La guerra en Ucrania ha colocado a ese país es una encrucijada, que bien puede incidir sobre el futuro geopolítico mundial.
Gustavo Márquez / El Político
La posición de Ucrania es delicada en extremo. Por una parte tiene que hacer frente a un invasor que no ha tenido ningún tipo de misericordia, destruyendo todo a su paso, mientras Kiev intentaba entrar a formar parte de la Unión Europea – UE, precisamente uno de los detonantes de la guerra.
Y por la otra, debe intentar mantenerse en un punto medio, sin inclinarse hacia occidente u oriente, manteniendo un delicado equilibrio, que le permita sobrevivir como hasta ahora, tendiendo puentes —de ser posible— entre dos mundos en eterno conflicto.
Pero hay un ingrediente de peso en este contexto bélico, que se ha hecho sentir desde septiembre. Pues la contraofensiva ucraniana ha sido de tal magnitud, que las tropas invasoras rusas quedaron sorprendidas. Pues han tenido que retroceder en su empeño de adueñarse de territorios ucranianos. No sin antes dejar todo, absolutamente todo destruido.
La guerra en Ucrania reconfigura el mercado energético global y las reservas petroleras de Venezuela ganan valor estratégico. Washington contempla otorgar una licencia a Chevron para que aumente sus operaciones en el país. https://t.co/6sRiNzcpo2
— Víctor Salmerón (@vsalmeron) October 25, 2022
Subestimar al adversario puede costar caro
Esta situación ha enfurecido al Kremlin, al punto de retomar objetivos civiles como blancos de ataque, incluso hasta la propia capital, Kiev. Una respuesta desmesurada que ha colocado a la Federación Rusa en una posición de desventaja, frente a las matrices de opinión que le adversan en el plano internacional. Cosa que no parece importunarle mucho a Vladimir Putin, pues siempre tiene algún argumento para justificar sus ataques sin piedad, ante el mundo. Pues en el guión de la guerra que Putin ha escrito se indica que Ucrania debe ser anexada al mapa de la Federación Rusa, o permanecer neutral.
Sin embargo, resulta evidente que en los cálculos del Kremlin no estuvo presente un elemento clave, que lo cambiaría todo. Pues la respuesta del pueblo ucraniano, su valentía y heroísmo, pero sobre todo su determinación de luchar por la independencia de su nación, ha sido el punto de inflexión que ha contenido un peor desenlace, aunque haya significado extender el conflicto por tiempo indefinido.
Además, es indudable que el apoyo militar y económico de occidente a Ucrania ha sido determinante para el Ejército ucraniano, para resistir y contener a las topas rusas invasoras. Igualmente, las sanciones impuestas a la Federación Rusa, por parte de Estados Unidos, sus aliados, y la Unión Europea – UE, han contribuido enormemente, para no permitir que la balanza de la guerra se incline hacia el lado del agresor. Mientras la federación rusa se sigue aislando diplomáticamente del resto del mundo, dejando a Moscú con pocos aliados en el plano internacional.
Zelenski en su habitual discurso aseguró e ha producido un "cambio muy importante" en la situación geopolítica de Euroasia: "cuanto más potencial pierda Rusia ahora, más libertad real obtendrán todos los pueblos #25Oct https://t.co/YTSZth5kQa
— Analítica (@Analitica) October 25, 2022
Dar por anticipada una victoria que no llega
En efecto, para el director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Mark Leonard, "Ucrania habría desaparecido del mapa hace muchos meses, si no hubiera recibido miles de millones de dólares en equipamiento militar, apoyo de inteligencia y ayuda económica de Europa y Estados Unidos". Un apoyo que viene desde antes de la guerra, gracias a la relación de colaboración entre Kiev y la Alianza Atlántica – OTAN. Relación que es —precisamente— uno de los temas que ha desatado la ira de Vladimir Putin.
En este contexto ha que destacar varios elementos que han ejercido gran influencia en el desarrollo de la guerra entre la Federación Rusa y Ucrania. Por una parte, Desde el Kremlin se asumió que Ucrania sería una presa fácil, pues el país agresor tenía una evidente superioridad desde el punto de vista del armamento militar.
Adicionalmente, antes del inicio de la ofensiva sobre Ucrania, tanto Estados Unidos como la Alianza Atlántica venían mostrando un comportamiento discreto, pausado, y hasta una postura de "aparente" debilidad, ante un conflicto bélico que no pasaba de ser una amenaza. Adicionalmente, las tropas rusas no han tenido un desempeño óptimo y efectivo sobre el terreno del conflicto armado. Más bien han sufrido muchas más bajas de las esperadas, gracias —entre otras cosas— a sus fallas de comunicación.
Quisiera entregarles un mensaje en estos momentos turbulentos, ante una geopolítica mundial gravemente alterada por la guerra de Rusia contra Ucrania: este es un momento apropiado para relanzar más que nunca la relación entre #ALC y la #UE: @JosepBorrellF @eu_commission @eu_eeas. pic.twitter.com/QeeNzd5kyC
— CEPAL (@cepal_onu) October 26, 2022
Occidente si reaccionó para apoyar a Ucrania
Y por otra, se esperaba que el pueblo ucraniano no obtendría el respaldo necesario, de iniciarse una confrontación armada sobre su territorio, con su vecino y enemigo. Sin embargo todos estos pronósticos se cayeron, ante una realidad contundente totalmente distinta a la esperada, en el plano de las relaciones geopolíticas internacionales. Situación que ha cambiado todo el mapa de las relaciones políticas, económicas, militares, comerciales, y hasta sociales, a escala planetaria.
Adicionalmente, la federación usa viene de incursiones bélicas exitosas. Las incursiones en Chechenia, Georgia y Siria, son una muestra del comportamiento ruso, frente a unos adversarios mas débiles, que fueron —literalmente— aplastados, ante la mirada inmóvil de un mundo que no hizo algo para evitarlo.
Pero hoy la Federación Rusa, muy perjudicada por las sanciones impuestas por EEUU y la UE, evade sus efectos con nuevas alianzas, con distintos mercados para sus productos. Pero lo más destacado es el hecho de que la guerra ha desatado una crisis de energía, con un mercado para el petróleo y el gas natural que mantiene una inestabilidad en los precios de los combustibles. Todo en un contexto donde Europa perdió su suministro energético de los rusos, y éstos perdieron a sus principales compradores europeos, con un invierno por llegar. Por lo que se vislumbra una recesión en puertas, para el próximo año 2023. Así que resulta evidente —una vez más— que la guerra no beneficia a ninguna de las partes en conflicto. Quizás, y desafortunadamente, solo a los fabricantes de armamento.