Más de 330 empresas trasladan sus negocios a distintas ciudades de la Unión Europea y la megafactoría Tesla no se instalará en Inglaterra sino en Alemania
Las incertidumbres generadas por la salida de la Unión Europea llevan al Banco de Inglaterra a recortar las expectativas de crecimiento
El Político
La eventual salida del Reino Unido de la Unión Europea, a través del acuerdo pactado por el primer ministro Boris Johnson con el Parlamento Europeo con sede en Bruselas, ha impacto notablemente en la economía y el crecimiento económico de Inglaterra.
Afortunadamente, el crecimiento registrado en el mes de julio ha evitado que la economía británica entre en recesión; pero el crecimiento de los últimos 12 meses es el más débil en un año desde hace casi una década. Como consecuencia, el Banco de Inglaterra ha recortado las previsiones de crecimiento de los próximos tres años y el voto favorable de dos de los nueve miembros de su Comité de Política Monetaria a un inmediato recorte de tipos ha cuestionado la opinión mayoritaria, hasta ahora, de que el próximo movimiento del banco sería una subida de tipos en la segunda mitad de 2020.
Pero no sólo el Banco de Inglaterra es ahora más pesimista que en agosto sino que también la desesperanza domina el análisis de dos centros de estudios que han evaluado el impacto de una eventual salida del Reino Unido de la Unión Europea a través del acuerdo pactado por el primer ministro Boris Johnson con Bruselas.
El Instituto Nacional de Investigación Económica y Social, que sostiene que el Reino Unido es ahora dos puntos y medio de PIB más pobre de lo que sería si los británicos no hubieran votado a favor del Brexit, evalúa en un 3,5% el crecimiento de la economía y en un 2,6% el PIB por habitante la diferencia en 10 años entre quedarse o marcharse con el plan de Boris Johnson. La organización The UK in a Changing Europe lo eleva hasta un 7% por habitante en su escenario más pesimista. Ambos estudios consideran que el plan de Johnson es más costoso que el que pactó la exprimera ministra Theresa May, que nunca fue aceptado por el Parlamento.
El crecimiento en el tercer trimestre de este año ha sido del 0,3%, por debajo del 0,4% que esperaban los analistas. Ha resistido por el fuerte tirón de los servicios y un comportamiento mejor de lo esperado del sector de la construcción. Pero en agosto la economía se contrajo un 0,2% y en septiembre un 0,1%.
Actuación del Banco de Inglaterra
Tal y como se esperaba, el Banco de Inglaterra ha reducido las expectativas del crecimiento hasta 2022. Aunque el banco elevó del 1,3% previsto en agosto al 1,4% el crecimiento para 2019, recortó las expectativas a medio plazo. La economía se espera ahora que crezca el 1,2% en 2020 en lugar de un 1,6%; un 1,8% en 2021, frente al 2,3% pronosticado hace tres meses; y un 2% en lugar de un 2,5% en 2022. Eso dando por hecho que se cumple el escenario de mejoría de la economía global y de progresos en el Brexit.
¿Qué ha pasado para ese cambio tan considerable en tan solo un trimestre? Según Mark Carney, el todavía gobernador del Banco de Inglaterra, el recorte se debe a que la economía global es más débil y a que las condiciones financieras se han ido ajustando a medida que se ha ido fortaleciendo la libra (moneda oficial del Reino Unido), pero también al impacto del nuevo acuerdo sobre el Brexit, en la medida en que “los efectos de la transición” han afectado a la economía con más rapidez de lo que esperaba el Banco.
Esa ambigüedad se revela sobre todo en el hecho de que, por primera vez desde agosto de 2016, cuando el Banco reaccionó al resultado del referéndum recortando los tipos de interés, se han registrado votos a favor de un nuevo recorte dentro del Comité de Política Monetaria. La disidencia es importante porque, hasta ahora, el mercado pensaba que el próximo movimiento, aunque a bastantes meses vista, iba a ser una subida de tipos, no una bajada. No es que ahora se dé por seguro que habrá bajada, pero ya no hay unanimidad entre los analistas.
Jonathan Haskel y Michael Saunders, los dos miembros del comité que votaron a favor de un recorte de un cuarto en los tipos de interés (que están situados al 0,75%), lo hicieron porque creen que hay signos de que el mercado laboral se está deteriorando. Aunque el empleo está en niveles récord, el número de empleos vacantes en la economía ha caído de manera espectacular, lo que ellos interpretaron como un indicio de que el mercado laboral tendrá problemas pronto y habrá que recurrir a un recorte de tipos.
—Si el crecimiento global no se estabiliza y siguen afianzadas las incertidumbres del Brexit, la política monetaria puede necesitar un refuerzo para soportar las expectativas de recuperación del crecimiento del PIB y de la inflación en el Reino Unido— advirtió el Comité de Política Monetaria al término de la reunión.
Ese mensaje, unido a los votos de Haskel y Saunders, hace que haya quien ve venir un recorte, quien sigue pensando en una subida y quien cree que al final todo seguirá igual.
La opinión de los especialistas
Kerstin Braun, presidenta de la financiera Stenn Group, opina que Mark Carney hace bien en mantener los tipos de interés por el momento porque “El Brexit y los problemas comerciales han estado afectando a la economía y ahora nos han caído por en medio las elecciones anticipadas. Pero incluso si evitamos un Brexit sin acuerdo, o que se renunciara al Brexit, la economía británica está poco a poco quedándose sin gasolina, arrastrada hacia abajo por la persistencia de la incertidumbre y por la debilitada economía global”. Cree que el Banco de Inglaterra no se moverá en el futuro próximo.
George Barkley, economista jefe de Nomura para Europa, es de los que siguen creyendo que el próximo movimiento será una subida de tipos, no una bajada, pero que esa subida tardará más en llegar y no hay que esperarla “hasta finales del año que viene”.
—Las razones para mantener esas expectativas (contrarias al mercado) de subida (aunque más tarde de lo esperado) incluyen una lenta recuperación global, una solución a la parálisis del Brexit (incluso aunque sea a costa de intensas negociaciones adicionales en la próxima fase del proceso) que conducirá a un crecimiento de la demanda interna, un incremento de la inflación que la devuelva al objetivo al final del horizonte de previsiones y una política fiscal que se irá volviendo significativamente más suelta esté quien esté en el Gobierno tras las elecciones— agrega Barkley.
El gobernador Carney, cuyo sustituto a partir de enero no será decidido hasta después de las elecciones del 12 de diciembre, se ha mostrado extraordinariamente cauto a la hora de referirse al acuerdo sobre el Brexit alcanzado por el primer ministro Johnson.
Por ejemplo, no ha querido entrar en el debate sobre si el acuerdo de Johnson es más perjudicial o no que el que alcanzó su antecesora, Theresa May. Su argumento es que el acuerdo de May nunca llegó a tener el apoyo del Parlamento y por lo tanto el Banco de Inglaterra no evaluó sus consecuencias. Otros sí lo han hecho, y su conclusión es que el acuerdo de Johnson es peor que el de May y que ambos son peores que seguir en la Unión Europea, aunque ambos son preferibles a que el Reino Unido acabe fuera de la UE operando bajo las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Tesla: de Londres a Berlín
Para Elon Musk, fundador de Tesla, la multinacional automovilística que diseña, fabrica y vende coches eléctricos, componentes para la propulsión de vehículos eléctricos, baterías domésticas a gran escala y líder mundial en la venta de coches eléctricos, “El Brexit hizo demasiado arriesgado poner una Gigafactory en el Reino Unido”, donde pensaba instalar su cuarta planta esta empresa estadounidense.
Las otras tres están en Reno y Buffalo, en Estados Unidos, y Shanghái, en China.
Así, tras muchos rumores, finalmente la primera gigafactoría (así denomina la firma a sus mayores plantas) en Europa se ubicará en Berlín, la capital de Alemania. Se pondrá en marcha en 2021 y se dedicará a la producción de baterías, trenes de potencia y vehículos, comenzando por el modelo Y.
Alemania se convierte en el mercado ideal para la firma ya que es el principal mercado europeo de vehículos de lujo y cuenta con programas para incentivar la venta de coches eléctricos en detrimento de automóviles con motores de combustión.
Frente a esta ventaja, Reino Unido presenta un gran inconveniente: es que si las piezas producidas por Tesla en el Reino se calificarían o no como contenido de la Unión Europea. Este riesgo ahuyentó al fabricante que finalmente eligió Berlín como destino para ampliar su parque de gigafactorías.
Más de 330 empresas mudan sus negocios a la UE
Según un estudio de New Financial, 332 compañías de banca, mercados y gestión de activos han trasladado ya parte de su negocio desde Reino Unido a distintas ciudades de la Unión Europea (UE).
Dublín es el destino favorito, con 115 traslados, seguido de Luxemburgo, París, Fráncfort, Ámsterdam y Madrid. El objetivo de las empresas es limitar el impacto que pueda conllevar el Brexit en cuanto a restricciones en las relaciones comerciales con clientes de la UE.
El informe asegura que el plan de contingencia por parte de los bancos, las bolsas y los gestores de activos, unido a los recientes acuerdos entre los reguladores de Reino Unido y de la UE, significa que el sector está bastante bien preparado para afrontar el Brexit.
Sin embargo, New Finance advierte que el número de traslados puede crecer exponencialmente cuando la situación de Reino Unido como exmiembro de la Unión Europea quede consolidada y expiren los acuerdos temporales entre el país y la Unión Europea.
En total, estas relocalizaciones han implicado el traslado de unos 5.000 empleados y de 800.000 millones de libras en activos.
Posibles escenarios
El Instituto Nacional de Investigación Económica y Social del Reino Unido estima que, en comparación con la opción de seguir en la UE, el PIB británico caería en todas las otras alternativas. La peor sería salir sin acuerdo (pérdida del 5,6% del PIB); la segunda peor es el plan de Boris Johnson (-3,5%); luego la opción de Theresa May (-3%); y finalmente una salida que mantuviera los actuales acuerdos comerciales (-2%).
The UK in a Changing Europe (iniciativa destinada a mejorar el acceso a la investigación sobre la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea) plantea escenarios en función de factores como la flexibilidad o dureza de la política migratoria. Y concluye que, en un escenario de política migratoria liberal, el acuerdo de Johnson provocaría una caída del 2,3% del PIB y del 5,8% del PIB por habitante. En un escenario de política migratoria restrictiva, esas caídas serían del 2,7% y el 7%. El acuerdo de May costaría 38.800 millones y el de Johnson entre 40.500 y 48.800 millones de libras.
(Con información de El País, La Razón, Business Insider)