1. Cuando en EE. UU. (y otros países) haya más votos nulos que de cada candidato presidencial por separado, entonces podrá hacerse viable el ascenso del primer partido auténticamente centrista, del cual muchos querrán ser orgullosos promotores.
Mientras tanto, la tarea de muchos es construir un poderoso movimiento que se enfrente al todopoderoso monopolio de los zurdos y los diestros políticos. Nada más difícil, por cierto, sobre todo porque el enfrentamiento izquierda-derecha ha generado una polarización que relantiza y a veces paraliza las decisiones, y ni qué decirdel consenso de facciones opositoras.
Gonzalo Morales Divo
La tensión derecha-izquierda (D-I) ha regido la política de las democracias y repúblicas prácticamente desde la Revolución Francesa en 1789. Por su parte, la caída del bloque soviético (algo positivo) produjo un reacomodo en el que muchos países se disfrazaron de democráticos, sin serlo. (Ejemplo: Rusia misma, algunas repúblicas islámicas y mucha de la esfera de influencia del Foro de Sao Paulo.)
Por otro lado, la polarización D-I está rasgando la tela institucional de muchos países. Para ser de uno u otro polo, hay que comprar el paquete completo, el centrismo no parece tener peso político, sino ser meramente una actitud casi de rebeldía contra la polarazión. Mucha gente se está cansando de la radicalización política y de la imposibilidad de usar recursos de la esquina contraria, pero una fuerza centrista no se siente todavía en el mundo democrático, excepto quizá en los países escandinavos.
2. El más exitoso esfuerzo centrista en EE. UU. fue la candidatura de Ross Perot en 1992, quien logró 19% del voto popular. Nada mal. En Venezuela, previsiblemente, todas las candidaturas de centro o desafiliadas rodaron por una calle sin salida. Quizá Renny Ottolina hubiera dado una sorpresa en 1978, pero no tuvo oportunidad siquiera de llegar a las elecciones. De resto, Venezuela fue un país bastante centrista comparado con otras latitudes, como México y su PRI, pero vale decir que la polarización no se manifiesta solamente en ideología, sino en la supremacía de un partido que impone un modelo político determinado.
Pero ahora se plantean retos mayores. La polarización está haciendo uso de los extremos para mostrar los dientes: Ku Klux Klan vs Black Panthers (para ponerlo en dimensión figurativa); pero en realidad son personajes de carne y hueso, como Donald Trump versus -por decir alguien- y los políticos, incapaces de liderar en la calle, se adhieren a los movimientos más populares y extremistas si es necesario.
3. UN EJEMPLO DE POLARIZACIÓN. EL Covid-19 o Coronavirus. Entre 2020 y 2022, la cadena Fox condenó el confinamiento y a duras penas toleró el distanciamiento social. CNN promovió algo cercano a la paralización del país. No había mucho qué hacer si uno tenía un restaurant o lugar de encuentro.
Ahora bien ¿es negativo que un medio apoye una postura, enfoque o política? Para nada. El problema es llevar su versión al extremo porque es la opuesta del extremo rival. No se puede combatir al "enemigo" con moderación, dirán ellos.
Los demócratas se prohiben darle respiros a la gente, siguiendo directrices de seguridad mínimas. Los republicanos se prohiben medidas estrictas, aunque a veces claramente son necesarias.
Es decir, nadie se arriesga por las vías medias. O mejor dicho, las vías "ad hoc" hechas de maneras distintas según las circunstancias. Cada partido tiene "su forma de hacer las cosas" y las exhiben como un estandarte.
4. Sin embargo, no todos. Hay legisladores, gobernadores y alcaldes que tratan de satisfacer requerimientos de ambos lados de la acera, son la minoría valiente que pasa bajo el radar del "establishment".
Trump es un elemento de polarización a todo vapor. Biden parece, y creo que lo es, flexible y abierto a un equipo que ha empoderado. Pero en algunos tópicos, cruza la raya. El demócrata es un partido muy agitado por su tira-y-encoge ideológico interno (moderados vs agitadores). El republicano parece haber cedido control a los radicales.
El partido Republicano está dividiéndose entre los que siguen a Trump y el resto, que además tiene sus divisiones de siempre. La representante Liz Cheney perdió su puesto en el Congreso por oponerse a "The Donald".
Y eso es solo un lado. Por el otro: Biden y su esfera, las diversas logias del Congreso, los gobernadores y funcionarios elegidos, y el "squad" (Omar, Ocasio-Cortez) sin duda fuentes de polarización y disrupción, aunque menos ruidosas que las republicanas.
5. El centrismo sería la derrota del radicalismo, del saboteo sinoruso, de antifa, del nativismo, globalismo, supremacismo, ALT-right y todas esas amenazas de lado y lado. Pero, ojo, estamos lejos, hay que empezar.
¿Qué ventajas tiene una plataforma de centro? Enumeremos algunas:
- Posibilidad de mover acciones moderadas sin pasar vergüenza, ni ser llamados "débiles". ¡Ésa sería su fortaleza!
- Capacidad o posibilidad de moverse hacia la izquierda o la derecha, no para complacer electores, sino para configurar mejor sus decisiones.
- Posibilidad de conquistar a millones de votantes que no quieren comprar el paquete completo de uno u otro extremismo.
- Rol de "brokers" entre ambos extremos, una especie de franja flexible que se haría indispensable y garante de la estabilidad.
- Desideologización de los planes, las decisiones, los programas, las ideas, las consignas, lo que se canta y baila en las marchas, etc. Sería un baño de agua fresca para las nuevas generaciones.
- Traslado del centrismo a organizaciones tremendamente dañadas por la polarización, como la ONU, la OMS, la UNESCO y otras que han olvidado parcialmente "su misión" y la han sustituido por "sumisión" a benefactores, partidos e ideologías.
6. Quizá haya que esperar al menos una generación (o dos). La idea es provocativa precisamente porque la mayoría dirá que es imposible. Pero eran imposibles la llegada del humano a la Luna, la caída de la URSS o la quiebra de un país como Venezuela y ocurrieron.
La tarea es, pues, armar el expediente, buscar aliados y entusiasmar a las nuevas generaciones. Es correr en subida. Tocar no es entrar pero, si entramos, lo haremos por el centro.