“Primero se paró Carolina y les dijo: ‘Yo soy Carolina Charry, la hija de Carlos Alberto Charry, el que ustedes asesinaron’. Luego, Diego se puso de pie y dijo: ‘Me pongo de pie porque así murió mi hermano Alberto Quintero, con dignidad. Pese al maltrato y humillaciones, nunca se rindieron ni doblegaron’ ”.
Es el relato de Fabiola Perdomo sobre el encuentro que sostuvieron con los jefes de las Farc familiares de los 11 diputados del Valle secuestrados en abril del 2002 y cuya muerte, estando en poder de esa guerrilla, fue confirmada el 18 de junio del 2007. Este es su testimonio de lo que vivieron el sábado pasado en La Habana, justo cuando se cumplían nueve años de haber recibido los cuerpos sin vida de los diputados:
“Cuando Diana, hija de Ramiro Echeverry, saludó a ‘Joaquín Gómez’, ella no le soltaba la mano. La sostuvo todo el tiempo y le gritó mirándolo a los ojos: ‘¿Por qué lo mataste, por qué, por qué?’. Fue muy duro. Todos llorábamos. Fueron cinco horas de revivir el dolor de todos estos años, cinco horas de llanto…
“Apenas el martes pasado fue el aviso de que las Farc querían reunirse, en respuesta a una carta nuestra de junio en que pedíamos una cita para conocer la verdad y saber si los jefes de las Farc tenían voluntad de reconocer el daño, pedir perdón… Para nosotros eso es muy valioso en el proceso de reparación y sanación.
“Respondieron que tenían toda la disposición; se coordinó el Gobierno Nacional, a través de la oficina del Alto Comisionado, con la coordinación de la Fundación El Arte de Vivir, el Gobierno de Noruega y de la Naciones Unidas.
“El encuentro fue el 10 de septiembre, el mismo día de hace nueve años, cuando recibimos los cadáveres. Elaboramos la agenda, cómo íbamos a intervenir, a sentarnos; no queríamos intercalarnos con ellos. Estuvieron en unos banquillos y nosotros, en unas poltronas. Queríamos verlos de frente, mirar sus movimientos, sus manos, sus gestos, sus ojos; queríamos saber si de verdad era un gesto sincero o por salir, un acto para chulear no más…
“Nos acompañó la Iglesia, en cabeza de monseñor Sarasti (Juan Francisco), el padre Francisco de Roux. También, Álvaro Leyva, quien ha estado muy cerca de nosotros y hace nueve años llegó con los 11 cadáveres. A las 7:30 de la mañana fue el desayuno y luego nos metieron a una casa. Nos dicen ‘ya vienen’, y empezaron los nervios. Un momento muy tenso, imagine: dolor, nervios, rabia, ansiedad. Eso era una bomba. A unos nos dio vómito; a otros, daño de estómago; sudábamos, nos parábamos. No sabíamos cómo íbamos a reaccionar. Teníamos mucho miedo sobre la reacción.
“Cuando estaban entrando empezamos a llorar. Ni porque nos hubiéramos puesto de acuerdo. Fue una descarga emocional muy fuerte. Nos saludamos llorando, llorando. El primero que entró fue ‘Iván Márquez’. Carolina no le quiso dar la mano. Dijo no, no y se puso a llorar. Cuando siguió ‘Joaquín Gómez’, Diana, la de Echeverry, lo cogió y no lo soltaba. Le gritaba: ‘¿Por qué lo mataste, por qué, por qué?’. Fue muy duro. Todos llorábamos…
“Ellos se sentaron. Y el padre empezó pidiéndoles a Dios y al Espíritu Santo que nos acompañaran en esa reunión, que nos dieran la tranquilidad, la sabiduría para poder entender ese momento.
“Le preguntamos a ‘Iván Márquez’ cuál era el objetivo de la reunión. Dijo que querían un acercamiento para darnos respuesta, pero sobre todo para reconocer el daño que habían hecho y pedir perdón. Después empezamos las familias. En el orden en que estábamos sentados, empezó Carolina… les dijo: ‘Yo soy Carolina Charry, hija de Carlos Alberto Charry, el que ustedes asesinaron’. Eso fue fuertísimo. Después Diego, quien dijo: ‘Me pongo de pie porque así murió mi hermano. Con dignidad…’; así, cada uno iba diciendo lo que sentía.
“Yo era la tercera; empecé diciéndoles quién era Juan Carlos, quién era ese gran hombre que ellos me habían arrebatado, que me había dado a Daniela, que se había preparado para ser el papá de Daniela. Luego hablé de Daniela, lo que significa para mí, lo que me duele ver a mi hija, que no es feliz; ver el dolor y el sufrimiento que le ha tocado cargar a ella, como a todos los demás, por esta absurda guerra.
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“Finalmente, quise que mi intervención girara en torno a una carta que había mandado Daniela. Para que se leyera en ese acto, muy sentida, en la que narra todo lo que vivió desde los 2 años y medio, pero el final es esperanzador. Dice que a pesar de todo ese dolor y sufrimiento y de no ser completamente feliz, está segura de que lo mejor es perdonar para poder avanzar, y perdonar también significa ayudar a construir un país en paz, que no quiere que más niños vivan lo que ella vivió. Fue muy sentida y eso hizo que ‘Pablo Catatumbo’ y ‘Joaquín Gómez’ lloraran.
“Después, ellos reconocieron, pidieron perdón. Dijeron que les daba pena, que tenían vergüenza. Expresaron que ese fue el acto que los puso a reflexionar sobre la guerra, que no se sentían orgullosos de lo que habían hecho; sentían mucha vergüenza. Y que nos hablaban con el corazón en la mano, pedían perdón, que de verdad los perdonáramos.
“Así asumieron el perdón; se acordó un evento en Cali para pedir perdón no solo a las familias de los diputados, sino a la sociedad vallecaucana. Será en octubre, pero que antes vamos a tener otra reunión para otras familias que quieran ir, porque nos dimos cuenta de que acercar es lo único que le permite a uno de verdad sanar, es sanador decirle en la cara a quien te hace daño todo el dolor que se siente.
“Y sobre la retención de Sigifredo López por la Fiscalía, por sospecha en el secuestro (de los diputados), los jefes de las Farc respondieron que eso era una infamia, que había sido una víctima, absolutamente inocente, que su único delito había sido quedar con vida.
“Como en algún momento se dio a entender que la muerte fue producto de algún rescate, o que estaban cerca los militares, dijeron que no, contaron que la responsabilidad fue única y exclusivamente de ellos, porque fue un fuego amigo, un grupo de ellos que entró y se confundieron y empezaron a disparar.
“Ahora siento alivio, porque pude transmitirles mi dolor y pude ver en ellos arrepentimiento, hay algo de alivio…
“Cuando, luego de cinco horas de llanto, de dolor, de rabia, esperábamos algo de calma en la despedida, monseñor invitó a una oración, nos cogimos de la mano, ellos a un lado y nosotros al otro, y por iniciativa nuestra nos combinamos con ellos. Rezamos el padrenuestro y luego una oración, que fue la que de nuevo nos hizo llora a todos, incluidos ellos…
“ ‘Pablo Catatumbo’, ‘Joaquín Gómez’, ‘Iván Márquez’, en ese orden… decían: ‘Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua’… No sabe lo que significa eso, que los victimarios le pidan perdón. En ese momento sentía que le estábamos diciendo a Juan Carlos ‘perdónales, Juan Carlos, lo que te hicieron…’. No parábamos de llorar y sentí que en ese momento estábamos despidiendo a nuestros seres: ‘Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua…’ ”.
Con información de El Tiempo