nitrato de amonio almacenado en el puerto de la capital de Líbano, epicentro de la explosión: el almacén había sido abandonado sin custodiar al menos unos seis años.
La razón de que se confundiera con una explosión nuclear la tiene un efecto denominado ‘nube de Wilson’, una nube con forma de hongo muy característica, aunque no exclusiva, en las de detonaciones atómicas.
Mar Gómez, doctora en Física y responsable del área de Meteorología en Eltiempo, explica que "este tipo de nube aparece cuando la explosión produce un gas caliente que se eleva rápidamente", explica.
Agregó que "lo que ocurre es que el aire que hay por encima "amortigua este gas caliente mientras intenta desplazarse y es literalmente empujado hacia abajo", movimiento que hace que tome esa forma tan distintiva, como si fuera una seta.
A su vez, este fenómeno también tiene su propia explicación científica, bajo el nombre de inestabilidad de Rayleigh-Taylor: es la interacción entre dos materiales, fluidos o gases, cuando uno de baja densidad empuja a otro de alta densidad, y es en este momento cuando se genera la denominada ‘nube de Wilson’.
Cuando una bomba atómica o una gran cantidad de explosivos —como ocurrió en el caso de Beirut explotan en un entorno de aire húmedo la onda de choque generada da lugar a una rarefacción, es decir, una reducción de la densidad del aire que rodea la explosión pero no del que la contiene. Esto provoca que el aire se enfríe temporalmente, provocando la condensación de parte del vapor de agua contenido en él.
Un dato a considerar es que las consecuencias de Hiroshima distan, no obstante, de las de la explosión de Beirut: en el primer bombardeo atómico (días después tuvo lugar el ataque de Estados Unidos contra Nagasaki) se estima que murieron unas 80.000 personas de manera inmediata, aunque se le suman muchas muertes relacionadas con la radiación derivada de la explosión.
En el caso de Beirut, declarada zona catastrófica, por ahora se han confirmado más de 130 muertos y 5.000 heridos. Según explica Mar Gómez, las explosiones de nitrato de amonio son raras, aunque todos los que han ocurrido en la historia tienen un rasgo en común: que eran resultado de un incendio incontrolable.
Fuente: elconfidencial / La Nacion