China pretende cambiar la historia del COVID-19. El régimen comunista de Xi Jinping echa mano de todos sus recursos propagandísticos para no aparecer como el país donde el coronavirus se originó. La tesis que trata de imponer es que la pandemia no empezó en el mercado de Wuhan, sino que ese fue el primer lugar donde se detectó el virus.
El Político
El discurso de los medios estatales de China se orienta ahora a vincular el origen de la pandemia con comida congelada importada. Como China pretende cambiar la historia del COVID-19, tiene toda una estrategia comunicacional destinada a lograrlo. De hecho, un médico que estuvo en Wuhan denunció el encubrimiento de China.
El mensaje de los medios controlados por el Estado comienza a implantar una mentira, que, de tantas veces que se dice, parece verdad. Plantean no solo que el virus llegó en supuestos empaques de alimentos contaminados. También afirman que todo ocurrió antes de diciembre de 2019.
Para lograr que la población se crea ese cuento chino, las televisoras difunden series en las que sustentan la tesis propagandística del régimen.
Como parte de la estrategia en la que China cambia la historia del COVID-19, quieren validar "investigaciones" en revistas científicas. Las supuestas investigaciones estarían orientadas a sembrar la idea de que el coronavirus se origina en India, señala El Economista, diario de México.
El hecho de responsabilizar a India tiene un claro interés en materia de política internacional. Durante la administración de Donald Trump, Estados Unidos ha impulsado el crecimiento de India, como forma de hacer un contrapeso regional al afán expansionista de China. En este escenario, para China resulta conveniente poder culpar a India de ser la cuna del mal que ha causado tantos estragos en el mundo.
"El virus chino", como lo bautizó Trump, deja un saldo rojo de 1.5 millones de muertes, más de 60 millones de contagiados y pérdidas económicas incuantificables a escala mundial.
Con información de El Político y El Economista