La ubicación de una vivienda dejó de ser, como hasta hace poco, una de las referencias principales del poder adquisitivo o estrato social de las familias en Venezuela, tras años de colapso económico que modificaron, entre otros aspectos, las variables que segmentan a la población.
El Político
Hoy una persona que viva en una urbanización del este o del sureste de Caracas, sin embargo, sus ingresos económicos pueden no estar acordes a la zona donde reside; de hecho puede ubicarse en un “estrato bajo", y otra que viva en un zona pobre puede estar en el “estrato medio emergente”, referente a un grupo social que no responde a las características convencionales que definían a la clase media años atrás.
Por qué es importante
No es para nada extraño ver en muchas urbanizaciones acomodadas o lujosas de Caracas, quintas o casas enormes con muros gastados, jardines abandonados o autos viejos en las cocheras.
Muchos de los dueños son profesionales que ahora están desempleados o reciben una pensión que apenas pasa los 5 dólares, que además compensan con remesas u otras “transferencias no laborales”.
Incluso, otros propietarios alquilaron parte de los espacios de su casa para poder tener ingresos, según señalan la Voz de América y El Nacional en sendos reportajes.
Crisis prolongada
Luis Pedro España, sociólogo y coordinador de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), dice que “cuando las crisis son muy prolongadas, de una década o un poco más, la clase media pierde la capacidad de generar ingresos porque no hay oportunidades”.
“Uno puede tener un apartamento en los Palos Grandes”, una zona de clase media en el noreste de la capital, “y no tener con qué comer.”
Venezuela lleva casi una década sumida en una crisis económica sin precedentes, que acabó con el poder adquisitivo.
“Es una economía que ha perdido 80% de su tamaño entre 2014 y 2020”, señala el economista Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, en un video en redes sociales.
En 2014, la actividad económica de Venezuela comenzó a caer, en medio del desplome de la principal fuente de ingresos del país: el petróleo, que cinco años después fue blanco de un embargo por parte de Estados Unidos.
En 2019, además, el dólar se impuso como moneda de facto ante una flexibilización del control de cambio y una liberación de precios para encarar una escasez aguda.
España señala que con la crisis “los activos, de recursos humanos y recursos fijos, se van consumiendo (…) y eso hace que efectivamente la capacidad de la clase media de generar ingresos también desaparezca”.
Olivares destaca que “en los últimos meses la economía sufrió un cambio que permitió algo de crecimiento, pero luego algunos eventos trastocaron eso y la economía nuevamente se resiente y vuelve a caer”.
Y precisamente la dolarización fáctica de la economía alteró las variables para la estratificación socioeconómica.
Conclusión
En Venezuela todo está marcado en moneda extranjera. Plomeros, manicuristas, mecánicos, taxistas… Todos cobran en dólares, menos los empleados públicos y pensionados, que buscan alternativas en la economía informal.
El ingreso promedio del venezolano, según Datanálisis, es de 240 dólares mensuales. La firma insiste en que el salario mínimo dejó de ser una referencia válida hace muchos años. Pero de cualquier forma sigue siendo el más bajo de la región.
Luis Vicente León señala que “si el ingreso de una persona en Venezuela no se dolarizó no importa que tú vivas en un apartamento en El Cafetal (urbanización de clase media-alta en Caracas), que compraste en tu época de oro”.
“Si tu ingreso es una jubilación en bolívares o un salario de maestro que no se indexó a la moneda extranjera, tú puedes vivir en El Cafetal, pero tienes seguro dos hornillas que no funcionan y un baño con goteras y no porque no pudiste conseguir al electricista o el plomero, sino porque no lo puede pagar”, agrega.
Entonces, explica, no importa que una persona tenga “una condición educativa o de locación de clase media, porque tú no tienes un ingreso de clase media y por lo tanto su consumo y su grupo no es el de clase media”.
Y pone como ejemplo a una señora que viva en Petare, una gigantesca barriada de casas de ladrillo expuestos y techos de zinc, “que recibe 300 dólares o 200 dólares de remesas de sus hijos”.
“Su capacidad de consumo no es la capacidad de consumo del 38% de la población excluida (…), ella tiene una capacidad de compra que incluso puede ser superior a la que tiene ese maestro o ese profesor jubilado”.