En 1840 Alexis De Tocqueville escribió un tratado en dos volúmenes llamado “Democracia en América”. De las muy variadas y detalladas observaciones hechas por este científico social oriundo de Francia, y atraído por esta formidable implementación del sistema griego de separación de poderes, una de las más destacadas es el espíritu colectivo proclamado en 1787.
Tocqueville documenta la disposición y compromiso singular del pueblo constituido de forma prominente por peregrinos de una rectitud moral extraordinaria. Principios como el de la democracia de cabildos, el respeto a las minorías y la individualidad, la propiedad, la familia y el imperio de la ley han servido una y otra vez para imponerse sobre las múltiples tentaciones de corrupción, uniformización, hipertrofia del estado y autoritarismo que abundan a lo largo de la pequeña y gran historia americana.
Entre las taras y pecados que el espíritu descrito en la obra del académico y diplomático francés ha podido exitosamente superar, abundan los abusos y delitos de naturaleza electoral. De los más recientes tenemos las elecciones de Truman vs Dewey, Kennedy vs Nixon y Bush vs Gore.
Hoy Estados Unidos se encuentra en una nueva encrucijada provocada por la pretensión de algunos actores del ámbito político de abusar del sistema para obtener un resultado que no necesariamente refleja la voluntad ejercida por los ciudadanos.
Hay crecientes indicios de que en esta oportunidad, como en casos anteriores, la reserva moral representada en las cortes deberá arbitrar y cubrir las deficiencias que una de las ramas del poder ha mostrado padecer.
Cuando se disipe la bruma de la batalla, una vez más el sistema construido en el espíritu de los fundadores habrá de imponerse.
ASM