Detrás del mapa más famoso de la propagación del virus está un equipo de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.). Su trabajo recibe más de mil millones de visitas al día y se ha convertido en la fuente más autorizada para contar los casos, muertes y recuperaciones de COVID-19.
El Político
El gráfico global de fondo negro de la Universidad Johns Hopkins es seguido a diario por gobiernos e instituciones de todo el planeta. Es empleado por agencias de noticias, medios de comunicación y gobiernos de todo el mundo para mostrar la evolución en vivo de la pandemia de coronavirus.
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Errores y mejoras
Su contenido cada día es mejor, pero ha conllevado errores o desaciertos, como colocar a los infectados de un crucero en la mitad de Kansas o a los de origen desconocido en la isla Null, un lugar inexistente frente a la costa de África.
El mapa de Hopkins está elaborado con los datos de la Organización Mundial de la Salud, los centros de control de enfermedades de Europa, Estados Unidos y China, además de información de medios locales.
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Lauren Gardner, codirectora del Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de Hopkins, cuyo trabajo previo incluyó el modelado espacial de epidemias de sarampión y el virus zika, cree que parte de su éxito proviene de haber sido los primeros. Empezaron a dar forma al mapa el 21 enero, cuando el brote prácticamente castigaba solo a China. Al día siguiente, «compartimos nuestro trabajo en Twitter e inmediatamente se hizo popular», dice en una entrevista concedida a «Science Insider».
Según explica Garnerd, el equipo es muy cuidadoso con los cientos de fuentes que recibe, que incluyen agregadores de noticias y redes sociales. Se cuidan especialmente de lo bucles, es decir, de no repetir sus propios datos llegados de otra fuente. Para eso, cuentan con un detector de anomalías que alerta de discrepancias en los informes de casos que recopilan automáticamente. «Lo que me gustaría es que todas las diferentes autoridades locales de salud sigan mejorando sus propios informes de manera que podamos extraer los datos directamente de ellos en lugar de los informes de los medios locales», señala.
El grupo empezó con seis personas pero ha ido aumentando casi al mismo ritmo que la pandemia. Colabora el personal del Laboratorio de Física Aplicada en Hopkins y Esri, la compañía que tiene el software de mapeo, pero aún así Garnerd cree que no es suficiente para la labor ingente que supone y que define como «agotadora». Al principio, todo el trabajo era manual, pero ahora está automatizado con varias verificaciones cruzadas en su lugar. El mapa se actualiza automáticamente cada hora.
Según ha confesado a «Science Insider», Garnerd cree que su duro trabajo durará al menos otro par de meses. Pero también sospecha que junto con su equipo tendrá que seguir el brote durante un año porque «continuará y rebotará en todo el mundo. Es un esfuerzo 110% seguro y creo que todas las personas que trabajan en salud pública sienten lo mismo».
Con información de Abc