En el seno de su propio partido Demócrata, los pronunciamientos de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, durante su más reciente gira por Guatemala y México, generó algunos comentarios adversos, sobre todo en el ala liberal, por su comentario “no vengan”. Y del lado de los conservadores, le fustigan haber salido al exterior sin previamente pasar una revista presencial a la crisis migratoria que se escenifica en la frontera sur de la nación norteamericana.
El Político
Los medios de comunicación estadounidenses y las agencias internacionales, entre ellos Univisión y DW, recogen las reacciones que evidencian molestias no solo en su partido, sino entre activistas hispano pro inmigrantes.
Conforme a la versión de Univisión, la visita de la vicepresidenta a Guatemala quedó marcada por sus palabras "No vengan, no vengan" a las personas del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras) que se aproximan a la frontera con México. Y a quienes les señaló que intentan realizar una “peligrosa travesía".
Las reseñas noticiosas en general convergen en señalar que Harris determinó que la frontera sur de Estados Unidos continuará cerrada a la migración. En efecto, en Guatemala pronunció: "Estados Unidos seguirá aplicando sus leyes y asegurando sus fronteras. Y creo que si llegan a nuestra frontera, los rechazarán".
Harris entre críticas por contradicciones de la Casa Blanca
David J. Bier, del taller Cato Institute, con sede en Washington, declaró a la agencia alemana DW que es una verdad que las leyes migratorias de Estados Unidos han sido todo menos condescendientes con los inmigrantes. Dijo: "La política de la administración Biden es restringir el asilo lo máximo posible".
So when Kamala Harris says, "We're going to enforce our laws and turn back everyone we can," I'm just confused.
— David Bier (@David_J_Bier) June 8, 2021
En la última campaña presidencial Joe Biden había despertó las esperanzas de muchos votantes, así como de los habitantes de América Latina. En virtud de que la Casa Blanca permitiría una mayor inmigración bajo su eventual mandato. Y que en el inicio del mandato presidencial pareció que comenzaba a cumplir.
Más aún: el mismo día de su toma de posesión, el presidente demócrata se puso manos a la obra. Fue así como detuvo la construcción del muro en la frontera con México. Y además desechó la prohibición de musulmanes que la anterior administración republicana de Donald Trump había utilizado para evitar el ingreso de personas de siete países. Poco después el gobierno norteamericano abrió las puertas de sus pasos fronterizos a decenas de miles de personas que llevaban meses resistiendo en la frontera de México, permitiéndoles, incluso, solicitar asilo.
Además Biden dio al traste con la controvertida táctica disuasoria de separar a los hijos de sus padres inmigrantes sin papeles y dispuso la reunión de estas familias. Luego restableció el llamado programa Dreamer del presidente Barack Obama. El mismo permite la residencia permanente a los jóvenes que fueron llevados ilegalmente a Estados Unidos por sus padres cuando eran niños.
Otras reacciones
Indi-Carolina Kryg, del Instituto Leibniz de Estudios Globales y Regionales de Hamburgo, comentó a DW que evidentemente Harris no dijo nada nuevo, ni en México ni en Guatemala. Comentó: "La nueva administración estadounidense dejó claro desde el principio que no quiere fomentar la inmigración. En apariencia quiere enfocar el problema de forma diferente a su predecesor".
La observadora agregó que la presencia de Harris en México y Guatemala da fe de ello. Se explica: "No viaja a los países vecinos para amenazarlos, sino para crear asociaciones".
Porque indica que en México habló de profundizar los lazos económicos. Y ofreció la posibilidad de conceder visados de trabajo a los habitantes de la frontera. Sólo en abril de 2021 habían llegado allí 178 mil migrantes. "Estados Unidos necesita la mano de obra de América Latina y precisa más vías legales de inmigración", puntualizó Kryg.