No la tiene fácil el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, por lo menos a lo interno de su gobierno. Los problemas se le multiplican, y cuando cree haber solucionado uno, de inmediato le estalla otro, tan duro o más que el que acaba de solucionar.
Mario Augusto Beroes Ríos/El Político
Pandemia y sus consecuencias, desabastecimiento y ahora inflación son algunos de los embrollos o problemas a lo que ha tenido que enfrentarse el mandatario estadounidense.
Y es este último tema al que vamos a referirnos, ya que Joe Biden tiene que solucionar el asunto de quién va a presidir la Reserva Federal (Fed), el banco central de su país, y le quedan menos de 72 horas para tomar una decisión.
Biden ha decidido saltarse una tradición, y acortar el nombramiento, que se hacía cerca de la celebración del Día de Acción de Gracias, el 25 de noviembre.
Con la lista de candidatos reducida a sólo dos aspirantes: el actual presidente del banco central, Jerome Powell, y la gobernadora de la Fed Lael Brainard, única demócrata de la Junta de Gobernadores, Joe Biden debe sopesar si abre otro frente político o garantiza que no habrá sobresaltos en dicho organismo durante 2022.
¿Powell hasta febrero?
El mandato de Powell finaliza el próximo mes de febrero, una situación que ya de por sí "aumenta la incertidumbre en los mercados financieros sobre el cumplimiento del cronograma de reducción gradual de la compra de activos de la Fed y cuándo se producirá la primera subida de los tipos de interés oficiales.
Powell es considerado un destacado miembro de los ‘moderados’ dentro del Comité Abierto de Política Monetaria (FOMC), con una postura claramente acomodaticia desde el inicio de la crisis del coronavirus, tal como lo señala el portal bolsamanía.com.
Por lo tanto, los expertos señalan que en términos de política monetaria, la diferencia es mínima.
No obstante, Brainard, que lleva en su cargo desde 2014, se percibe como algo más amenazadora por el mercado, ya que es defensora de una regulación bancaria más estricta.
Desde el punto de vista político, recibe apoyo del ala más radical de los demócratas, que además quiere a la Fed más involucrada en temas de cambio climático y justicia social.
Powell, en cambio, cuenta con el respaldo público de varios senadores demócratas y republicanos, incluida la mayoría de los republicanos del Comité Bancario, que es el organismo encargado de ratificar al presidente de la Fed, y el demócrata moderado clave Jon Tester, de Montana.
Aun así, el presidente del Comité Bancario del Senado, Sherrod Brown, dijo que no tiene dudas de que el Senado confirmará a cualquiera de los dos candidatos.
Pese a esta afirmación, observadores del mercado indican que Brainard generaría fricciones en el Senado entre el ala izquierdista y el ala más moderada de los demócratas.
De hecho, auguran una aprobación de Powell sin sobresaltos, algo que no pasaría con su rival, lo que podría desencadenar una guerra en el Senado de EEUU, en un momento en que hay numerosos frentes abiertos.
Joe Biden: De tin marín
Además, Biden se arriesgaría a poner en duda la credibilidad de la Fed si su candidato no genera consenso en el Comité Bancario del Senado.
"Esta es una de las razones por las que creemos que Joe Biden podría volver a nombrar a Jay Powell”, explica Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers.
“Que la Fed siga siendo creíble, ayuda a contener cualquier endurecimiento de las condiciones financieras impulsado por el mercado mientras esperamos que la inflación observada finalmente caiga.”
En pocas palabras, lo que el mercado está fijando en este momento es un endurecimiento temprano y “preventivo” de la política monetaria, que no necesitaría ir muy lejos para evitar que la inflación se vuelva incontrolable.
En este sentido, el experto concluye que “la clave, es que el mercado cree que Powell podría hacerlo sin provocar una pérdida masiva de la producción y eso es un resultado neto positivo”.
Joe Biden y los retos de la inflación
Sea quien sea el elegido, el próximo jefe de la Fed se enfrentará a decisiones difíciles e inmediatas sobre cómo hacer frente a las presiones de la inflación que se encuentran en su punto más alto en una generación.
El IPC duplica ahora el objetivo del 2% de la Reserva Federal y está agriando rápidamente la opinión de los consumidores estadounidenses sobre sus perspectivas personales y las de la economía en general, a pesar del mayor crecimiento de la economía en 2021 desde principios de los años ochenta.
La Reserva Federal ya ha dado marcha atrás en una de las patas de su política ultralaxa, ralentizando las compras de bonos a gran escala que han estado realizando durante más de un año y medio para mantener los costes de los préstamos bajos y el buen funcionamiento de los mercados financieros.
Esos mismos mercados apuestan cada vez más por que el siguiente paso, la subida de tipos, se iniciará a mediados del próximo año 2022.