El mar Rojo solía ser una de las rutas marítimas más transitadas y seguras del mundo, sin embargo, en los últimos meses ha sido escenario de agresivos ataques por parte de los rebeldes hutíes, convirtiéndose en una zona de guerra para las embarcaciones que navegan por sus aguas.
El Político
El último incidente tuvo lugar el 17 de enero, cuando el MV Genco Picardy, una embarcación de propiedad estadounidense, fue atacado por un dron incendiario. Este incidente dejó en evidencia lo peligrosa que se ha convertido la ruta para las empresas.
Los hutíes han intensificado sus ataques en el estrecho de Bab al Mandab, apuntando principalmente a los barcos con conexiones con Israel en represalia por la guerra en la Franja de Gaza.
Estos terroristas utilizan desde secuestradores fuertemente armados hasta misiles y drones para llevar a cabo sus agresiones, lo que ha obligado a muchas embarcaciones a buscar rutas alternativas para evitar exponerse a estos peligros.
Consecuencias de los ataques
El impacto de estas agresiones no solo se traduce en la pérdida de carga y el temor constante de la tripulación, sino también en la interrupción del comercio mundial.
Todo indica que alrededor del 12% del comercio global pasa por el mar Rojo cada año, lo que representa más de US$1 billón. Sin embargo, muchas empresas navieras han optado por evitar esta zona por completo, optando por desvíos más largos alrededor del continente africano.
Estos desvíos conllevan consecuencias significativas en términos de costos financieros y ambientales. La necesidad de consumir más combustible, el aumento en las emisiones de carbono, los ajustes en los cronogramas de entrega y la búsqueda de puertos de escala alternativos son solo algunas de las complicaciones que enfrentan las empresas navieras al tomar estas decisiones.
Alejarse de esta ruta y tomar el largo desvío alrededor del cabo de Buena Esperanza (África) agrega alrededor de 3.500 millas náuticas (6.500 km) y de 10 a 12 días de navegación a cada viaje.
Por su parte las empresas navieras están priorizando la seguridad de sus tripulaciones y la integridad de la carga sobre los costos adicionales y el tiempo adicional que conllevan estos desvíos.
En el aspecto ambiental la situación es tal que incluso hay preocupaciones sobre el impacto en el medio ambiente, como los cambios en el ruido submarino y las emisiones de carbono adicionales resultantes de las nuevas variantes.
Queda claro que los ataques de los hutíes podrían arruinar las cadenas de suministro mundial, por lo que representan una seria amenaza para el comercio marítimo y sobre todo para la vida de los marinos que continúan enfrentando peligros cada vez mayores.