Una pareja de estadounidenses evangélicos han sido designados por el gobierno del presidente Nayib Bukele para manejar los negocios referidos con el tema de la criptomonedas, particularmente con el Bitcoin (BTC).
Mario A. Beroes Ríos/El Político
Estos "criptoevangelistas," que se presentan como "inversores y lobistas de la moneda digital, serán quienes manejen la recién creada Oficina Nacional del Bitcoin de El Salvador.
Bukele es como Kennedy
Max Keiser, ex corredor de la Bolsa de Nueva York, fue designado por el mandatario centroamericano en el nuevo cargo, y lo ha comparado con el expresidente John F. Kennedy, y a El Salvador con "el reino de Camelot, la tierra prometida del bitcoin desde donde luchar contra malvados dragones con forma de impuestos y bancos centrales".
Este ex broker de Wall Street, y fan de las propuestas económicas de Vladimir Putin, era hasta hace unos meses otro de los muchos personajes estrafalarios que empezaron a llegar al país centroamericano tras la decisión de su mandatario, hace dos años, de convertir a El Salvador en el primer Estado en aceptar el bitcoin como moneda legal.
Por qué es importante
Keiser se autodefine como "periodista, anarcocapitalista y ciberutópico." Pero ex compañeros en la bolsa lo recuerdan como "un oportunista más", que dejó el trabajo en la medida en que se desinflaba la burbuja inicial de las criptomonedas.
En El Salvador, apenas un 14% de los comercios utilizan o han utilizado el bitcoin alguna vez, según cifras oficiales.
Keiser estará en el cargo junto con su esposa Stacy Herbert, también evangélica y "conocedora del tema cripto", según dice su CV.
Ahora son dos burócratas al frente de la Oficina Nacional del Bitcoin de El Salvador, uno de los países más pequeños y pobres de la región.
$ 200 millones para crear una oficina
La creación de la Oficina, como el resto del proyecto cripto de Bukele, está rodeado de un misterio y silencio oficial muy sospechoso.
Las únicas cifras que se conocen son los $ 200 millones, como gasto inicial en la infraestructura; una veintena de cajeros automáticos y una aplicación de celular, con la cual se posesionaría la moneda digital.
Tampoco se sabe el monto exacto de lo invertido en la criptomoneda líder por el gobierno de El Salvador. Más allá de los tuits del presidente.
Siguiendo el ejemplo de Bukele, ambos estadounidenses usan las redes sociales como influencers adolescentes. Max Keiser y Stacy Herbert suman más de 700.000 seguidores. Sus programas de Youtube y podcast son la principal fuente de información sobre la política del bitcoin en la nación centroamericana.
Ambos se presentan como una especie de criptopolicías o criptojueces. Están autorizados a investigar posibles fraudes y son los que deciden qué inversor entra al juego y cuál no.
“No recibimos ningún salario por esto. Lo hacemos por el presidente Bukele. Yo diría que es un acto de amor”, dicen al unísono Keiser y Herbert.
Dejando al margen el supuesto altruismo, la pareja es propietaria de Heisenberg Capital, un fondo de la compañía Bitfinex, una de las mayores plataformas del mundo para la compraventa de bitcoin. También son dueños de El Zonte Capital, otro fondo destinado exclusivamente a las inversiones digitales en El Salvador.
Conclusión
La Oficina Nacional del Bitcoin está adscrita a la Presidencia de la República y tiene potestad para establecer incluso relaciones internacionales.
Tiene la capacidad de diseñar políticas públicas que son obligatorias para otros ministerios del país y otorga a Keiser y Herbert títulos oficiales para inaugurar embajadas bitcoin en Europa y Estados Unidos.
Texas y Suiza ya cuentan con estas particulares delegaciones salvadoreñas paralelas a la diplomacia oficial, y esto constituye un peligro ya que se está construyendo una red de diplomáticos apócrifos que le servirá de repetidores de la propaganda oficial y corporativa.
En El Salvador no hay diferencia entre las fianzas personales de Bukele y las finanzas públicas y los peligros de la apuesta por el bitcoin del presidente de El Salvador, van desde la extrema volatilidad a la opacidad de sus operaciones, que están en la mira de los oráculos del mercado; desde Fondo Monetario Internacional, las agencias de rating o el propio Gobierno estadounidense.
Bukele está confiado en que el dinero para construir, edificar y mantener escuelas, hospitales y el resto de los servicios vendrá de los llamados bonos volcán o bonos bitcoin, que son nuevos títulos de deuda pública salvadoreña respaldados por la cartera de bitcoin.
Un año y medio después del anuncio, y pese a las advertencias del FMI, ya está lista la ley que permite emisiones por hasta 1.000 millones de dólares. En todo ese proceso también ha estado involucrada la pareja Keiser-Herbert.
Según una investigación de The Wall Street Journal, la empresa nodriza de sus dos fondos, Bitfinex, proveerá no solo de la plataforma tecnológica para las emisiones, sino que solicitarán también una licencia para operar como traders.
Keiser y Herbert no son los únicos personajes con interés e influencia en el mundo cripto que han colaborado en la implantación de la política económica salvadoreña. Jack Mallers, un joven de 27 años que creó una aplicación para trasferencias instantáneas de dinero vía bitcoin, fue uno de los asesores más cercanos del presidente en la redacción de la ley que implantó formalmente la moneda en el país.
El cruce de influencias también aparece en este caso. Mallers buscó explotar su aplicación en el mercado de las remesas. El 20% del PIB de El Salvador proviene del envío de dinero de migrantes, sobre todo en EEUU. El negoció no prosperó y Mallers, según fuentes cercanas, no ha vuelto a pisar el país.
Apenas el 2% de las remesas se canalizan por bitcoin, según datos del Banco Central. Y alrededor del 70% de los salvadoreños no disponen siquiera de una cuenta bancaria.
La inclusión financiera era uno de los objetivos del proyecto bitcoin que manejaba Bukele. Pero no hay una política pública que desarrolle estos objetivos.
Las otras metas eran potenciar la imagen de marca del país y la recepción de turistas. Pero con todo lo que ha pasado en los últimos meses en el bitcoin, caída de precios, fraudes financieros, el perfil financiero de El Salvador ha caído en vez de subir.
La cotización del bitcoin se ha desplomado en el último año más de un 40%. Desde el inicio de la aventura de Bukele, las alertas del FMI han ido en aumento.
El último foco ha sido la que parece una inminente emisión de los llamados bonos volcán. En un comunicado del mes pasado, la institución internacional subrayó que “dados los riesgos legales, la fragilidad fiscal y la naturaleza en gran parte especulativa de los criptomercados, las autoridades deberían reconsiderar sus planes de ampliar la exposición del Gobierno [salvadoreño] a bitcoin, incluida la emisión de bonos tokenizados.