Los proyectos entre Cuba y Estados Unidos no solo van a proseguir sino que podrían acelerarse durante el gobierno de Donald Trump, dijo esta semana a Radio Martí el empresario cubano-americano Saúl Berenthal, uno de los dos socios de la compañía Cleber LLC a los que hasta ahora el Gobierno cubano le impidió instalar una fábrica para producir tractores.
Redacción El Político
Berenthal, quien emigró con su familia en la década de 1960, comenzó a viajar a Cuba a partir del 2007. Las políticas de acercamiento impulsadas por el expresidente Barack Obama en el 2014 avivaron su esperanza de invertir en el país que lo vio nacer.
Pero ni siquiera contar con los permisos de los departamentos de Comercio y de Estado y del Tesoro estadounidenses le alcanzó para poder instalar su fábrica.
Los tractores Oggún, -basados en fuentes abiertas y por tanto simples de fabricar, usar y mantener- no fueron bienvenidos en la Zona de Desarrollo del Mariel (ZEDM).
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Funcionarios le explicaron, entre otras cuestiones, que su diseño no tenía techo y por lo tanto no protegía al operario. Incluso le dijeron que podía presentar el proyecto a otras entidades cubanas, porque la negativa no era de Cuba sino del Mariel, por su perfil destinado a potenciar las inversiones a base de tecnología de punta.
"Una vez que ha sido evaluada la propuesta (de Cleber) desde el punto de vista tecnológico, se concluyó que no es el tipo de inversión que nosotros queremos atraer en la zona", explicó en declaraciones a Efe la directora general de la ZEDM, Ana Teresa Igarza.
“Yo todavía quiero seguir con el proyecto. Para mí el desviarme por otro camino no es molesto, al contrario, me están dando auge a que pueda llevar a cabo de otra manera el mismo resultado”, dijo Berenthal en entrevista con el periodista Luis Guardia, de TV Martí.
Su perseverancia, dijo, proviene de su familia, que escapó primero del nazismo alemán y luego del sistema comunista instalado por Fidel Castro tras su revolución en 1959.
Berenthal dijo que el tractor "fluía muy bien con los usuarios (…) la gente del Ministerio de la Agricultura, los agricultures mismos, las cooperativas, todos estaban encantados con lo que era Oggún".
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El proyecto había sido bien recibido por los agricultores y campesinos cubanos, necesitados como están de modernizar sus producciones y facilitar el trabajo que en su mayoría es manual por falta de recursos y tecnología.
"Yo me culpo de haber fallado, de no poderle haber explicado correctamente (a los funcionarios del Mariel) que las bondades de Oggún radican específicamente en que no es un tractor sofisticado, es decir, un tractor sofisticado es un tractor que se rompe, es un tractor que tiene mucho mantenimiento, es un tractor que cuesta más y que específicamente la bondad principal de Oggún es que es un tractor de fuentes abiertas, simple”, expresó.