Necesita cubrir 1,4 millones de empleos y para ello la canciller Ángela Merkel trata de allanar el camino a una ley que permitirá la entrada de trabajadores especializados en el mercado de ese país. Existe el riesgo de fuga de empresas si Alemania no logra atraer la mano de obra necesaria por el progreso económico y social de esta nación
El Político
Un cartel en el tranvía 12 de Berlín animaba este domingo a los viajeros a entrar en plantilla como conductores. Es la imagen de la nueva normalidad en Alemania, un país que busca mano de obra cualificada dentro y fuera de sus fronteras.
Con ese fin se ha celebrado este lunes una reunión de alto nivel en Berlín, en la que gobierno, sindicatos, empresarios y Estados federados han sumado fuerzas para evitar que la locomotora alemana se atrase por falta de trabajadores, ya que hay 1,4 millones de vacantes. La idea es preparar el terreno para aplicar una ley que desde marzo facilitará la entrada de empleados de fuera de la Unión Europea (UE).
La canciller Angela Merkel compareció este lunes en Berlín junto a varios ministros y representantes de los empresarios y sindicatos para enviar un mensaje de unidad y dejar clara la existencia de un consenso social en torno a la necesidad de atraer trabajadores extranjeros.
Todos los presentes han firmado un documento en el que se comprometen a facilitar la incorporación de trabajadores cualificados extranjeros. Merkel ha hablado de un cambio de paradigma y ha considerado que “lo importante es que en terceros países nos vean como un país abierto e interesado en el mundo, porque no somos los únicos que estamos interesados en los trabajadores cualificados. Hay una gran competencia”.
Peter Altmaier, el ministro de Economía, consideró que el país podría “tener un mayor crecimiento con más trabajadores cualificados”.
Mas de un millón de empleos
Una encuesta de las Cámaras de Industria y de Comercio (DIHK) publicada con motivo de esta mini cumbre indica que el 56% de los empresarios considera la falta de trabajadores el principal factor de riesgo para sus negocios.
El instituto para la investigación del Empleo (IAB), dependiente de la Agencia Federal de Empleo, contabiliza 1.359.000 puestos de trabajo sin cubrir en todo el país. Tras casi una década de crecimiento económico ininterrumpido y a pesar del actual enfriamiento, las cifras de desempleo son las más bajas registradas desde la reunificación, a principios de los noventa. El sector informático, de la salud y los cuidados, la construcción y la restauración se encuentran entre los más afectados.
El gobierno alemán aprobó hace un año una ley destinada a atraer trabajadores cualificados de fuera de la UE. Ya hay 2,5 millones de europeos trabajando en Alemania, pero Berlín calcula que el flujo de trabajadores procedentes de la UE disminuirá debido al envejecimiento de los países vecinos, que necesitarán a sus propios trabajadores.
La prioridad, como han dejado claro este lunes los agentes económicos, pasa por aprovechar al máximo la fuerza de trabajo interna, pero a la vez son conscientes de que resulta a todas luces insuficiente.
“Sabemos que muchos empresarios buscan desesperadamente trabajadores cualificados”, dijo el pasado fin de semana Merkel, a la vez que alertó de una posible fuga de empresas si Alemania no consigue atraer mano de obra.
“Es necesario que hagamos todos los esfuerzos para reclutar a un número suficiente de especialistas. De lo contrario, las empresas tendrán que emigrar y por supuesto no es eso lo que queremos”, ha dicho.
La ley, que se prevé que entre en vigor el 1 de marzo de 2020, permite a trabajadores de terceros países con formación, no necesariamente académica, acceder al mercado alemán sin tener que demostrar que no hay alemanes ni otros europeos disponibles para cubrir ese puesto. No habrá que demostrar tampoco que acceden a un sector o profesión especialmente necesitada.
Sin contrato previo
Los trabajadores deberán hablar alemán y podrán trasladarse a Alemania sin contrato previo durante seis meses siempre que cumplan los requisitos establecidos en la ley. La idea es que con la ley desembarquen decenas de miles de nuevos trabajadores al año.
Los actores políticos, sociales y económicos reunidos en Berlín se mostraron de acuerdo en que es necesario agilizar la concesión de visados llegando a acuerdos con los países de origen, y acelerar la homologación de todo tipo de formación mediante el incremento de personal dedicado a estas tareas es otro de los objetivos que se fijaron.
Facilitar la enseñanza de alemán es otro de los propósitos de Berlín. En la página oficial del Gobierno Make it in Germany, los trabajadores extranjeros interesados pueden encontrar información sobre empleos en Alemania y cursos de idiomas. Reforzar ese portal como instrumento de conexión entre empleadores y empleados es otro de los objetivos.
El ministro de Trabajo, Hubertus Heil, pidió a los empresarios una estrategia de reclutamiento. Dijo que son las empresas las que tienen que detallar en cuáles Estados federados hacen falta qué número de trabajadores y en qué industrias para centrar los esfuerzos de simplificación burocrática.
Heil admitió que la escasez de trabajadores supone ya “un freno al crecimiento”, en alusión a la queja recurrente de empresarios de que no pueden aceptar pedidos por falta de personal. Heil adelantó que habrá proyectos piloto con Brasil, India y Vietnam para organizar esquemas de migración simplificados para trabajadores cualificados.
El sector tecnológico es uno de los más afectados. Calculan que hay 124.000 vacantes. “Se trata de una cifra récord en los últimos 20 años”, explica Bastian Pauly, portavoz de Bitkom, la asociación que representa a 2.600 empresas de economía digital alemanas.
Las vacantes crecen, a pesar del enfriamiento económico, debido a la creciente digitalización de la economía. Dan la bienvenida a la ley, que permitirá por ejemplo a un programador indio con experiencia obtener un permiso de trabajo, aunque no tenga el título necesario. Se trata además de un sector especialmente propicio en el que impera la cultura internacional y en el que es más importante conocer el lenguaje de programación que el alemán.
9.000 euros por entrar a trabajar en un hospital
Hasta 9.000 euros extras para enfermeros especializados en unidades de cuidados intensivos, es el incentivo que ofrece un hospital de Berlín para quien presente su solicitud antes del 15 de enero.
Otro tipo de enfermeros con menos especialización, recibirá entre 3.000 y 5.000 euros sólo por entrar a trabajar en la Clínica de Spandau. El pago del bono se fraccionará en el tiempo para que ningún trabajador avispado atrape el dinero y corra.
Puede que el de Vivantes Hospital Group, la empresa municipal que administra hospitales en Berlín y tiene alrededor de 5.600 camas y más de 15.000 empleados, sea un caso especialmente llamativo, pero es solo una más de las iniciativas que los departamentos de recursos humanos de todo el país se ven obligados a idear ante la falta de personal y las necesidades acuciantes.
“Es conocida la dificultad que hay para contratar personal de enfermería”, explica una portavoz del hospital, quien detalla que han ampliado la clínica. Además, aspiran a aliviar la carga de trabajo del personal existente.
“Vivantes se decidió por esta campaña después de que muchas otras medidas de reclutamiento no resultaron en la contratación de personal que se necesitaba con urgencia”, indica la clínica en un comunicado. En la actualidad hay una escasez de 40.000 enfermeros en el país, según los datos recogidos por la Agencia alemana de Noticias.
A la caza del trabajador en el paraíso del pleno empleo
Ya desde el pasado año, las empresas ofrecen facilidades para conciliar y buenos sueldos. Los departamentos de recursos humanos bávaros pelean por la escasa mano de obra disponible en un mercado laboral boyante.
Charlotte Jakobi-von Müller acude a las ferias de trabajo como quien va de caza a la sabana en busca de una especie en extinción. Es jefa de recursos humanos de la empresa municipal de transportes de Múnich y busca desesperadamente trabajadores. Les hacen falta 200 conductores que hablen alemán y estén dispuestos a cobrar 2.580 euros brutos. Jakobi-von Müller sabe bien que la competencia por la mano de obra en Baviera es feroz.
En la bandeja de entrada de su buzón de correo no se amontona ningún currículum. Es ella la que tiene que salir a la calle a buscar candidatos. “Aquí nadie busca empleo porque todos tienen. Es muy difícil encontrar trabajadores”.
Su misión, explica, es a la fuerza muy creativa. Una madrugada ordenó cubrir los sillines de los cientos de miles de bicicletas aparcadas en la calle con un forro en el que se leía: “Te necesitamos a ti”. Otra de sus creaciones es un vídeo en el que un conductor cuenta lo feliz que es al volante de su autobús. Pero en la decena de ferias de trabajo que se celebran cada año en Múnich es donde de verdad se la juega.
La falta de mano de obra cualificada en ciertos sectores es un problema que afecta a toda Alemania, un país en el que la economía crece, mientras la pirámide demográfica envejece. Nunca antes desde la reunificación alemana el desempleo había sido tan bajo, 5,8%, en un mercado laboral que se encuentra en plena expansión. Junto a las luces, se acumulan las sombras.
Las diferencias entre el Este y el Oeste también en empleo siguen siendo profundas. La temporalidad y los bajos salarios de los millones de alemanes que trabajan con los polémicos minijobs son preocupantes. Aún así, la gran mayoría de los alemanes asegura en las encuestas vivir una época de bonanza que tiene mucho que ver con el acceso al trabajo. La canciller Angela Merkel, considerada por muchos alemanes artífice de esta era de bienestar, ganó su cuarto mandato por esta prosperidad.
El minijob es un tipo de contrato temporal y de pocas horas a la semana que es muy habitual entre estudiantes y trabajadores poco cualificados. También es la forma más rápida de obtener unos ingresos básicos mientras buscan un empleo mejor.
En Alemania suelen aplicarse a camareros, limpiadores, dependientes y empleados del sector servicios en general. Trabajos remunerados con el salario mínimo o una cantidad ligeramente superior, con unas serie de ventajas fiscales importantes tanto para el empleador como para el empleado.
Una coyuntura económica internacional favorable y la batería de reformas laborales puestas en marcha por el Gerhard Schroeder (canciller entre 1998 y 2005) son a juicio de numerosos expertos algunas de las claves del éxito laboral alemán y a la vez la causa de sus debilidades.
La demanda de trabajadores cualificados es uno de los daños colaterales del crecimiento alemán. En agosto, Berlín aprobó un plan para paliar ese déficit, que según estimaciones con las que trabaja el gobierno, Alemania necesitará tres millones de trabajadores cualificados en 2030.
En la boyante Baviera, con un 3,2% de desempleo, la escasez de trabajadores es especialmente aguda. Según las predicciones de la cámara de comercio bávara, ahora necesitan 230.000 trabajadores. Y el doble para 2030. Por eso, este Estado federado se ha convertido en una suerte de laboratorio de recursos humanos.
La competencia empresarial es muy fuerte
La competencia entre los empleadores es despiadada. Ofrecer horarios ultraflexibles y todo tipo de medidas de conciliación a madres para que se animen a dejar la media jornada o la dilatada baja de maternidad es solo un punto de partida.
Hay empresas que regalan bonos de gimnasio a sus trabajadores o un coche. Se ofrecen también viajes y actividades de ocio con los compañeros de trabajo o ayuda para encontrar casa a buen precio. Otros empleadores se esfuerzan para convencer a los más mayores para que permanezcan en sus puestos de trabajo más allá de la edad de jubilación.
“Para nuestros empresarios, el problema número uno es la falta de trabajadores cualificados”, señala Robert Obermeier, economista jefe en la Cámara de Comercio e Industria de Múnich y Alta Baviera. Una encuesta reciente de su institución refleja que el 55% de los empresarios preguntados cree que la falta de mano de obra cualificada es el principal riesgo empresarial al que se enfrentan.
“Cada año es más difícil y el problema solo empeorará porque el panorama demográfico no va a mejorar”, dice Obermeier. Este experto explica que por un lado cada año salen menos niños de las escuelas y que, además, cada vez más optan por ir a la universidad y menos por la afamada formación profesional alemana.
Obermeier asegura que faltan contables, secretarios, técnicos medios, casi de todo. Hace poco hacían falta por ejemplo 100 socorristas para las piscinas municipales. En Baviera tienen sede muchas grandes empresas como Siemens, BMW, Allianz y Audi, y también por eso la competencia es enorme.
Pensar que la llegada de más de un millón de refugiados en los últimos dos años ayudará a aliviar el problema no es realista al menos a corto y medio plazo. Aprender el idioma lleva tiempo y hace falta que los perfiles que llegan sean compatibles con los que se ofrecen, coinciden los analistas. De momento, solo en torno a un 10% de los llegados desde 2015 tiene trabajo, según cifras oficiales. Además, esos empleos, a menudo en la hostelería y la construcción no solucionan la situación de muchos otros sectores.
Minijobs y parados de larga duración
Pero no todo son luces de neón en el mercado de trabajo alemán. Pese a las buenas cifras, Sabine Klinger, del Instituto para la investigación el mercado laboral (IAB) advierte de que “hay problemas estructurales que se vuelven más visibles precisamente cuando baja el desempleo”. Explica por ejemplo que la demanda laboral no acaba de encajar con la cualificación de la mano de obra disponible y asegura que un tercio de los parados son de larga duración (más de doce meses).
Habla también de la brecha salarial, que ha mejorado ligeramente desde 2010, aunque los sueldos más altos y los más bajos están lejos de converger. El trabajo a tiempo parcial y la temporalidad son otros de los puntos débiles del sistema. Hasta 6,5 millones de personas trabajan con minijobs, un tipo de contrato a tiempo parcial con un sueldo máximo de 450 euros.
Además, el mercado alemán debe adaptarse a una demografía cambiante. La población envejece a la vez que se incorporan cientos de miles de extranjeros. “Por un lado hay que proporcionar más flexibilidad a los trabajadores mayores para que se queden más tiempo en sus puesto de trabajo y a la vez hay que hacer un gran esfuerzo para formar a los migrantes”, sostiene Klinger.
La pequeña y mediana industria, llamada Mittelstand, motor del poderío exportador y espina dorsal de la economía alemana, está especialmente afectadas por la falta de trabajadores cualificados. A diferencia de lo que ocurre en otros países europeos, estas empresas están repartidas por todo el país y no necesariamente concentradas en núcleos industriales. Su situación geográfica dificulta a menudo el reclutamiento de trabajadores que prefieren vivir en centros urbanos.
El reto de los refugiados
La integración laboral de los refugiados avanza, aunque los expertos advierten que hará falta tiempo. El jefe de la patronal BDA, Ingo Kramer, indicó recientemente que de los demandantes de asilo que recalaron en el país a partir de 2015, 400.000 están trabajando o participan en algún programa de formación profesional como aprendices.
“Es un proceso lento, en ocasiones son gente que no habla una palabra de alemán y muchos de ellos procedentes por ejemplo de Afganistán o Somalia, donde no han tenido una escolarización”, explica el experto de la OCDE Thomas Liebig.
(Con información de Deutsche Welle)