Que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya dado positivo de COVID-19 ha sido el batacazo noticioso de un año y de una campaña que han tenido lo suyo de golpes contundentes. Por meses Trump pareció desafiar el virus, anticipando que desaparecería o diciéndole al periodista Bob Woodward que él lo había minimizado deliberadamente. En sus mítines electorales se le veía sin máscara rodeado de miles de seguidores sin la respectiva prenda.
Fernando Nunez-Noda – El Político
Incluso se burló de Joe Biden en el debate, porque podía estar hablando a "200 pies de distancia y mostraba la máscara más grande que jamás había visto". No obstante, a la manera de Jair Bolsonaro en Brasil, quien también hizo caso omiso a las precauciones de rigor, fue infectado inevitablemente.
Tonight, @FLOTUS and I tested positive for COVID-19. We will begin our quarantine and recovery process immediately. We will get through this TOGETHER!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 2, 2020
¿Cuáles son las perspectiva legales?
Ahora en cuarentena junto al primera dama, surgen preguntas sobre posibles escenarios. Si es asintomático ¿puede seguir en funciones y, sobre todo, en campaña? ¿Qué pasa si la enfermedad se complica y Trump es declarado inhabilitado para ejercerlo? ¿Qué ocurre si el Vice Presidente Mike Pence también contrae la enfermedad? ¿Qué hay del curso programado de la campaña y de las elecciones?
Trump, con 74 años y bastante pasado de peso, forma parte de la población de alto riesgo, de modo que el médico presidencial, Sean Conley, ha prescrito un aislamiento total y la suspensión de todas las actividades de campaña. Mike Pence y otras figuras del partido los suplirán en los múltiples eventos pautados hasta nuevo aviso.
Pero ¿qué hay si el presidente llega a estar seriamente enfermo? En ese caso el vicepresidente Mike Pence asumiría el cargo el tiempo que fuera necesario según lo establece la 25ava Enmienda de la Constitución. Si el vicepresidente también se enfermara (recordemos que ha estado siempre muy cerca de Trump), ocurriría una crisis constitucional.
Según una regla de 1947 en la Ley de Sucesión Presidencial, la presidencia pasaría temporalmente a Nancy Pelosi en calidad de Speaker of the House, es decir, líder la Cámara Baja del Congreso. Esta transición de republicanos a demócratas sin duda crearía una crisis política, algo que aquellos tratarían de bloquear a toda costa.
De cualquier forma, incluso con la recuperación del presidente (que, inevitablemente, tomará semanas) la crisis complica unas elecciones conflictivas como pocas, en un año de por sí atípico y tremendamente caótico. Si las cosas van más allá, las tensiones saltarán a la mismísima definición del poder Ejecutivo, y también al destino de las elecciones y de la estabilidad política de los Estados Unidos de América. Por los momentos, Pence sigue en campaña pero todo lo demás depende de la recuperación de Trump.
¿Quién disputa que 2020 es la quintaesencia de un annus horribilis?