Venezuela fue una vez el país más próspero de América Latina. Durante la última década, la mala administración de los fondos estatales y el colapso de una economía unidimensional que depende en gran medida de las exportaciones de petróleo han enviado al país a una espiral descendente.
La Patilla
La situación humanitaria en Venezuela se ha deteriorado desde 2014, con tasas alarmantes de pobreza extrema, desnutrición y una de las tasas más altas de homicidios en América Latina. La moneda venezolana, el Bolívar, se ha vuelto prácticamente inútil, con una inflación que alcanza el 2,600 por ciento en 2017, agotando las pensiones y haciendo que los salarios de los empleados gubernamentales relativamente bien remunerados y los profesionales calificados sean insuficientes para cubrir las necesidades básicas de sus familias, reseña reliefweb.
Las penumbras del venezolano con el "famoso" CLAP y sus alimentos en deterioro https://t.co/LFbACGiXhT #ElPolitico pic.twitter.com/3tQkHisKiA
— El Político (@elpoliticonews) July 18, 2018
Sin un final a la crisis a la vista, los venezolanos están dejando su país en números récord. Según la Organización Internacional para las Migraciones, más de 1.5 millones de venezolanos han migrado en los últimos dos años. Este nivel de movimiento está a la par con los niveles de refugiados de los sirios que huyen de la guerra a países vecinos y los refugiados rohingya que huyen a Bangladesh. La mayoría de los refugiados venezolanos se han establecido en ciudades en las fronteras de Colombia y Brasil, como Cúcuta y Boa Vista, viajando frecuentemente de ida y vuelta para traer dinero a casa.
Aunque no es un país fronterizo con Venezuela, Perú también está viendo un número cada vez mayor de refugiados, con aproximadamente 1.000 que llegan cada día. Los puntos fronterizos en Perú no están equipados para recibir grandes afluencias de refugiados, que a menudo tienen mala salud y necesitan atención médica inmediata, alimentos, agua y suministros de higiene. El riesgo de violencia sexual y de género, trata de personas y explotación también es una preocupación creciente para las autoridades locales y nacionales.
Continuar leyendo en: La Patilla