En el central Estado de México, donde el próximo domingo se celebrarán elecciones a gobernador, la compra de votos y otros métodos fraudulentos son prácticas habituales conocidas por los ciudadanos, que en muchas ocasiones se adscriben a estas por miedo a perder las ayudas sociales.
Hasta el momento, la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) acumula 246 denuncias en el Estado de México, una codiciada entidad federativa en la que durante 88 años el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha mantenido su hegemonía, aunque en esta ocasión podría arrebatársela el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), de acuerdo con los sondeos.
En las semanas de campaña, los diferentes representantes de los partidos -entre ellos la candidata de Morena, Delfina Gómez, y la del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota- han utilizado las acusaciones de la compra de votos como un arma electoral más.
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Lejos de ser un hecho puntual, los ciudadanos son conscientes de que las prácticas fraudulentas se dan de manera habitual cuando llegan los comicios.
Inés -nombre ficticio para proteger su identidad- fue llamada en las elecciones municipales en Villa Guerrero (2015) para vigilar una de las casillas por parte del PRI, por lo que le pagaron 3.000 pesos (cerca de 161 dólares).
En un curso de preparación para la jornada electoral, le dijeron que "si un partido opositor iba ganando", había que meter actas denunciando que esa agrupación había comprado votos, aunque no fuera cierto, relata.
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De acuerdo con la información que tiene, actualmente el PRI está ofreciendo 1.000 pesos (53,6 dólares) por sufragio. Para tener pruebas de que efectivamente se ha votado por el partido, se pide tomar una foto de la boleta electoral antes de depositarla en la urna.
Además, en campaña electoral no faltan los regalos y las promesas de que habrá beneficio económico si gana el candidato de turno: "Las vecinas me están diciendo que ya les han dado dos tarjetas, que si Alfredo (del Mazo, del PRI) gana para gobernador les van a depositar, y ya se están apuntando para el salario rosa (una ayuda que supuestamente beneficiará a las amas de casa)".
"A la gente les engañan, les prometen dinero y a final de cuentas no se lo dan", defiende Inés basándose en su experiencia en las anteriores elecciones a gobernador (2011), donde le aseguraron que le ingresarían fondos en una tarjeta si ganaba Eruviel Ávila, pero esto nunca sucedió.
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Uno de los puntos fundamentales para entender la manipulación que se lleva a cabo con los ciudadanos es el miedo.
Algunos de ellos condicionan su voto por lo que les indica su "patrón" y otros piensan que si no votan por el PRI "les van a quitar los recursos de Prospera (programa de ayudas sociales implementado a nivel federal), las despensas".
"Son los miedos que les meten a la gente", sintetiza Inés, quien añade que la "necesidad" que tienen los ciudadanos les impide ver que estas prácticas son contraproducentes para la región.
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Por el contrario, Olivia (nombre ficticio), del municipio de Nezahualcóyotl, quien ha ejercido como representante del PRI en la casilla electoral, niega que este partido dé dinero por los votos.
El partido otorga incentivos por vigilar las casillas y observar si hay miembros de otras agrupaciones incentivando estas prácticas ilegales, pero no les dice a quién elegir porque "el voto es secreto".
Olivia comenta que en las pasadas elecciones, miembros del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD, que actualmente gobierna en el municipio) realizaron compra de votos, también pidiendo la garantía de una fotografía.
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Inés señala que ya no se "presta" a repetir su experiencia en la casilla porque ha visto cómo "tratan" y "engañan" a las personas.
Pese lo que ha visto, asegura que sí acudirá a las urnas el domingo: "Lo poquito que he vivido no me gustó definitivamente, porque es pura ‘mentidera’, pero sí voy a votar", concluye.
Con información de EFE