Que no iba a ser tan fácil todos lo tenían claro desde antes de la posesión. Alguna vez pareció que el “buen rollo” con el presidente Evo Morales facilitaría la ardua tarea de gestión, hasta que la “real politik” convirtió el sueño en pesadilla.
La estructura política del Movimiento Al Socialismo (MAS), sin capacidad por sí misma para hacer oposición, ha sido sustituido por el aparato burocrático del nivel central cuyos tentáculos se extienden por el modelo autonómico con más fuerza si cabe. La estructura de la Gobernación, mientras tanto, no remonta y el peso político, que se suponía se fortalecería con las nuevas inclusiones de hace ya un mes, sigue descansando sobre los hombros de Waldemar Peralta, Luis Alfaro y la incorporación de Karim Leyton a la primera línea.
El MAS lleva una década gobernando desde la iniciativa, salvo ocasiones puntuales, con una maquinaria electoral perfectamente engrasada que no descansa nunca, ni aunque no haya elecciones a la vista. Todos los poderes se alinean al servicio de la campaña y de la misión.
El cerco se estrecha
Una y otra parte tienen el diagnóstico hecho. El barril de petróleo vuelve a descender y ya apenas supera los 40 dólares. La crisis de precios va para largo. El modelo Económico Social Productivo bautizado por Luis Arce Catacora pone al Estado como motor de la economía, como primer inversor. Arce desliga esto de la tendencia de los precios internacionales. Si entra plata fresca, se utiliza, si no, se acude a los préstamos internacionales. Bolivia es todavía un país con poco endeudamiento y de momento el modelo es sostenible, aunque como reconoció él mismo, todas las fuentes tradicionales (CAF, FMI, BID, etc) están copadas.
El sistema autonómico, y también en gran parte el municipal, sin embargo, es totalmente dependiente de los precios internacionales porque sus recursos se basan en IDH y regalías para ejercer el rol de gran licitador que le ha consagrado la Constitución. Sobre todo en un departamento tan desindustrializado como Tarija. Sin plata, no hay nada que hacer salvo acudir al Estado. La maquinaria electoral no desaprovecha la ocasión.
La fiesta hay que pagarla. El MAS cuenta con una mayoría aplastante en la Asamblea Legislativa Departamental y también entre las subgobernaciones, donde el pragmatismo es la tónica habitual. Johnny Torres, subgobernador de Cercado, reveló que el Gobierno Central está dispuesto a financiar 1.000 millones de bolivianos para que se ejecuten proyectos concurrentes entre esa instancia y el nivel central. A priori los ya puestos en marcha durante las épocas de bonanza, durante el tiempo del todo vale y que ahora resultan inviables económicamente, cuando las empresas ya se habían puesto manos a la obra.
El presidente de la Asamblea Legislativa Departamental, William Guerrero, de carrera meteórica en el MAS, comprometió una Ley para viabilizar esos proyectos. Si el Gobierno se compromete a viabilizar la financiación, parece que la Ley no tendrá otro objetivo que blindar el plan de pagos de ese financiamiento. En los pasillos ya se habla de copiar la figura de las transferencias directas del Chaco hacia las subgobernaciones, en parte para evitar la figura de los débitos automáticos que tienen mala prensa por su criterio oportunista.
Una figura así no solo dejaría a la Gobernación como mera representación institucional cuya función más destacada sería presidir el desfile del 15 de Abril, sino que sobre todo, impediría abordar ningún proyecto de carácter departamental que ayudara a vertebrar el territorio entorno a unas prioridades de desarrollo en base a las capacidades. Tarija podría convertirse en una coalición de municipios ricos, con 11 parques industriales, 11 Sedecas, 11 Mega Coliseos, etc, undecuplicando todos los esfuerzos. La experiencia ya se ensayó durante la gestión de Condori con resultados contrastados.
No es la única amenaza, en la Asamblea Legislativa duerme todavía la propuesta de la Asociación de Municipios de Tarija que pretende obligar a la Gobernación a desembolsar el 1 por ciento de sus recursos en los ocho municipios del departamento, descontando los chaqueños y Tarija capital. En total un 8 por ciento que se sumaría al 45 por ciento administrado por el Chaco. El MAS tiene la mayoría suficiente para aprobar la Ley abanderada por el alcalde de Uriondo, Álvaro Ruíz, que es uno de los activos que más crece dentro del MAS con miras a las elecciones departamentales de 2020. La contemporización de la Ley depende de ello, pero se alinea perfectamente en la estrategia.
La disyuntiva
Con un sistema autonómico fallido y un Gobierno con pocas ganas de ayudar en estas condiciones, la última palabra la tendrá el Gobernador Adrián Oliva. Los suyos buscan soluciones alternativas al bloqueo económico que ha desatado el sobreendeudamiento de la gestión anterior. La crisis, que se niega desde otros niveles, es inminente: empresas al borde del colapso, deudas sin pagar, destrucción de empleo, menos circulante, impacto en la ya de por sí desestructurada economía informal, más desempleo, migración, crisis social… las consecuencias son conocidas también por el Gobierno de los datos macroeconómicos.
Por si fuera poco, el debate sobre el Pacto Fiscal vuelve a aparecer en el horizonte y los analistas empiezan a hacer sus cálculos políticos por encima de la Constitución.
A nadie le apetece en estos momentos y a estas alturas de la legislatura establecer un pulso de máximos. El diálogo parece ser de momento la opción escogida. Resistir mientras se buscan otras alternativas contempladas en la legislación para alcanzar un desahogo que haga que Tarija no se detenga. A partir de ahí, empezar a pensar en soluciones de largo plazo.
El 6 de agosto, con el presidente dando su mensaje al país desde Tarija, está marcado en el calendario.
Catacora ya puede ser Presidente
La sucesión de Evo Morales en el Movimiento Al Socialismo (MAS) es un tema tabú. Primero porque nadie cree de verdad que se vaya a elegir otro líder. Segundo y formalmente, porque el propio Morales ha aplazado hasta 2018 ese debate. En cualquier caso, cada uno va tomando posiciones y uno de los mejor colocados es, como no, el ministro Luis Arce Catacora.
Él se atribuye el milagro económico de la última década en el país por el éxito de un modelo que según explica, nada tiene que ver con los precios de las materias primas, sino que se debe a una redistribución de recursos con el Estado como principal dinamizador de la Economía. El PIB de Bolivia es inmune, siempre crece. El resto de números también. Solo falta una semana para volver a escucharlos. No importa lo que pase en su casa.
Arce Catacora es uno de los supervivientes del primer gabinete junto con el Canciller David Choquehuanca, el propio Morales y su vicepresidente. No se ha tomado ni un respiro como Carlos Romero o Juan Ramón Quintana. Siempre al pie del cañón en las buenas y, ahora, en las malas.
Su perfil ha evolucionado. Primero el yerno perfecto, aseado y con pinta de recién egresado del Doctorado de Harvard. No parecía un expropiador. Menos un barbudo guevarista. Después sacó el colmillo y se convirtió en una especie de calculadora precisa y vehemente. En su última etapa, Arce Catacora se ha puesto el traje de intelectual agresivo o irónico según el público que le escuche.
Pero sus credenciales para optar a la Presidencia se han fortalecido la última semana con Tarija como escenario. Primero porque ya está dispuesto a desplegar toda su habilidad basketbolista más allá de Achumani, segundo porque ya ha declarado la guerra sin piedad al empresariado boliviano, al que culpa de todos los males que preexisten a pesar del magnánimo modelo. Es más, por culpa del empresariado, Bolivia contrata obras por más de 6.000 millones de dólares en el extranjero e importa tecnología, y además no es productiva. Aunque a veces si lo es. Depende del dato que haga falta en el momento.
Arce Catacora está a un paso de abrazar el perfil populista necesario tras diez años de desarrollo que puede capitalizar. Con el país sembrado de canchas de fútbol, es el momento de los Coliseos.
El Prosol como dogma
No hay una herramienta en el departamento a un sector que el bono solidario y productivo comunal (Prosol). El bono más denostado por los que no lo cobran y el más apreciado por sus beneficiarios. Ni unos ni otros conocen a cabalidad la dimensión del mismo. Ni siquiera los que han diseñado el intrincado sistema de licitaciones y adjudicaciones poniendo en riesgo su propia pervivencia. El corto plazo y la avaricia han destruido un programa pionero y cargado de buena voluntad para convertirlo en una razón de ser. De unos contra otros.
El Prosol no puede desaparecer porque, entre otras cosas, es la única inversión directa que se realiza en el agro más allá de las presas interminables y algún que otro camino vecinal. Es el programa que estaba llamado a marcar la diferencia entre Tarija y el resto del país, mejorando la productividad con maquinaria y tecnología. Pero falló.
La política acabó devorando el programa y se convirtió en herramienta de poder desde el momento que se dio la potestad a unos pocos de administrar lo de todos y a llenar de plata las ideas siempre tendentes a beneficiar a unos en detrimento de otros. La autogestión fue mal gestionada y la corrupción acabó por demostrar que con poco no se pueden abordar proyectos grandes y útiles.
En cualquier caso, el Prosol es la espada de Damocles. La Gobernación asegura no tener recursos suficientes para abordarlo en su integridad en las condiciones actuales. La Federación de Campesinos rechaza cualquier modificación. De momento el Reglamento ha sido anulado y no hay acuerdo sobre qué se restituirá.
Los campesinos ya demostraron en abril tener suficiente capacidad de movilización cuando se trata de defender, hoy por hoy, su razón de ser. El conflicto social es lo que acabaría por arruinar las expectativas, pero evitarlo a toda costa puede acabar por erosionar a las bases del proyecto. La definición es inminente.
Con información de El País