Johnson inicia el gobierno del pueblo mientras Escocia marca distancias. Carlos se prepara para asumir funciones de principe regente y el Rey Eduardo VII ingresa voluntariamente a un hospital por problemas de salud.
El Político
Mientras la Reina Isabel II leía por segunda vez su discurso en el Parlmento, el Rey Eduardo se preparaba para un chequeo médico en un hospital, y Carlos asume un rol cada vez mas protagónico ante la avanzada edad de sus padres, ambos por encima de los noventa años de edad.
Tuvo que leer nuevamente el plan de los tories para el futuro del Reino Unido. Inevitablemente, en algunos pasajes se repitió. Pero todo es nuevo para Boris Johnson, porque ahora tiene la mayoría parlamentaria para que se aprueben sus treinta proyectos de ley.
"Brexit", el principio del fin
Gran Bretaña dejará de ser parte de la Unión Europea el 31 de enero del próximo año. Toda la resistencia al "brexit" en el Parlamento y fuera de él se acabó. Los nuevos diputados conservadores son todos leales al mandatario británico, por lo que el "brexit" de Johnson será aprobado e implementado.
El primer ministro desea con fuerza la salida de la UE. El mandatario británico insertó una cláusula en la ley de retirada de la Unión Europea que haría ilegal solicitar una nueva prórroga. Es una medida simbólica, porque podría, si fuera necesario, cambiar esta ley de nuevo, pero al menos se compromete y, al mismo tiempo, intenta chantajear a la UE con una presión de tiempo.
El "esqueleto desnudo" de un acuerdo comercial
En Bruselas, el negociador Michel Barnier y Sabine Weyand, nueva directora de comercio de la Comisión Europea, dijeron que, en vista de que solo quedan once meses para llegar a un acuerdo con el Reino Unido, no se puede ser muy ambiciosos y sólo se puede hablar de un acuerdo comercial a grandes rasgos. Porque si la parte británica no cumple con la demanda de la UE de preservar las normas y leyes europeas, solo quedará la opción de un acuerdo muy básico sobre la libre circulación de mercancías.
Todo lo demás, desde los servicios, el mercado financiero, el tráfico aéreo, la cooperación en ámbitos como la seguridad y la ciencia, tendría que renegociarse paso a paso a partir de 2021. Un total de siete leyes están ahora sobre la mesa para completar la separación del país de la UE.
El fin de la libre circulación de los ciudadanos de la UE está explícitamente establecido: a partir del 2021 serán tratados de la misma manera que los inmigrantes del resto del mundo, quienes estarán sujetos a una nueva ley de inmigración. Además, los derechos de los trabajadores se disocian de las normas de la UE, tema que ha sido rápidamente recogido por el primer ministro en su plan de Gobierno.
Una nueva era dorada
Boris Johnson habla ahora de una "transformación total" de Gran Bretaña, prevé un mandato de diez años y quiere anunciar una "nueva era dorada".
Una de sus principales metas se centra en aumentar el gasto en el sistema sanitario en más de 30.000 millones de libras esterlinas en los próximos años. Johnson reiteró también que mejorará los pagos de enfermeras y médicos para aliviar la enorme escasez de personal, aunque muchos expertos en el área de la salud no lo ven posible. También se prevén medidas como penas más estrictas para los delitos de terrorismo y más dinero para la policía. El primer ministro británico muestra en este tipo de cosas que ha aprendido del populismo de Donald Trump: hay que repetir una frase con la suficiente frecuencia como para que esta al final se crea.
La prometida reestructuración del país, sin embargo, no puede lograrse con unas pocas medidas de infraestructura, nuevas carreteras y líneas de ferrocarril para las zonas desatendidas. Además del sistema de salud, la vivienda social, el gasto adicional en las escuelas con financiación insuficiente y la mejora de los servicios sociales figuran en la lista de deseos de los ciudadanos.
Una de las promesas del gobierno conservador es destinar fondos para el sistema de salud británico.
¿De dónde sacará el dinero?
En el presupuesto británico, se han destinado cinco mil millones de libras para gastos adicionales, según declaró el Ministerio de Finanzas. Sin embargo, la autoridad presupuestaria prevé un aumento continuo de la nueva deuda de alrededor de 20.000 millones de libras al año, y eso sin haber tomado en cuenta la ralentización del crecimiento económico debido a las consecuencias del "brexit".
Si Boris Johnson cumpliera solo una parte de sus promesas, significaría apartarse de su objetivo de un presupuesto equilibrado y de la política de austeridad de la última década. Así que, una vez que la euforia de la victoria electoral se haya evaporado, Downing Street tendrá que sacar cuentas. El gobierno necesita encontrar dinero si quiere tener algún margen de maniobra.
Escocia quiere independencia
La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, eligió cuidadosamente la fecha. Tras el discurso de la Reina y luego de que el programa de Gobierno de Boris Johnson fuera dado a conocer, Sturgeon envió una carta formal al primer ministro pidiéndole permiso para celebrar otro referéndum de independencia. Argumenta que las circunstancias han cambiado desde el último referéndum escocés en 2014, ya que ahora los escoceses están siendo expulsados de la UE en contra de su voluntad. En Escocia, la mayoría votó en contra del "brexit" hace tres años.
Este es un nuevo problema para Boris Johnson, que los anti "brexit" siempre habían predicho. La retirada de la UE debilita la cohesión en el "Reino Unido", que de repente ya no parece tan unido. En Irlanda del Norte, los nacionalistas también sobrepasan entretanto a los unionistas. El primer ministro británico asegura que hará todo lo posible para mantener el país unido, pero la resistencia y las protestas de los escoceses, que le depararon una gran victoria al partido nacionalista SNP, causarán una continua interferencia política en los próximos años y le harán la vida difícil al gobierno de Londres.
Reinado en transición
El Príncipe se prepara para asumir las funciones casi plenas de monarca en calidad de “príncipe regente”, según publican algunos medios británicos. El heredero al trono visitó a su padre, Felipe de Edimburgo, en el palacio de Sandringham.
Carlos, según la prensa británica, ha utilizado también el encuentro para preparar un aumento gradual de su papel al frente de la monarquía. Ya fue evidente su presencia en la proclamación del Emperador Hoito en Japón y en el primer discurso de la reina ante el parlamento, en octubre, donde Camila Parker también ocupó un puesto de honor.
De hecho, el príncipe de Gales ha tomado las riendas de los asuntos de la familia real. Su padre, el duque de Edimburgo, el núcleo de cualquier decisión fulminante tomada en las últimas décadas para preservar la supervivencia de la Casa de los Windsor, tiene ya 98 años.
Se retiró de la actividad pública a los 95, y, desde entonces, se ha echado de menos su influencia en algunas indecisiones de Isabel II. El diario The Daily Mail cita fuentes anónimas (como casi siempre, en este tipo de informaciones) del Palacio de Buckingham para asegurar que la reina estaría ya preparando su retirada de escena (en ningún caso una abdicación) dentro de 18 meses, cuando también ella alcance los 95 años.
La última vez que se ensayó en el Reino Unido la figura del “príncipe regente” fue en 1811, cuando episodios de enajenación mental de Jorge III llevaron a que su hijo mayor asumiera las obligaciones del monarca.
La reina ha reducido de modo notable su presencia en actos públicos.
El príncipe de Gales no ha contemplado nunca la posibilidad, de abdicar en su hijo, el príncipe Guillermo, quien goza de mucha mayor popularidad entre la ciudadanía británica. Carlos lleva toda la vida preparándose para reinar, con ideas muy claras sobre cómo debe ser la futura monarquía del Reino Unido.
Aspira el heredero a una familia real mucho más reducida en la intervención de sus miembros en la vida pública.
La tradición establece que la esposa del heredero, en el caso de que este sea varón, adquiera el título de reina (si la heredera es mujer, su esposo solo es rey consorte).