Tras el reciente encuentro de Joe Biden y Xi Jinping en el G-20 de Bali, Indonesia, la relación entre las dos primeras potencias mundiales continúa estabilizándose.
El Político
En ese encuentro, EEUU y China apartaron por unas horas sus profundas diferencias para apostar por el diálogo y la desactivación de las crisis mundiales a través del contacto de sus líderes, reportó ABC.
Al inicio de las conversaciones, Biden destacó que "como líderes de nuestras dos naciones, compartimos la responsabilidad, en mi opinión, de demostrar que China y EEUU pueden gestionar las diferencias, evitar que la competencia se convierta en algo que se acerque al conflicto y encontrar formas de trabajar juntos en cuestiones globales urgentes que requieren nuestra cooperación mutua".
El mandatario estadounidense agregó que "el mundo espera, creo, que China y Estados Unidos desempeñen un papel clave a la hora de abordar los desafíos globales".
¿Por qué es importante?
Estados Unidos y China se enfrentan a desafíos internacionales comunes que hacen que a la larga estén condenados a entenderse. Pueden darse, sin embargo, presiones políticas en los dos países que dificulten ese entendimiento y exacerben las diferencias, provocando vaivenes innecesarios en la relación bilateral.
A ojos de Washington, China es no sólo el país más poblado del mundo y un miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sino una potencia emergente en los planos económico, político y militar.
El extraordinario crecimiento de la economía china en los últimos 25 años ha hecho que su PIB se haya cuadruplicado con creces desde 1980 y que, medido en paridad de poder adquisitivo, sea ya el segundo mayor del planeta.
Sin embargo, y a pesar de las buenas palabras pronunciadas por ambos mandatarios en Bali (Indonesia), las brechas que existen entre los dos países son muy profundas y su disputa por la hegemonía en la región de Asia-Pacífico no parece que vaya a remitir en los próximos tiempos.
En conclusión
La creciente apertura de China la ha convertido en un socio comercial preeminente de Washington (el comercio bilateral ascendió a 147.000 millones de dólares en 2002) y en un lugar preferente de la inversión directa de las empresas de EEUU.
La relación con EEUU incluye intereses económicos y tecnológicos sustanciales. En 2002 China fue el cuarto mayor socio comercial de EEUU así como su sexto mayor mercado y su cuarta mayor fuente de aprovisionamiento exterior (las cifras previstas para 2003 indican que podría convertirse en su tercer mayor socio comercial, por delante de Japón).
La inversión directa de empresas estadounidenses en China supera ya los 43.000 millones de dólares y se produce en sectores de tanta importancia tecnológica como la energía, la automoción o las telecomunicaciones.
Estados Unidos está consciente de esta realidad y de la necesidad de lograr un entendimiento entre ambas potencias.
Por ello, durante su participación en la Asamblea General de la ONU, Biden dijo que "no buscamos el conflicto, no buscamos una Guerra Fría. No queremos que ninguna nación tenga que elegir entre EEUU y otro aliado. Pero, Estados Unidos promoverá un Indopacífico libre, abierto, seguro y un mundo próspero".
El mandatario reiteró el respeto de su Gobierno al principio de "una sola China" que Pekín impone como base de sus lazos con cualquier país, de forma que el único Ejecutivo chino al que debe reconocer EE.UU. es el que tiene sede en Pekín, lo que lo aleja de las aspiraciones independentistas de Taiwán.