Las finanzas del cielo suelen ser un atajo al infierno. Mafiosos, banqueros ahorcados, conspiraciones, secuestros y demás hitos de la crónica negra en torno al dinero de Dios confirman que nadie es capaz de ponerlas en orden.
El Político
Tras casi siete años de pontificado de Francisco, los problemas siguen sin resolverse: los números están en rojo, la Secretaría Económica permanece descabezada, su responsable, el cardenal Pell está encarcelado por abusos a menores y no ha sido sustituido.
y la bola de nieve formada alrededor del último escándalo de inversión en Londres, calificadas por el propio secretario de Estado, Pietro Parolin, de “opaco”, ha hecho emerger una guerra sucia que lleva años librándose entre distintos departamentos del Vaticano
Francisco anunció al comienzo de su pontificado que la primera reforma, pese a no ser su preferida, sería la económica. Siete años después, la Secretaría que creó sigue descabezada; el auditor que contrató para revisar las cuentas fue despedido, intimidado y amenazado con ser encarcelado si no se iba.;
El núcleo de la explosión, que generó esta semana un insólito cruce de acusaciones entre el secretario de Estado y quien fue su segundo, el carismático cardenal Angelo Becciu (ambos resolvieron luego la cuestión), se encuentra esta vez en el llamado Óbolo de San Pedro: el instrumento de la Santa Sede para recoger las donaciones del mundo católico (actualmente unos 150 países).
El organismo fue impulsado en 1870 cuando el Papa perdió los Estados Pontificios y las naciones católicas tuvieron que contribuir a la supervivencia del Vaticano: una parte se dedica a la caridad y la otra a pagar gastos de funcionamiento y demás asuntos sin especificar.
Pero la importante caída de la recaudación, ligada en los últimos años a los escándalos de abusos en Estados Unidos y al descenso de fieles invita a aumentar el riesgo de las operaciones de inversión para rentabilizar las exiguas ganancias. Aquí empezó una situación “muy delicada”, según explica uno de los protagonistas.
El Óbolo de San Pedro depende de la Secretaría de Estado, cada vez más desposeída de atribuciones (dejó de controlar la comunicación tras la última reforma) y sujeta permanentemente a rumores (el último sitúa a su titular como nuevo patriarca de Venecia). Tras los escándalos del IOR, conocido como Banco Vaticano, a principios de los años ochenta con la quiebra del Banco Ambrosiano, se decidió disminuir el riesgo diversificando la gestión de los ingresos entre la entidad y la Secretaría de Estado. Pío XII, como recordó Becciu en su defensa esta semana, ya abrió la puerta a las inversiones inmobiliarias. De modo que este organismo decidió hacerlo en 2013 entrando en el capital de un fondo de inversión que había comprado un lujoso inmueble en el barrio londinense de Chelsea.
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Fuente: El País