Con el anuncio de los responsables del Tesoro, Steven Mnuchin, y Comercio, Wilbur Ross, el presidente electo, Donald Trump, marcó la agenda económica del nuevo gobierno de EEUU: bajada de impuestos, desregulación financiera y proteccionismo comercial.
Aunque había pocas dudas sobre las recetas económicas del magnate neoyorquino, que durante la campaña electoral había subrayado los ejes de su gobierno de llegar a la Casa Blanca, la designación de Mnuchin y Ross certifica el regreso al liberalismo económico clásico con un énfasis en el nacionalismo comercial.
Mnuchin es un producto clásico de Wall Street: hijo de banquero de Goldman Sachs y con talento para hacer negocio en los momentos más complicados de la crisis hipotecaria de 2008.
Apenas horas después de conocerse su designación para encabezar el Tesoro, remarcaba su intención de aplicar notables recortes de impuestos a la clase media y desmontar la ley Dodd-Frank, impulsada por el presidente Barack Obama para elevar la regulación sobre las grandes entidades financieras.
Con Mnuchin, Trump apuesta por un banquero consolidado, pese a que supone tener que salirse de su crítica frontal a Wall Street por tener controlado el centro del poder político en Washington.
"El primer problema con la Dodd-Frank es que es demasiado complicada y frena el préstamo. Así que vamos a revertir partes de la ley y esa será la principal prioridad en el lado de la regulación", dijo el previsible nuevo secretario del Tesoro, ya que aún debe ganarse la confirmación por parte del Senado.
En gran medida, los planes de Trump se basan en dar marcha atrás a lo aplicado por Obama, quien heredó una economía en coma tras el estallido de la mayor crisis sufrida por EEUU desde 1930 y cuyo gobierno rescató de la quiebra a empresas símbolo de la economía, incluidas la aseguradora AIG y el gigante automovilístico General Motors.
Ahora que la economía goza de buena salud según los indicadores macroeconómicos, con una tasa de desempleo del 4,6 % y una inflación que comienza a repuntar, la propuesta de Trump es que el gobierno federal se haga a un lado y devuelva la iniciativa al sector privado.
Sobre impuestos, la intención de Mnuchin es simple y clara: "Habrá la mayor reducción desde (Ronald) Reagan", quien fuera presidente estadounidense entre 1981 y 1989.
Por lo que se refiere a Ross, multimillonario inversor de 78 años y conocido por su capacidad para reflotar empresas en bancarrota y con experiencia en el sector minero y siderúrgico, el objetivo es reforzar la creación de empleo en EEUU y ahondar en el proteccionismo comercial del que ha hecho gala Trump durante la campaña.
Precisamente este jueves, Trump alardeó en una visita en una fábrica de Indiana de su capacidad para lograr mantener en EEUU un millar de empleos y advirtió que a partir de ahora las empresas que quieran dejar el país afrontarán "consecuencias".
Poco después, en un acto en Cincinnati (Ohio) dentro de la "gira de agradecimiento" a sus votantes, el presidente electo resaltó que sus designaciones representan auténticos líderes capaces "de hacer dinero", al rechazar las críticas sobre la elección de millonarios para integrar sus gabinete ministerial después haber hecho campaña a favor del trabajador medio.
Desde la oposición, las críticas no se hicieron esperar, especialmente por el ala más liberal del partido demócrata.
"Steve Mnuchin es solo otro privilegiado de Wall Street. Este no es tipo de cambio que Washington prometió traer a Washington. Esto es hipocresía en su peor forma", señalaron en un comunicado conjunto los senadores Bernie Sanders, de Vermont, y Elizabeth Warren, de Massachusetts.
Los mercados ya han dado su primer veredicto: el Dow Jones de Industriales, el principal indicador de la Bolsa de Nueva York, ha subido más de un 4 % desde las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre.
Con información de: EFE