El sol aún no había salido cuando decenas de hombres armados irrumpieron en la ciudad de Ocotito en el sur de México y comenzaron a disparar con potentes armas presuntamente de EEUU, reseñó Chicago Tribune.
El Político
Salvador Alanís Trujillo trató de defenderse, pero su escopeta no era rival para sus rifles de asalto. Así que él y su familia huyeron, según reseña la reportera Kate Linthicum.
Este escarpado tramo del estado de Guerrero siempre ha sido un poco anárquico, albergando a ladrones de ganado y a bandidos de carreteras.
Pero cuando los pistoleros se apoderaron de Ocotito en 2013, la región estaba invadida por docenas de grupos criminales que luchaban por el territorio.
Hubo otra diferencia clave: los delincuentes ahora cargaban AR-15, AK-47 y otras armas de guerra.
México se enfrenta a una mortal carrera armamentista.
Comenzó como parte de un conflicto creciente entre los principales grupos criminales, y se aceleró en 2006 después de que los militares de México empezaron a combatir a los cárteles.
Hoy, millones de armas están en manos privadas, en violación directa de las estrictas leyes de armas de México.
Algunas de esas armas de fuego pertenecieron al ejército o la policía y fueron vendidas al bajo mundo. Pero la gran mayoría fueron contrabandeadas desde el mercado de armas más grande del mundo: Estados Unidos.
La acumulación de armas ha ayudado a impulsar niveles récord de violencia. El año pasado, México vio 20 mil cinco homicidios con armas de fuego, casi siete veces más que en 2003. La impunidad en México, donde el 95 por ciento de los asesinatos quedan impunes, ha estimulado a más personas a tomar las armas y a hacerse justicia por propia mano.
Después de que Alanís se vio obligado a abandonar su propiedad, que había comprado con los ahorros de una larga temporada como mecánico de automóviles en Carolina del Norte, acudió a las autoridades estatales en busca de ayuda.
Cuando llegó, él y otros que habían sido desplazados formaron lo que describen como una fuerza policial comunitaria, y comenzaron a adquirir las armas más poderosas disponibles en el mercado negro.
El objetivo del grupo es recuperar eventualmente Ocotito, una ciudad de seis mil habitantes en la base de una cordillera verde, utilizando un arsenal que incluye docenas de ametralladoras.
Mientras tanto, Alanís y su grupo, el Frente Unido de Policía Comunitaria del Estado de Guerrero, han estado tomando territorio de manera constante.
Dicen que están limpiando el campo de pandillas depredadoras, una misión que reconocen que a veces emplea las mismas tácticas brutales de sus enemigos.
Han incurrido e infligido muchas pérdidas en un conflicto que Alanís señala que solo puede describirse como una "guerra civil".
"Los asesinos que nos matan son mexicanos", señaló Alanís, de 40 años. "Y las personas a las que disparamos son mexicanas".
En cuanto a las armas, esa es otra historia. Señaló las palabras grabadas en el cañón de un rifle de asalto Colt Match Target colgado del pecho de un combatiente adolescente: "HARTFORD, CONN, USA”.
"Nos matamos unos a otros", expresó. "Y ustedes envían las balas".
La única tienda de armas en todo México se encuentra en una base militar fuertemente asegurada.
Antes de ingresar a la Dirección de Ventas de Armas y Municiones en las afueras de la Ciudad de México, los clientes deben someterse a verificaciones de antecedentes durante meses y presentar seis documentos que verifiquen su identidad.
El proceso es tan oneroso que el año pasado la tienda vendió solo 15,754 armas de fuego. Ningunas fueron fusiles de asalto, las cuales son ilegales aquí.
En contraste, se estima que 13.1 millones de armas fueron vendidas en Estados Unidos por decenas de miles de traficantes de armas con licencia. Eso incluye rifles de estilo militar fácilmente disponibles.
Se desconoce la cantidad exacta de armas de fuego traficadas a México, pero en uno de los pocos estudios académicos sobre el tema, los investigadores de la Universidad de San Diego estimaron que se compraron más de 750 mil armas en Estados Unidos entre 2010 y 2012 para ser introducidas de contrabando en México.
Los datos recopilados por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de los EU ( ATF, por su sigla en inglés), también aclaran de dónde los delincuentes en México obtienen sus armas de fuego.
De las 132,823 armas recuperadas en la escena del crimen en México entre 2009 y 2018, se descubrió que el 70 por ciento fue fabricado en EEUU, principalmente en los estados fronterizos del suroeste, más comúnmente Texas.
La mayoría de las armas de fuego traficadas a México son compradas legalmente en ferias o tiendas de armas por personas conocidas como "compradores de paja", quienes luego las entregan a los carteles o intermediarios, concluye Linthicum.
Fuente: Chicago Tribune