Miami se ha transformado con los años en un punto de atracción para quienes abandonan sus países por motivos políticos. Es una ciudad donde confluyen particularmente los que están comprometidos a luchar por el retorno del estado de derecho a sus países respectivos, por supuesto que hay emigrantes, pero el quehacer político foráneo de esta ciudad, si acaso, es solo superado por el de Washington.
Pedro Corzo/El Político
Este fin de semana se mezcló, una vez más, la política y la nostalgia profunda y tuve el privilegio de estar presente en ambas experiencias.
El sábado, el Directorio Democrático Cubano que dirige Orlando Gutiérrez organizó un desayuno que conmovió a muchos. Asistieron exiliados de Nicaragua, Venezuela y Cuba. Todos fueron enfáticos en reafirmar la alianza democrática entre los tres pueblos, el compromiso de continuar la lucha y apoyarse mutuamente, una labor que han cumplido Gutiérrez y el Directorio por muchos años.
El objetivo era hacer conocer las más recientes actividades de la Comisión Internacional Justicia Cuba a favor de constituir un tribunal ad hoc para procesar por crímenes de lesa humanidad a la mandancia del castrismo y sus sicarios.
Este trabajo, demanda ingentes gestiones y recursos para costearla, pero de lograrse el objetivo, establecería un precedente de doble utilidad para varios países del hemisferio, porque sería la primera vez que funcionarios de una dictadura en el poder son procesados judicialmente, lo que repercutiría favorablemente en las gestiones al respecto que pudieran hacer los venezolanos y nicaragüenses que quieren juzgar a sus respectivos déspotas, agregó a la oposición boliviana, porque el régimen de Evo Morales no se escapa de la impronta castro chavista.
La otra actividad tuvo lugar el domingo, en casa de uno de los baluartes de la lucha por un estado de derecho, Ángel de Fana, un gladiador incansable, un ex prisionero político que apoya y respalda a los que luchan en Cuba y fuera de ella, un Plantado por la libertad y la democracia, que es un ejemplo de compromiso para todos sus compañeros.
De Fana organizó un encuentro de expresos. Nos reunimos más de medio centenar, su esposa Rosa, hija de otro expreso político, Paulo Prieto, 25 años en prisión, estaba al frente de aquel encuentro bullicioso y jovial que nos cargaba a todos de entusiasmo y en cierta medida fortalecía el compromiso de luchar por nuestros derechos hasta que sea necesario.
Este encuentro tuvo su foco central en la sala de la casa. Allí se encontraba Ariel Semanat, 74 años de edad de los cuales cumplió 17 en prisión con un cáncer sin retorno en el páncreas, pero con una jovialidad y confianza en el futuro que desmiente qué solo le queden unos pocos meses de vida.
Semanat, estaba sentado con una guitarra en las piernas, conversando de los tiempos en que junto a de Fana y Reinaldo Naranjo Tres Palacios, formaron un trio, “Los Magníficos”, que amenizaban las horas presidiarias. Eran tiempo de fuertes voces, de trepidante nostalgia por la familia y la novia, sueños de andar por las calles y vivir en plena libertad con la dictadura derrocada. En aquel entonces, cantaban a pleno pulmón, sus voces derretían las rejas y todos, sentíamos que habíamos recobrado nuestras vidas.
No fueron muchos los cantantes en presidio pero nos alegraban aquellas duras horas hasta que llegaba un esbirro de la tiranía y exigía silencio a gritos, mientras, empuñaba un fusil checo R2 listo para ser disparado. Muchos han partido, Manuel Villanueva, el cantautor de La Montaña, y Julio Hernández Rojo, dos compatriotas íntegros. Todavía tenemos con nosotros a de Fana, Semanat y Mario Fajardo, cuya voz ha vencido los años, y que con su melodía ameniza los encuentros en casa de Alfredo y Nena Elías.
Ariel Semanat cantó esa tarde numerosas canciones, en español e inglés. A su lado estaban Enrique Ruano tratando de seguirle el ritmo y Jorge Luis Garcia Pérez, “Antúnez”, enfrente Luis Gonzales Infante, robles todos, de nuestra lucha.
Fue una bella tarde, una excelente comida, pero lo más importante, todos testimoniábamos con anécdotas y recuerdos el orgullo de haber sido parte del presidio político cubano.
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