Egipto despidió hoy a las 23 víctimas mortales del ataque contra la iglesia de San Pedro, con ceremonias oficiales y en medio de las peticiones de la minoría cristiana para que se haga justicia.
"Han sido degollados como palomas, queremos (justicia por) nuestra sangre derramada", gritaba desconsolada una anciana, que perdió a su hermana en el atentado, tras la misa oficiada esta mañana por el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Copta, Teodoro II, en honor de los fallecidos, en la iglesia de la Virgen, en el este de El Cairo.
Su hija, Amal, explicó a Efe que varios de sus parientes se encuentran entre el medio centenar de heridos que causó la explosión y aún están hospitalizados, mientras su madre se golpeaba con fuerza la cara y el pecho en señal de duelo.
"¿Queréis nuestras tiendas y nuestras casas? Vale, pero no (os llevéis) al niño que hemos parido y hemos criado con dificultad", lloró desconsolada la anciana, dirigiéndose a la mayoría musulmana de Egipto.
"Nosotros no somos muchos, somos muy pocos, y ya no quedamos más porque en cada fiesta matan a unos cuantos", añadió la mujer de pelo blanco y vestida de negro, mientras su hija pedía a dios que se vengue de los que perpetraron el ataque.
El presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, reveló hoy que el atentado fue llevado a cabo por un terrorista suicida de 22 años, identificado como Mahmud Shafiq Mohamed Mustafa, que detonó el cinturón de explosivos que llevaba adosado al cuerpo en el interior del templo religioso, adyacente a la principal catedral de El Cairo.
El mandatario hizo el anuncio durante el funeral de Estado celebrado tras la misa, al cual asistieron los familiares de las víctimas, representantes del Gobierno y de las instituciones cristianas y musulmanas.
Los féretros, envueltos en la bandera egipcia, fueron llevados en andas por militares, en medio de un imponente despliegue de uniformados y agentes de la Policía.
Al Sisi no acusó directamente a ningún grupo del ataque, pero hizo una referencia velada a sus enemigos, el grupo Hermanos Musulmanes, al que apartó del poder con un golpe de Estado en julio de 2013.
"Las fuerzas del mal han fracasado a la hora de incitar a los egipcios usando las condiciones económicas como pretexto y ahora atacan a los coptos, después de haber atacado varias iglesias en el pasado", dijo, según un comunicado de la presidencia.
"Los Hermanos (Musulmanes) son los que hacen estas cosas, antes vivíamos juntos y no pasaban estas cosas, pero en los últimos cuatro años, desde que aparecieron los Hermanos, han destruido el mundo", dijo a Efe una mujer que acudió esta mañana a la misa en solidaridad con las víctimas y que prefirió mantener el anonimato.
"La ley no se aplica en este país, no se juzga a quien mata; aunque los metan en la cárcel, no los condenan", añadió.
En ese sentido, Al Sisi instó hoy al Gobierno y al recién formado Parlamento a acelerar la redacción y aprobación de las leyes pendientes porque, hasta entonces, "la Justicia no podrá actuar de forma firme".
Aún así, entre los cristianos egipcios, que representan en torno a un 10 por ciento de la población, hay un sentimiento de injusticia basado en décadas de discriminación y de violencia sectaria, así como de instrumentalización por parte de todos los Gobiernos.
"Siempre nos hacen esto, siempre hay injusticia (hacia nosotros). Ellos (las autoridades) ni siquiera nos dejan entrar en la iglesia y han arrestado a 50 de los nuestros esta mañana, y nos han acusado de tirarles piedras y botellas, pero no tenemos nada en nuestras manos", aseguró un joven de nombre Mina, con los ojos hinchados de llorar.
A decenas de cristianos, que habían acudido a rezar por las víctimas, se les impidió acceder a la ceremonia oficiada por el patriarca copto, por lo que se manifestaron frente al cordón policial establecido en torno al templo.
Los jóvenes, casi todos varones y procedentes de barrios cristianos humildes de El Cairo como el de Shubra, pidieron justicia por la sangre derramada de sus "hermanas".
La mayoría de las víctimas mortales son mujeres, porque la explosión tuvo lugar en la bancada de la iglesia reservada a ellas a la izquierda del altar, durante la misa del domingo por la mañana.
Muchos todavía se preguntan cómo pudo ocurrir, ya que el complejo eclesiástico de la catedral de San Marcos siempre está fuertemente vigilado, pero Al Sisi aseguró hoy que no hubo "fallos de seguridad".
Entre el miedo a los islamistas y a la desprotección estatal, sólo algunos fieles se han atrevido a responsabilizar al Gobierno de esta nueva tragedia, mientras pocos confían en que se haga justicia en esta ocasión.
Con información de EFE