En una batalla que se ha gestado durante más de una década, una cruzada conservadora contra los reguladores financieros de Estados Unidos está a punto de alcanzar un punto crítico con un fallo trascendental de la Corte Suprema.
El Político
Este veredicto, parte de una estrategia legal que ha permeado a través de múltiples agencias en Washington, podría tener un impacto profundo en el poder del estado federal y en el funcionamiento de las instituciones gubernamentales.
El caso en cuestión es el de la Comisión de Bolsa y Valores contra Jarkesy, una disputa que desafía la autoridad de los jueces internos federales y que, de acuerdo con analistas, podría tener repercusiones impredecibles en una variedad de agencias gubernamentales. Este fallo podría limitar los poderes de aplicación de leyes antimonopolio, los reguladores laborales y los organismos de control de las finanzas del consumidor, entre otros.
La controversia ha cobrado fuerza con demandas presentadas por empresas como Meta y SpaceX contra agencias como la Comisión Federal de Comercio (FTC) y la Junta Nacional de Relaciones Laborales, respectivamente.
Estas demandas cuestionan la legalidad de los tribunales internos de las agencias y podrían influir en una serie de procedimientos gubernamentales pendientes.
La importancia de los tribunales internos y de los jueces administrativos que los presiden en el día a día de Washington no puede ser subestimada. Agencias como la SEC y la FTC han derivado muchos de sus casos a estos tribunales durante mucho tiempo, mientras que otras, como la Administración del Seguro Social, dependen de ellos para abordar una amplia gama de quejas.
Sin embargo, para los progresistas, estos tribunales son vistos como una herramienta vital para supervisar a las grandes corporaciones y a otros actores poderosos. Consideran los ataques legales actuales como un intento de socavar el sistema regulatorio establecido desde el New Deal.
Conservadores de Estados Unidos temen por el veredicto
A pesar de que los activistas legales conservadores han liderado estos ataques contra el poder federal, la preocupación por el poder de los jueces trasciende las líneas partidistas. Figuras como Mark Cuban, quien apoya abiertamente al presidente Biden, han expresado inquietudes sobre el impacto potencial de esta decisión judicial.
Las demandas actuales argumentan que el uso de tribunales internos por parte de las agencias es inconstitucional y priva a los demandantes del debido proceso. Esto se basa en la creencia de que los jueces administrativos violan el derecho a un juicio con jurado y que están indebidamente aislados del poder de destitución por parte del presidente.
El resultado de un fallo de la Corte Suprema contra la SEC, en particular, podría ser incierto y potencialmente devastador para las agencias que dependen de estos tribunales. Expertos legales han proyectado escenarios desordenados pero manejables, incluso si la SEC pierde el caso.
La incertidumbre sobre el veredicto de la Corte Suprema ha generado preocupación en varias agencias gubernamentales. Algunas, como la SEC, han comenzado a abandonar el uso de sus tribunales internos para casos más controvertidos, optando por llevarlos directamente a los tribunales federales.
En medio de esta incertidumbre, empresas como Meta y SpaceX han desafiado abiertamente el sistema judicial interno de las agencias, argumentando que es opaco e injusto. Estos casos, junto con otros en curso, podrían cambiar el panorama regulatorio en Estados Unidos de manera significativa.
El caso Jarkesy, en particular, destaca la lucha entre los defensores del proceso actual y aquellos que buscan reformarlo. Mientras los partidarios argumentan que estos tribunales internos son esenciales para abordar temas complejos como el fraude de valores y las relaciones laborales, los críticos los ven como un obstáculo para la justicia y la transparencia.
En última instancia, el fallo de la Corte Suprema en el caso Jarkesy tendrá implicaciones que van más allá del mundo legal. Podría afectar la forma en que las agencias gubernamentales regulan las actividades económicas y laborales en Estados Unidos, y potencialmente redefinir el equilibrio de poder entre el gobierno federal y las empresas privadas.