El FMI llega a Argentina para negociar la deuda. El presidente comparó la negociación de la deuda del país con un juego de póker. Esta semana tendrá que mostrar algunas de sus cartas al Fondo y sobre todo, tendrá que pagar a los bonos.
El Político
Los negociadores del FMI llegan a Buenos Aires el miércoles para su primera misión desde que el presidente asumió el cargo en diciembre. Tras una larga gira por Europa, Alberto Fern{andez conversó con los principales lideres del viejo continente buscando luces y apoyo, pero los ases del poker no son frecuentes.
FMI recuerda que hay normas
Gerry Rice, portavoz del FMI, señaló que las normativas de la institución podrían ser un obstáculo en los planes de Argentina para renegociar la deuda con el organismo. Por otro lado, defendió el acuerdo ‘stand by’ que recibió la administración de Mauricio Macri en el año 2018 ante las acusaciones de presuntas irregularidades. En la jornada el riesgo país volvió a elevarse tras los comentarios del ministro de economía, Martín Guzmán, en el Congreso argentino.
La llegada a Buenos Aires este miércoles de una misión técnica ha sido el pistoletazo de largada de la negociación por el futuro de la deuda externa del país sudamericano, considerada impagable por la Administración del peronista Alberto Fernández.
Durante una semana, las partes analizarán las cuentas del Gobierno y las posibilidades prácticas de un nuevo plan de pagos que vuelva “sustentable” la deuda de 44.000 millones de dólares que Mauricio Macri contrajo con el FMI en 2018. Argentina necesita el apoyo del organismo internacional para avanzar, también, en la negociación con los acreedores privados, que esperan solo para este año pagos por 37.000 millones de dólares.
La misión del Fondo Monetario Internacional coincidió con una presentación informativa ante el Congreso del ministro de Economía, Martín Guzmán, a cargo de las conversaciones. El funcionario no ha revelado detalles, pero ha dado al menos una idea del camino que piensa seguir la Casa Rosada. Ha dicho que el Gobierno tiene "un programa económico muy definido" que no contempla la reducción del déficit fiscal, ha achacado al FMI la responsabilidad de la crisis de deuda que atraviesa Argentina y ha advertido que el Ejecutivo no permitirá que "fondos de inversión extranjeros marquen la pauta de la política macroeconómica".
El objetivo final de la negociación con el FMI es alcanzar una solución "sustentable a largo plazo" al problema de endeudamiento crónico que tiene el país, argumento el Ministro de finanzas, pero "una cosa piensa el perro y otra el que le da el garrote".
¿Dónde están los reales?
“El préstamo del FMI no se usó para aumentar la capacidad productiva del país, se usó para pagar deuda inviable y para financiar la salida de capitales", ha dicho Guzmán. "El FMI es responsable por la crisis de deuda, también Argentina y los bonistas que decidieron apostar a una tasa alta y a un modelo que fracasó", ha insistido ante los diputados, que en la víspera acercaron al ministro un listado con 122 preguntas sobre el proceso negociador
La misión del FMI, está encabezada por la directora adjunta del departamento para el Hemisferio Occidental, Julie Kosack, el venezolano Luis Cubeddu, a cargo del caso argentino.
El economista venezolano lleva más de 23 años en el organismo multilateral con una amplia trayectoria en diversos países. Fue encargado de los programas del organismo con Argentina en el período mencionado, Grecia, Indonesia, México y Ucrania. A partir de ahora será el encargado de negociar una posible modificación del acuerdo Stand By con el equipo económico del presidente electo Alberto Fernández.
Según informa el FMI en su organigrama, Cubeddu es “Subdirector en el Departamento de Investigación” del organismo,
Movimientos sociales afines al gobierno marcharon a modo de protesta por Buenos Aires, en lo que ha sido un delicado juego de equilibrios entre el apoyo a las negociaciones que lleva adelante Alberto Fernández y el repudio histórico que mantienen con todo lo que huela a Fondo Monetario Internacional.
El venezolano Cubeddu es un viejo conocido en Buenos Aires, porque ya tuvo a su cargo en 2003 la renegociación de la deuda realizada por el fallecido expresidente Néstor Kirchner. Aquellas conversaciones terminaron el 3 de enero de 2006, cuando Kirchner canceló de un solo pago los 9.800 millones de dólares que Argentina adeudaba al FMI, lo que supuso la ruptura de relaciones formales.
La realidad actual es muy distinta
A mediados de 2018, Macri volvió al FMI para pedir un rescate financiero. Los mercados habían cerrado el grifo de préstamos a Argentina y el organismo multilateral dio al país sudamericano una línea de crédito de 57.000 millones de dólares, la mayor jamás otorgada.
Cuando la situación económica saltó por los aires a finales de 2019, el FMI decidió suspender las ayudas. Macri había recibido 44.000 millones del total acordado y, en ese entonces, tuvo que admitir que no podía hacer frente a los vencimientos comprometidos. Meses antes de dejar el poder, inició un “reperfilamiento” de las obligaciones de deuda, tanto con el Fondo Monetario Internacional como con los acreedores privados, poseedores de bonos argentinos por unos 66.000 millones de dólares. El trabajo sucio quedó para su sucesor.
La misión del Fondo se está reuniendo con altos funcionarios argentinos, pero también con banqueros, analistas financieros y empresarios. La idea es que se lleve a Washington un panorama general de las cuentas argentinas y “entender mejor las medidas que se están tomando para mejorar la situación de la pobreza y reactivar la economía”, según dijo a finales de enero el auditor regional del FMI, Alejandro Werner.
Las relaciones entre Argentina y el Fondo estaban congeladas desde el triunfo de Fernández en las elecciones primarias de agosto pasado. El FMI entendió que no sería Macri quien debería resolver el problema de la deuda y prefirió esperar a los primeros pasos del nuevo Gobierno. Decidió incluso excluir el caso argentino de su reporte económico mundial por falta de precisiones. Por eso mantuvo la meta de crecimiento que había realizado en octubre, con una previsión negativa del 1,3% para 2020 y un leve repunte de 1,4% para el año próximo. La llegada este miércoles de la misión a Buenos Aires supone la normalización de las relaciones.
El ministro Guzmán ya había dado un primer paso la semana pasada en Roma, cuando se reunió con la directora del organismo, Kristalina Georgieva. La víspera de la visita, sin embargo, no fue del todo apacible. El Gobierno postergó de forma unilateral hasta el 30 septiembre la amortización de 96.000 millones de pesos (1.600 millones de dólares aproximadamente, unos 1.440 millones de euros) de capital del bono AF20, una letra dual emitida en pesos pero atada a la cotización de la divisa en el mercado local. Antes había intentado, sin éxito, un canje de los bonos y la emisión de un título en pesos para obtener dinero fresco.
Hay reglas de juego
El Fondo Monetario Internacional (FMI) generó alarma en los planes de Argentina para restructurar la deuda que mantiene con sus acreedores luego que el portavoz de la institución, Gerry Rice, adelantara que la propuesta podría verse afectada por las normativas del organismo.
"La capacidad del FMI para reestructurar su deuda, posponer los reembolsos y las recompras está limitada por nuestros marcos legales y políticos", dijo Rice.
Hasta diciembre de 2019, la deuda argentina se situaba en unos 327.177 millones de dólares según datos del Ministerio de Economía.
El Gobierno de Alberto Fernández ha calificado la deuda como insostenible, y por ello busca renegociar su pago antes del 31 de marzo del presente año.
La administración de Fernández aspira no sólo cerrar un acuerdo con el FMI para posponer los pagos de los préstamos adeudados al fondo, sino que la institución apruebe su plan para la restructuración del pago de los bonos.
Ante los señalamientos realizados el 8 de febrero de 2020 por la vicepresidenta del país, Cristina Fernández, el representante del organismo señaló que “No hubo violación de las reglas del FMI”.
En aquel entonces, Cristina Fernández mencionó (durante la presentación de su libro en La Habana, Cuba) que debería investigarse el préstamo otorgado al país debido a que “no sólo es el más importante de la historia, sino que se otorgó incluso violando el propio estatuto del FMI".
Antes de aceptar cualquier cambio en los términos de su actual acuerdo, querrán ver el plan de Fernández para hacer frente a más de US$320.000 millones en deuda total y para rescatar una economía que se prevé que se contraerá por tercer año consecutivo.
Las conversaciones con el FMI, serán clave para una negociación aún mayor con los tenedores de bonos para evitar un incumplimiento. Si el FMI declara que la deuda del país es insostenible, como la plantea Fernández en reiteradas ocasiones, podría darle al presidente más poder para imponer mayores pérdidas de deuda a otros acreedores.
“Si habla con acreedores privados, muchos de ellos ven al FMI como su peor enemigo”, dijo Jimena Blanco, directora de investigación política para América Latina de la consultora Verisk Maplecroft, en Buenos Aires. “Al final, el FMI podría complicar una negociación para los tenedores de bonos al acordar que, en virtud de los términos actuales, Argentina no podría cumplir con sus compromisos de deuda”.
Más allá de miles de millones de dólares en deuda, hay mucho en juego para ambas partes. Fernández prometió a los votantes que recuperaría una economía que se ve afectada por una inflación de 54% y un alto nivel de desempleo.
El FMI, un eterno villano en Argentina después de más de 20 acuerdos de financiación desde 1958, espera recuperar cierto terreno de negociación con su mayor prestatario después de que el préstamo récord de US$56.000 millones aprobado en 2018 no ayudara mucho a mejorar la economía, o su reputación en el país.
Tras dos meses en el cargo, Fernández pospuso cualquier anuncio de un plan económico inteligible y recurrió en su lugar a una serie de aumentos de impuestos, congelaciones de precios y alzas salariales para apaciguar a los votantes. “No es verdad que no tengamos un plan, no lo contamos porque estamos en plena negociación y contarlo sería mostrar las cartas”, dijo el presidente a principios de este mes en un evento en París. “Estamos jugando al póquer y no con chicos”.
Tiempo y mas tiempo es el As que necesitan
Una carta que el gobierno sí mostró fue lo que le está pidiendo al FMI: “más tiempo” para pagar la amortización de capital de su último préstamo que vence entre 2021 y 2023, según el ministro de Economía Martín Guzmán. De lo contrario, el país tardará “demasiado” en realizar pagos de intereses a los acreedores privados, señaló.
Aunque Fernández criticó al FMI en la campaña electoral, diciendo que fue en parte responsable de la crisis de Argentina, las relaciones se distendieron desde que asumió el poder. Ambas partes comenzaron a hablar positivamente sobre el otro en el último tiempo y, solo la semana pasada, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, dijo que había tenido una reunión “muy productiva” con Guzmán en Roma.
No está claro cuánta tolerancia tendrá el FMI para algunas de las heterodoxas políticas vigentes en Argentina en estos días, incluidos los estrictos controles de capital y las tasas de interés reales negativas después de cinco recortes para estimular el crecimiento a pesar de los riesgos de inflación. “La brecha entre la mentalidad del gobierno y el FMI no está tan lejos en términos de política fiscal, el principal problema es la política monetaria”, indicó Diego Pereira, economista de JPMorgan que cubre países sudamericanos.
Incluso si ambas partes llegan a un acuerdo, habrá que ver si el país convertirá su deuda con el FMI en una nueva versión del mismo acuerdo, conocido como acuerdo stand-by, o un programa a más largo plazo que requiere más reformas, conocido como programa de línea de crédito extendido. El Ministerio de Economía de Argentina declinó hacer comentarios para este artículo, al igual que el FMI.
Con información de La Nación, Ambito, Perfil, ABC y otros