A partir de octubre, Ignacio Zuasnábar será el nuevo presidente WAPOR Latinoamérica, organización que vela por el óptimo desempeño de las encuestas a nivel global.
El sociólogo habló con El Observador sobre la relación entre políticos, medios y encuestas y sobre algunos cambios y desafíos que la profesión está enfrentando actualmente.
Una de las cosas en las que va a enfocarse en el nuevo cargo es el vínculo encuestas-medios. ¿Por qué hacer énfasis en ese punto?
Una parte de lo que las encuestas hacen llega al público a través de los medios y a veces desde los medios no se logra entender completamente la lógica que está por detrás de una encuesta, sus virtudes, su potencial y sus límites. La encuesta no es una bola mágica que permite anticipar el futuro, son mecanismos de aproximación que tienen niveles de error y que en algunas circunstancias pueden estimar bien lo que va a ocurrir y en algunos casos tienen límites. Creo que en la era del titular sencillo, de las redes sociales y del espectáculo se tiende muchas veces a simplificar lo que una encuesta expresa. Es probable que los encuestadores seamos en parte cómplices de esa situación, pero me parece que ambas partes tenemos una responsabilidad conjunta de informar adecuadamente, y creo que al final redunda en beneficio del conjunto, sobre todo del público, que es quien inicia el proceso, y por lo tanto debe ser quien reciba la información de mayor calidad.
Las encuestas no están pasando por un buen momento en algunas partes del mundo. ¿Por qué?
Primero, la utilidad principal de una encuesta no es predecir una elección. Eso obviamente lo hacemos y está bueno, pero no es lo más importante ni lo más valioso. Las encuestas tienen el papel de ayudar a entender el mundo y de ayudar a las empresas, a los políticos y a los ciudadanos a tomar mejores decisiones porque permiten ver cosas que de otra forma no veríamos. Desde ese punto de vista el papel de la encuesta sigue siendo tan importante como antes. En cuanto a la encuesta como herramienta de pronóstico, es cierto que tiene más problemas que antes. De todos modos, sigue siendo el principal mecanismo para intentar estimar lo que puede ocurrir. No hay ningún otro mecanismo que permita acertar una elección con tal nivel de aproximación. ¿Por qué están teniendo más problemas que antes? Por un lado, porque tienen errores inherentes que se relacionan con el voto oculto, que es gente que en ciertas circunstancias prefiere no expresar su voto. También está el swing vote, un votante que cambia su preferencia en plazos muy breves. Eso hace que la "foto" pueda cambiar muy rápido. Siempre hay una hipótesis de swing vote que es difícil chequear con precisión. Lo que sí es claro es que la era en la que vivimos es mucho más vertiginosa. Las personas están tomando decisiones mucho más rápido, no solo en lo electoral.
Entonces, ¿afectó eso a Uruguay?
En Uruguay las encuestas habían tenido hasta 2014 un desempeño extraordinariamente positivo y ejemplar, y era porque los encuestadores en Uruguay hacíamos las cosas más o menos bien. Pero también porque los electores no modificaban sus preferencias en el corto plazo. En octubre de 2014, en la primera vuelta, hubo un desvío de cuatro puntos entre lo que las encuestas predecían y el resultado final, que está por encima del margen de error. Eso hizo que toda la industria fallara al anunciar que el Frente Amplio tendría mayoría parlamentaria. A partir de allí se empezaron a abrir algunas hipótesis. Puede haber habido swing vote en el país, algo que casi nunca pasó más allá de algún plebiscito.No sería muy grande, tres o cuatro puntos del electorado, pero ya es suficiente para que en los últimos días tu "foto" no sea del todo precisa. ¿Puede haber habido un voto oculto? También. Era algo que en Uruguay tampoco se había dado fuertemente, pero algunas pistas avalarían la idea de que en algunos segmentos, sobre todo en el interior rural, hubo un voto oculto al FA que no fue suficientemente captado por las encuestas. No muy grande, pero contribuyó a un entorno más amenazante. De cualquier manera, con respecto al caso uruguayo, también es cierto que las mismas encuestas que en octubre tuvieron un desvío de tres o cuatro puntos se desempeñaron muy bien un mes después y en las departamentales. Creo que en Uruguay pasó algo que ocurre en todo el mundo y es que los fallos de las encuestas son mucho más comentados que los aciertos. Quizás es cierto que estamos en un momento con más problemas, pero seguramente es cierto que éstas aciertan más de lo que se equivocan. En Uruguay y en el mundo.
Entrevista completa en El Observador