La crisis en España no es solo social y política; también el ámbito económico golpea con fuerza al país ibérico, al cerrar 2021 como el país desarrollado con peor desempeño económico desde el inicio de la pandemia.
El Político.-
Según un análisis del portal Libremercado.com, España ha descendido en los índices de PIB, en PIB per cápita y en valor bursátil; donde más se ha disparado la deuda pública y una de las naciones en las que más se ha visto reducida la inversión.
¿Cómo pasó?
La desacertada gestión de la pandemia, unida a la ausencia de reformas de calado y el desprecio continuado del Ejecutivo por las libertades económicas han contribuido, junto a los altos niveles de inflación, a que los españoles sufran un importante deterioro del poder adquisitivo.
Por el contrario, otras naciones europeas han logrado sobreponerse de manera más acertada a la crisis derivada de la pandemia.
Entre ellas, destacan los casos de Lituania, Chipre, Estonia o República Checa, que lograron ponerse a la altura de España en renta per cápita ajustada por paridad de poder adquisitivo.
La última en sumarse a este particularclub ha sido Eslovenia. Según los últimos datos publicados por Eurostat, su renta se situó en el tercer trimestre de 2021 en 6.360 euros por persona en precios corrientes.
Por su parte, los españoles disfrutan de una renta per cápita de 5.969 euros, mientras que la media europea (UE27) se situó en 8.150 euros.
Si comparamos con el mismo trimestre de 2019, antes de la pandemia, el dato para España se situaba en 6.480 euros, mientras que el de Eslovenia era de apenas 5.980 euros.
Lo cierto es que esta situación podría ser simplemente un accidente coyuntural, por lo que es posible que España vuelva a ganarle la posición a Eslovenia en los próximos meses.
Sin embargo, el hecho relevante reside en que países, que hace no mucho eran sustancialmente más pobres, estén comenzando a ponerse al nivel del español por primera vez en la historia.
De hecho, la renta per cápita de la nación se sitúa en el puesto 16 de entre los 27 socios europeos. Así, el mensaje que manda es claro: cada vez somos menos relevantes en el panorama económico internacional.