La construcción de grandes centrales hidroeléctricas en Brasil ha desplazado a miles de familias y una "pesadilla" para las empresas que tratan de reasentarlas como exige la legislación local.
Pero no es exclusivo de este país. En todo el mundo, resultó empobrecida la mayoría de la población afectada por 36 de 44 centrales hidroeléctricas construidas desde 1936, concluyó un estudio fechado en 2005 de Thayer Scudder, profesor de antropología en el estadounidense Instituto Tecnológico de California.
En realidad solo tres de las centrales permitieron mejorar la vida de las personas. En otros cinco casos se logró recomponer el nivel de vida anterior. De las 50 centrales investigadas, 19 fueron de Asia, 10 de América Latina y el resto de otras regiones, pero solo 44 presentaban datos suficientes para el estudio comparativo.
Dos hidroeléctricas gigantes recién construidas en el río Madeira, en el tramo que cruza el extenso municipio de Porto Velho, en el noroeste de la Amazonia brasileña, tienden a engrosar las estadísticas negativas, pese al esfuerzo desplegado, con inversiones millonarias en los reasentamientos.
Seis años después del desplazamiento, las familias reasentadas por las centrales de Jirau y Santo Antônio, la tercera y cuarta del país respectivamente, siguen dependientes de la ayuda de las empresas concesionarias y una parte minoritaria renunció al nuevo hogar.
La escuela de la Nueva Villa Teotônio tiene la mitad de los “casi 300 alumnos” de su anterior ubicación, y el número “tiende a seguir disminuyendo cada año”, pese a sus nuevas instalaciones más amplias y modernas, lamentó a IPS la vicedirectora Aparecida Veiga.
La aldea de pescadores surgida siete décadas atrás junto a la cascada Teotônio menguó junto con su escuela, al ser reubicado en un sitio más alto, a salvo de la inundación por el embalse de Santo Antônio, construido entre 2008 y 2012 a seis kilómetros de la ciudad de Porto Velho, capital municipal y del estado de Rondônia.
“Tenemos aulas con cinco alumnos en la mañana, en contraste con los hasta 42 alumnos en la vieja sede, con profesores subutilizados, necesarios en otras escuelas”, reconoció Veiga.
“Abajo”, como se refiere a la villa sumergida, “la comunidad estaba muy conectada a la escuela, favoreciendo la enseñanza, acá tenemos el problema de las drogas, niñas embarazadas. Se les quitaron las raíces, la cultura”, observó. Una pérdida fue la cascada, sumergida por la represa.
Con información de IPS