Tras reformar la Constitución de 1982 para eliminar el límite de dos mandatos presidenciales de cinco años XI seguirá al mando después del Congreso del Partido Comunista previsto para el otoño del próximo año y más allá de la Asamblea Nacional de marzo de 2023, cuando en teoría debía retirarse.
El Político
En un cambio histórico, Xi rompió entre 2017 y 2018 el liderazgo colectivo que venía caracterizando al régimen chino desde la muerte en 1976 del ‘padre de la patria’, Mao Zedong, para perpetuarse en el poder, reportó ABC.
Lo cierto es que el presidente Xi Jinping se convirtió en el dirigente más poderoso y autoritario desde Mao Zedong.
Impuesto precisamente para evitar los desmanes personalistas de la época de Mao, que costaron millones de vidas en el ‘Gran Salto Adelante’ (1958-62) y la ‘Revolución Cultural’ (1966-76), dicho tope era la base de gobierno del autoritario régimen chino, que ya no es una dictadura colectiva, sino personalista.
Tiempos del Gran Timonel
Nadie en China desea volver a los oscuros tiempos del Gran Timonel, marcados por un comunismo a ultranza que el régimen abandonó en aras del extraordinario crecimiento que ha traído su apertura al capitalismo.
Sin embargo, Xi alienta una recuperación del ‘socialismo con características chinas’ para combatir la influencia occidental, lo que incluye rechazar cualquier intento de democratización del régimen para no desaparecer como la Unión Soviética.
Xi propugna una "prosperidad común"
Xi propugna una ‘prosperidad común’ que ha puesto en el punto de mira a los más adinerados, como los magnates de las empresas tecnológicas, las celebridades y, en general, todo aquel que pueda hacerle sombra.
Esto lo hace con la promesa de erradicar las desigualdades sociales que ha traído el crecimiento económico, también
Reforzando este sistema híbrido, que compagina una economía de libre mercado aún protegida por los monopolios estatales con un férreo control político y cada vez menos libertad social y cultural, Xi Jinping se enorgullece de haber acabado con la pobreza extrema y alcanzado una ‘sociedad socialista moderadamente próspera’.
Para los próximos años, seguramente antes de que acabe esta década, su objetivo es superar a Estados Unidos como primera potencia económica mundial en términos brutos.
Culto a la personalidad
Como secretario general del Partido Comunista desde 2012 y presidente de la República Popular desde 2013, así lo demuestran su acumulación de cargos y el culto a la personalidad construido por la propaganda oficial, que lo ha bautizado como Xi Dada (Papá Xi).
Además de dirigir la Comisión Militar Central, que controla al Ejército, Xi Jinping se ha erigido en el ‘núcleo’ del régimen y su pensamiento político ha sido incluido hasta en los programas escolares y en la Constitución del país, una distinción que le equipara con Mao.
Rejuvenecimiento de la gran nación china
Como ya lo ha bautizado, su sueño es «el rejuvenecimiento de la gran nación china» después de más de dos siglos tumultuosos de humillaciones por parte de las potencias coloniales de Occidente y de agravios como la larga invasión de Japón y el caos de la era de Mao.
Para lograr este objetivo, Xi Jinping no ha dudado en eliminar a sus rivales dentro del régimen con una campaña anticorrupción que ha purgado a un millón y medio de funcionarios y cuadros del partido, algunos de ellos altos cargos y mandos militares.
Además, ha endurecido la represión contra los disidentes y activistas sociales y ha reforzado la censura en internet para silenciar las críticas contra su autoritarismo.