Nadie controla el manejo de la carne en las tercenas de Quito. No hay una entidad que vigile que el producto permanezca refrigerado, que sea manipulado con estricto aseo y que no provenga de camales clandestinos. Como resultado, hay lugares donde la carne se vende a la intemperie, en mesas de madera y proveniente de mataderos no autorizados, donde las reses son faenadas en el suelo.
Así lo asegura Mauro Mendoza, gerente general de la Empresa Metropolitana de Rastro, quien advierte que el 36% de la carne que se consume en Quito proviene de camales ilícitos, reseña el diario El Comercio,
El problema se debe a que existe un vacío legal que impide que la autoridad, sea local o nacional, tome el control de las carnicerías. En el 2010 se reformó la ordenanza que permitía al Municipio ese control, se le quitó esa competencia, pero no se la entregó directamente a nadie, dice Mendoza. Desde entonces no se ha clausurado una sola carnicería.
Romel Betancourt, coordinador de Inocuidad de Alimentos de Agrocalidad, entidad adscrita del Ministerio de Agricultura, asegura que esa entidad tampoco tiene control en los puntos de expendio, solo controla los camales. Afirma que se hacen gestiones para cambiar la normativa.
Enviaron, dice, una propuesta de modificación hace un par de años y esperan la disposición en un decreto ejecutivo. El Arcsa, la Secretaría de Salud y el Ministerio de Salud tampoco tienen jurisdicción en ese tema. La falta de vigilancia promueve la clandestinidad.
Más información en El Comercio